José Rosario Araujo
Desde
muy niño escuche a mi papá y a mis tías hablar sobre la Batalla de Tovar en
donde murió el padre de su abuela Gral.
Pepe Garbi, que no se quiso rendir a las huestes de Cipriano Castro, gritando en italiano que un soldado de
Garibaldi jamás se rendía.
Este
garibaldino era oriundo de la isla de
Elba y había participado en el sitio de París
junto a Giuseppe Garibaldi en la guerra Franco-Prusiana.
Cuando
crecí investigue sobre esta batalla en diferentes textos de mi biblioteca como
“El Viejo Gabaldón, del Tamaño del Tiempo” de Emilio Cañizales Guedez, “El
Trujillo de Poncho y Lagartijos 1870-1899” de Nelson Pineda, “Por el Cauce de
un Pueblo” de Arturo Cardozo, “Visión de Trujillo” de Antonio Pérez
Carmona, “Tiempos de Caudillos” de
Roberto Vetancourth, “Biografía de Trujillanos Ilustres” del Dr y Gral.
Fabricio Gabaldón, “Maisanta el Ultimo Hombre a Caballo” y “El Tigre de Guaito”
de José León Tapia, “Cipriano Castro, Soberanía Nacional e Imperialismo” de Manuel Carrero,
“Conversaciones Imaginarias de Juan Vicente Gómez” y “Caída del Liberalismo
Amarillo” de Ramón J. Velásquez,
“Memorias de un Soldado Trujillano” de Perfecto Crespo, “Presencia e Imagen de
Trujillo” de Mario Briceño Iragorry, “Los Andinos en el Poder” y “Gómez el Amo
del Poder” de Domingo Alberto Rangel entre otros.
Por
lo que investigue, conocí sobre este
importante hecho de armas que trató de
frenar el avance de la Revolución Restauradora. El Presidente de la República
Ignacio Andrade solicito a los guerreros trujillanos, tanto del Partido Liberal
como el del Partido Conservador frenar el avance Castro y sus hombres.
Ordenó
al Gral y Dr. González Pacheco que junto a sus tropas saliera en campaña para
acabar con la insurgencia que venía desde Cúcuta. En Trujillo se estaban
concentrando todos los liberales del
Estado.
En
Valera González Pacheco organizó un
grupo de infantería de 200 hombres que se dividían en 100 hombres de El
Burrero; comandados por Gral. Manuel González, 50 soldados de Trujillo
dirigidos por el Cnel. Miguel Cegarra, 150 combatientes de Escuque y Betijoque
al mando de los Coroneles José Ignacio y Tomás León, su Estado Mayor que
estaban el Gral. Ignacio Briceño, el Gral Pepe Garbi; mi pariente y sus hijos;
el Gral Viloria Cadenas, el Dr. J de J. Gabaldón.
El
Jefe del Partido Liberal retiro 800 hombres de diferentes puntos de Trujillo ya
que Andrade le había ordenado que solo saliese con ese grupo.
Al
llegar a la ciudad de Mérida se le unieron
tropas del General trujillano Víctor de Jesús González y 25 soldados del
Gral. Primitivo Balza. En Lagunillas se les unió el Gral. Emilio Rivas, jefe
gobiernista.
El
día 5 de agosto esperan las tropas trujillanas al caudillo castrista Gral. José
María Méndez, figura merideña de mucha simpatía y destacadas dotes militares que a pesar de sus
cualidades bélicas no logra tomar a Tovar, en donde se encuentran atrincherados los
trujillanos. Castro le ordena la toma de la población y este promete que vivo o
muerto tomara la posición enemiga.
Las
tropas restauradoras atacan las posiciones enemigas con Méndez a la cabeza, hasta que una bala trujillana troncha la vida
del héroe merideño, cayendo de su
caballo, pero antes de morir cuando Castro llega como refuerzo dice sus últimas
palabras: “Muerto pero en Tovar mi General”.
Los
trujillanos desde las casas descargan sus armas contra el ataque restaurador
que se entierra en las posiciones de las tropas de González Pacheco. El mismo
Cipriano dirige las cargas que no pueden desarmar las trincheras enemigas. No
se puede negar el valor del caudillo restaurador que nunca desestimo dirigir
las cargas de su tropa.
El
ataque de los batallones Restauradores, Bolívar, 23 de Mayo, Libertador, Tovar y
Escuadrón que en mayor número trataban de romper las líneas enemigas.
De
pronto y para sorpresa de las tropas de Cipriano los trujillanos comienzan la
retirada, que son aprovechadas por los restauradores. En pleno combate cuando
se agota el parque de la gente de González, este envía a buscar municiones en
unos cajones que le habían dado en Trujillo y resultan que eran balas para
chopos cubanos y no para los fusiles máuseres alemanes que tienen las tropas
trujillanas.
No
tienen otro camino que retroceder con su jefe maldiciendo la traición que tiempo
después cobraría en el ataque a la ciudad de Trujillo.
En
esa pelea moriría mi pariente Pepe Garbi que no quiso rendirse a los soldados
de la Revolución Restauradora.
“Il
soldato garbaldino non si arrende” responde el General Garbi a el pedimento de un
soldado restaurador que le intima a la rendición y es muerto.
Cuenta
Perfecto Crespo en su libro “Memorias de un Soldado Trujillano” que ya sin
municiones en retirada acompañados por el Gral. Víctor de Jesús González y su
hijo Nacho, este es herido.
Caído
González y rodeado de soldados de Cipriano Castro les dice:
“Cuando
se coge a un jefe como yo; se mata; si yo los hubiera cogido, los hubiese
pasado por el filo; así es como me gusta a mí la guerra”.
En
los últimos momentos del combate los soldados de Castro; Briceño Ayesteran y
Román Moreno divisan un grupo de trujillanos que penetran en una casa, que vienen siendo los
Generales Emilio Rivas, José de Jesús Gabaldón, Fabricio Gabaldón, Rafael
Cadenas, entre otros. Le dan la novedad a Cipriano que toma una taza de café en
la casa de Elías Burguera y este se dirige al sitio en donde también se
encuentran Víctor de Jesús González, José Garbi hijo, Elbano Mibelli.
Cipriano
Castro les pregunta:
¿Cómo
es posible que el General González Pacheco y ustedes nos estén combatiendo?
Pregunta
que respondió el Gral. Víctor de Jesús:
¿Porque
no nos hiciste una señita, Cipriano?
Castro
compartió un rato con los lagartijos trujillanos y los dejo en libertad.
Perfecto
Crespo cuenta que el caudillo de la Restauradora les pidió que si querían
unirse a él, eran libre de hacerlo. El Gral. Emilio Rivas se les unió.
La
mayoría se le unieron a González Pacheco para vengarse del gobernador de
Trujillo la derrota de Trujillo tomando a Trujillo a sangre y a fuego con 200
hombres entre ellos Tomás y Pepe Garbi, José Ignacio Barrueta y Eugenio
Montaña, lugarteniente del Gral. Rafael Montilla, “El Tigre de Guaito”.
Con
esto hechos surge la interrogante que asoma el Prof. Nelson Pineda en su libro
como: ¿Porque Carrillo, Presidente del Estado, siendo Liberal, acogió las
insinuaciones del Partido Conservador,
de reducir al ejército que enfrentaría a Cipriano?
¿Quién
cambio las municiones que fueron entregadas en el ferrocarril de Sabana de
Mendoza?
Mientras
Castro se encuentra en las puertas de la ciudad capital en el estado Trujillo
resuelven a plomo limpio las diferencias entre Liberales y Conservadores, que
luego se unirían en la defensa del Régimen Restaurador.
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