José Rosario Araujo
El Centauro de los llanos, José Antonio Páez, sufría de ataques de epilepsia con alguna frecuencia y la historia cuenta que por poco la mejor lanza del mundo, como lo llamó Bolívar, no pierde la vida en la decisiva Batalla de Carabobo.
Se decía que muy niño José Antonio había sido mordido por un perro hidrófobo y un tiempo después también fue mordido por una culebra y esto generaría esta cruel dolencia que lo acompaño hasta muy avanzada su edad.
En el combate de Chire, en 1815, cuando Páez recibe la orden de atacar a las tropas de Calzada, estando listo, se le acerca uno de sus ayudantes que había ensartado con una lanza una culebra y se la muestra diciéndole: ¡El primer enemigo muerto en el campo de batalla!
El lancero no conocía la fobia de Páez por las serpientes a pesar su valor a toda prueba, eso produce que el centauro se le presente el mal.
Al llegar la noche divisa
las luces de las fogatas del campamento patriota, donde es ovacionado por sus hombres que pensaban que había sido
muerto o capturado.
En la acción del Yagual un año después, es víctima de la dolencia, se encuentra el General Urdaneta a su lado y conociendo como se le amaina la dolencia al centauro, usa el único barril de agua con que cuentan para enfriar el cañón, vertiéndoselo poco a poco con un tricornio.
El Coronel británico English es que ahora le toca lavar el rostro del llanero, después que este en el combate ha ensartado con su lanza a treinta y nueve enemigos.Cuando son derrotadas las huestes del Libertador en el Trapiche de Gamarra, Páez tiene que realizar prodigios, a pesar de lo accidentado del terreno,
En la acción, en
uno de los choques le acomete el mal y sus soldados tienen que sacarlo del
campo de batalla,.
¡Mi lanza! ¡Donde está mi lanza! Grita cada vez que le da la dolencia y recupera la razón.
En la jornada
gloriosa de Carabobo, la Primera División con su jefe a la cabeza atacan al Valencey que se retira en perfecta
formación de cuadros, dirigidos por El Moro; el Coronel Tomas García; al llegar
a la quebrada Carabobo el lancero inmortal sufre el ataque y queda sin sentido
en plena carga, no lo matan ya que un lancero realista llamado Antonio
Martínez, monta a un prisionero patriota en las
ancas del caballo de Páez, para que lo devuelva a las filas
republicanas. El patriota nunca supo la razón que este hombre lo salvara, ya
que había sido soldado de Boves.
Esta terrible
dolencia del patriota se agregaba la creencia de que la carne de pescado al
comerla se convertía en su estómago en carne de culebra.
Avanzada la edad en el llanero no logra extinguirse la fobia hacia ese tipo de reptiles y en la superstición mencionada, ya que en Nueva York, al final de sus años, es invitado a comer y le sirven pescado y acede a comer, produciéndole el ataque de epilepsia. Eso se repite otra vez produciendo las terribles convulsiones.
A los ochenta años es llevado por un amigo; que desconocía la fobia del llanero a los reptiles; a un museo. Al venezolano se le presenta la crisis y es atendido por el Doctor Beales; celebre médico que es su amigo.El galeno le sorprende que Páez grite que unas culebras le comprimen el pecho y todo el cuerpo, Beales le asegura que no hay reptiles alrededor de su cuerpo, pero al nombrar la palabra “culebra” al anciano le aumenta la crisis, que le pasa a los minutos volviendo a la normalidad.
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