José Rosario Araujo
Se nos murió
Diego Hidalgo. ¡Que vaina! Se nos
fue el último caballero de la Valera antigua, un gran hombre, parte de la
ciudad que conocimos, la Valera de la
cordialidad y el don de gente.
¿Qué cuando lo conocí? De siempre, de toda mi
vida y fue un honor. Tuve el privilegio de contar con su amistad, además fue mi
compadre, padrino de mi hijo mayor, Luis Eduardo Rosario.
Igual que yo, mis hijos, Luis y Victoria
contaron con su figura, amistad y su ejemplo, el abuelo que cualquiera podría
sonar, el siempre amigo y el ejemplo a seguir. Por eso lo escogí a él y a su
esposa para padrinos de mi primer hijo.
Se nos fue Don Diego ¿Quién lo iba a imaginar? Después
de haber pasado los cien años. Dejo un permanente recuerdo en nuestras vidas y
en la ciudad de las siete colinas.
El compadre había nacido en octubre de 1912 en
Campo Elías, con su esposa Herenia fundo
una bella familia integrada por sus hijos Orlando y Leonardo; ya fallecido; su nieta Milagritos, sus sobrinos Diego
Hidalgo y su esposa Yamilet. Gente de bien, dignos herederos de ese palo de
hombre que fue el compadre.
Amante del tango, del café colado, de la arepa
de maíz pelado, siempre amable, siempre gente, siempre cordial, con una conversación
fluida y amena en donde nos recorría por nuestra querida Valera de principios
del siglo 20.
En mi casa nunca falto la tarjeta de Navidad de
Don Diego Hidalgo, Sra. e hijos nos llegaba todos los años acompañando un
excelente vino y sabrosas delicateses, muestra de su amistad y aprecio, los
regalos para mi hijo en su cumpleaños y
en Navidad, su presencia en los actos escolares de Luis Eduardo.
Lo conocí siempre con su guayaberas, sus
pantalones de lino, con su cortesía y
gran amabilidad que derrochaba en su negocio Abasto La Democracia, que desde 1936 lo funda
en la calle 14 entre avenidas 10 y 8, un perfecto ejemplo para seguir de
buenas costumbres y rectitud, virtudes que al pasar el tiempo se han apagado en
las tierras de Mercedes.
Toyer;
como lo llamaba mi hijo; siempre estará
en nuestros corazones. Lamentare no haberlo despedido, pero debían pasar unas
semanas para enterarme que había muerto el 23 de marzo en Maracaibo, lo lamente
igual que Luis y Vicky.
Con Diego Hidalgo parte lo mejor de Valera. Ya
no te veremos más con tu don de gente, con tu amabilidad y ejemplo, ya no estarás
con tu Democracia, no estarás en físico compadre, pero jamás te olvidaremos.
¡Hasta siempre compadre!
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