La
Valera que yo conocí
José
Rosario Araujo
Olvidarlo
imposible. Recordar la Valera que conocí,
es impostergable dejar de
mencionar al Padre Pedro Juárez, párroco de la Iglesia San Pedro.
Recuerdo
su figura vestida de negro, con su sombrero y paraguas, recorriendo las calles valeranas.
Lo
conocí de siempre, desde que tenía uso de razón. El Padre Juárez era amigo de
mi familia y por ende amigo mío, con
quien compartí horas de conversación, con su clara simpatía y don de gente.
El
Padre Pedro era un gran conversador que me hizo vivir interesantes tertulias
junto a mi tío Pedro Rosario Magi, otro gran conversador sobre la antigua
Valera, quien me sembró el interés por la historia de esta tierra.
Muchas
veces acudí con mis tías; Ana y Esther Rosario Magi; y mi hermana Aura a sus
misas sabatinas y siempre se dirigía a ellas en plena misa llamándolas por sus
nombres y preguntándoles sobre el sermón que acababa de decir.
Cuando
las Rosario llegaban tarde a la misa sabatina o había una misa de matrimonio y
ellas trataban de retirarse, el Padre Juárez las llamaba por sus nombre
para que no se fueran, muchas veces en pleno matrimonio suspendiendo el acto
para llamarle la atención a estas damas trujillanas.
De
la misma manera cuando ellas se sentaban muy atrás de los puestos, el Padre las
llamaba por sus nombres para que se sentaran en los primeros reclinatorios.
Mis
tías pasaban trabajo, pero muchas veces acudían a esta iglesia y a la casa parroquial de visita a sus hermanas
Chepina, y Flora, de quien gozaban de su
amistad.
Recuerdo al Padre Juárez sacando de la Plaza San Pedro a paraguazo limpio a las sectas que un día la
invadieron promocionando la figura de un tal hermano Miguel.
No tengo dudas de que el Padre Juárez fue un gran personaje
valerano, personaje de aquella Valera del respeto y de la caballerosidad.
Evoco que el Padre Juárez era un gran defensor de la moral y
las buenas costumbres evitando que a su templo acudieran mujeres con los brazos
descubiertos y menos con faldas cortas.
El presbítero era muy tradicionalista y era acompañado por
su hermana Chepina en un órgano con canciones en latín.
Lamente mucho su muerte en el año de 1992 y acudí a sus
exequias, enterrando a un gran amigo y personaje importante de aquella tierra
de Mercedes Díaz.
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