lunes, 27 de noviembre de 2017

LAS BATALLAS DE CARVAJAL E ISNOTÚ



Caudillos Trujillanos

José Rosario A.
Después de la partida de Cipriano Castro con la revolución Restauradora de Valera las tropas de Leopoldo Baptista que se encontraban situadas en Carvajal al no poder oponerse a las tropas del caudillo tachirense solo intercambian unos tiros con alguna partida retrasada y no se suscitan combates de mayor envergadura siendo fácil para la gente de Castro el paso por el estado Trujillo. 

El doctor y General González Pacheco desconoce el gobierno del Juan Bautista Carrillo Guerra con el cual nunca tuvo muy buenas relaciones ataco el 20 de septiembre a Trujillo a las cinco de la mañana.
La guarnición defensiva era muy poca pero peleo con bravura Desde la torre de la iglesia de Trujillo se situaron francotiradores que oponían fuerte resistencia a los atacantes entonces estos decidieron quemarla para acabar con el enemigo. 

Hubo muchos muertos en estos combates como es de imaginar y las fuerzas de Carrillo Guerra tuvieron que rendirse. Los lagartijos gonzalistas como se apodaban a los liberales deciden castigar a Carrillo Guerra. Prepararon a sus hombres que eran unos 900 y atacan a Guerra que solo contaba con cien hombres que estaban mal armados y sin ninguna experiencia en el combate. 

A pesar de todo con la ayuda de unos pocos veteranos Carrillo Guerra combatió por 12 horas teniendo solo 12 bajas mientras la gente de González tuvo 70 muertos. Las fuerzas atacantes a pesar de ser dirigidas por un hombre decente y de gran calidad humana y de una formación universitaria al consumar la derrota del enemigo se dieron a la tarea de saquear y cometer atropellos indignos de soldados comandados por González Pacheco. 

La gente del Tigre de Guaito al ir a saquear la casa de Carrillo se encontraron con Pepito Garbi y José Gabaldón que les impiden tal hecho a pesar de pertenecer al mismo bando. Los vencedores saquean la ciudad y sueltan a los presos comunes y como ya les mencione hay atropellos. Mientras esto ocurre la gente de los Araujo y los Baptista se preparan. José Manuel Baptista reúne un grupo de hombres en Jajo y en Valera pero se entera de la rendición de la ciudad de Trujillo. 

Él ya sabe que su hijo Leopoldo Baptista se acerca desde Barquisimeto por el camino de Carache a Santa Ana y se apresta a esperarlo en La Quebrada Grande. Como es de imaginar de un hombre tan bragado como González Pacheco que buscara el enfrentamiento. Las fuerzas del General José Manuel Baptista, las de Leopoldo y las del general Pedro Araujo se encontraban en la placita de Carvajal. Los combates empezaron el 1 de octubre todo el día, se combate casa por casa y en esta acción ocurre lo mismo que en Trujillo los liberales sitúan a sus mejores tiradores en la  torre de la Iglesia y estos producen una gran cantidad de bajas en las tropas conservadoras. 

Leopoldo Baptista que conocía la puntería certera de los hermanos Terán les ordena que se encarguen de los tiradores de González Pacheco. Los hermanos Rodolfo y Mario les conocen sus disparos como el tiro teranero que era dado en la base de la nariz, en medio de los ojos. Los dos hermanos armados con rifles Winchester van bajando a los francotiradores uno por uno de la torre de la iglesia y el 2 los liberales se retiran con varias bajas importantes como fueron el General Pimentel y el Coronel Dávila a Pampanito y Pampám en donde descansan por dos días. 

Las fuerzas de los conservadores se encargan de enterrar a los muertos y a los heridos lo envían a Valera. La batalla dura 48 horas interrumpidas. En la pelea de Carvajal se acercó el futuro general Gabaldon al General Pedro Araujo y le dijo que quería incorporarse a la tropa y este le responde que no lleva mocosos al combate. Gabaldón no tiene pensado dejarse apabullar por las palabras de Araujo. 

En la batalla de parte de los conservadores se distingue en el combate una compañía “Estiguate” al atacar las posiciones de González con gran valor. Al terminar la lucha el General Pedro Araujo quiere saber quiénes han sido los locos de la compañía que se arrojaban en contra de las posiciones enemigas y cuál sería su sorpresa al ver al joven que hacía unos días había desdeñado por mozo. 

