miércoles, 20 de abril de 2016

EL ÚLTIMO CABALLERO



José Rosario Araujo
Se nos murió  Diego Hidalgo. ¡Que vaina!  Se nos fue el último caballero de la Valera antigua, un gran hombre, parte de la ciudad  que conocimos, la Valera de la cordialidad y el don de gente.

¿Qué cuando lo conocí? De siempre, de toda mi vida y fue un honor. Tuve el privilegio de contar con su amistad, además fue mi compadre, padrino de mi hijo mayor, Luis Eduardo Rosario.
Igual que yo, mis hijos, Luis y Victoria contaron con su figura, amistad y su ejemplo, el abuelo que cualquiera podría sonar, el siempre amigo y el ejemplo a seguir. Por eso lo escogí a él y a su esposa para padrinos de mi primer hijo.

Se nos fue Don Diego ¿Quién lo iba a imaginar? Después de haber pasado los cien años. Dejo un permanente recuerdo en nuestras vidas y en la ciudad de las siete colinas.
El compadre había nacido en octubre de 1912 en Campo Elías, con su esposa Herenia  fundo una bella familia integrada por sus hijos Orlando y Leonardo;  ya fallecido;  su nieta Milagritos, sus sobrinos Diego Hidalgo y su esposa Yamilet. Gente de bien, dignos herederos de ese palo de hombre que fue el compadre.
Amante del tango, del café colado, de la arepa de maíz pelado, siempre amable, siempre gente, siempre cordial, con una conversación fluida y amena en donde nos recorría por nuestra querida Valera de principios del siglo 20. 

En mi casa nunca falto la tarjeta de Navidad de Don Diego Hidalgo, Sra. e hijos nos llegaba todos los años acompañando un excelente vino y sabrosas delicateses, muestra de su amistad y aprecio, los regalos  para mi hijo en su cumpleaños y en Navidad, su presencia en los actos escolares de Luis Eduardo.
Lo conocí siempre con su guayaberas, sus pantalones de lino, con  su cortesía y gran amabilidad que derrochaba en su negocio Abasto La Democracia, que  desde 1936  lo funda  en la calle 14 entre avenidas 10 y 8, un perfecto ejemplo para seguir de buenas costumbres y rectitud, virtudes que al pasar el tiempo se han apagado en las tierras de Mercedes.

Toyer;  como lo llamaba mi hijo;  siempre estará en nuestros corazones. Lamentare no haberlo despedido, pero debían pasar unas semanas para enterarme que había muerto el 23 de marzo en Maracaibo, lo lamente igual que Luis y Vicky.

Con Diego Hidalgo parte lo mejor de Valera. Ya no te veremos más con tu don de gente, con tu amabilidad y ejemplo, ya no estarás con tu Democracia, no estarás en físico compadre, pero jamás te olvidaremos.
¡Hasta siempre compadre!

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