¡Que le dije general que yo no era ningún mocoso! A Gabaldón se lo van a disputar para sus fuerzas los generales Pedro Araujo y José Manuel Baptista. y lo llamaran “el niño José”. En uno de los combates en donde Gabaldón acompaña al general José Manuel los disparos pasan silbando cerca de ellos y como es normal el muchacho se encoge Baptista le dice: “No se cimbre, que la que chifla no pega:” 

Los liberales se dirigen a Motatán seguidos por la gente de los Baptista y los Araujo que reciben armamento y municiones del Zulia. González Pacheco al enterarse decide atacar a sus contrarios para apoderarse del armamento pero la municiones se encuentran en manos del enemigo que habían sido enviadas desde Agua Santa a Sabana de Mendoza en donde horas antes la habían descargado así que al llegar los liberales encontraron los vagones del tren vacíos. 

Los conservadores se dirigen a San Juan y sus enemigos se sitúan en el cerro de Ponemesa en donde antaño se suscitó aquella famosa batalla de la campaña Admirable. El 6 de octubre los liberales se sitúan en San Juan e Isnotú y los conservadores se atrincheran en Betijoque.  

Los Baptista contaban con 500 fusiles nuevos y de 100000 balas y las tropas de González tenía solamente 20000 capsulas. El 8 de Octubre se libra en Isnotu la más sangrienta batalla de la historia del estado. Las tropas de González Pacheco tienen la obsesión de apoderarse de las cajas de municiones de la gente de Leopoldo, en esta batalla los liberales gastan casi los 20000 tiros con que contaban. Se apostan a la entrada del pueblo y las tropas de Leopoldo Baptista atacan en la madrugada y el combate empiezan con brío y heroísmo de ambas partes. 

El ataque de frente de los conservadores es rechazado por el General Eugenio Montaña pero otro ataque por detrás corta el centro del pueblo. Estas fuerzas atacan de frente y por los flancos buscando el camino de atrás del cementerio, los combates son cruentos y al final los hombres de González Pacheco se retiran hacía Pampám en donde se presentan escaramuzas y de ahí se dispersan.

 En la batalla de Isnotú se producen 300 muertos y 700 heridos y hasta en Betijoque en el sector de Los Cedros se producen combates. Leopoldo Baptista se queda con el grueso de la tropa ocupándose de los muertos y de los heridos, mientras su padre sale con su batallón a perseguir a González Pacheco haciéndolo huir a Barquisimeto. Hay una anécdota del respeto que se le tenían a los jefes en plenas batallas los dos bandos conocían el sombrero pelo de guama de Leopoldo Baptista y el sombrero de jipijapa de González Pacheco y nadie se le ocurrió dispararle a traición a los jefes de los poncho y de los lagartijos. 

Narra el Dr. Betancourt en su excelente libro “Tiempos de Caudillos” que Leopoldo Baptista ve pasar a un capitán de sus tropas en la mula blanca de González y lo llamo y pregunto de quien era esa bestia y al saber que era de González le ordeno que se la entregara personalmente al caudillo ya que el no aceptaba los botines de guerra. 

Lo que si no nos dice el escritor trujillano es si el capitán poncho devolvió la mula. Indudablemente la personalidad de Leopoldo Baptista era bastante interesante y con un código de honor bastante rígido. Los caudillos trujillanos se han caracterizado por ser hombres de personalidades muy bien definidas, no solo los de aquí de Trujillo sino los hombres que llenaron nuestra historia en las épocas de la Independencia , la federación y en la guerras del caudillismo, claro sin olvidar los nombrados caciques indígenas que combatieron inútilmente por la libertad de estas tierras. Saliéndonos un poco del tema no es malo comentar que la historia de nuestra tierra es apasionante y siempre llena de heroísmo y sacrificio. 

Volviendo al tema después de estas luchas en esos momentos ya Cipriano Castro había llegado a Caracas y en la ciudad de Valera es recibido la noticia con beneplácito y los lagartijos y los ponchos buscaran la cuota de poder en el gobierno de Castro y luego en el de Gómez.

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