martes, 15 de agosto de 2023

LA EPILEPSIA DE PAÉZ

 José Rosario Araujo

El Centauro de los llanos, José Antonio Páez,  sufría de ataques de epilepsia con alguna frecuencia y la historia cuenta que por poco la mejor lanza del mundo, como lo llamó Bolívar, no pierde la vida en la decisiva Batalla de Carabobo.

Se decía que muy niño José Antonio había sido mordido por un perro hidrófobo y un tiempo después también fue mordido por una culebra y esto generaría esta cruel dolencia que lo acompaño hasta muy avanzada su edad.

 En varias acciones el llanero sería afectado por el mal  y en su biografía narra que cuando se iniciaba el combate, comenzaban los primeros tiros, se apoderaba del centauro una excitación nerviosa que impedía que pudiese lanzarse contra el enemigo, ya que sus  compañeros lo retenían debido a su postración.

En el combate de Chire, en 1815, cuando Páez recibe la orden de atacar a las  tropas de Calzada, estando listo, se le acerca uno de sus ayudantes que había ensartado con una lanza una culebra  y se la muestra diciéndole: ¡El primer enemigo muerto en el campo de batalla!

El lancero no conocía la fobia de Páez por las serpientes a pesar su valor a  toda prueba, eso produce que el centauro se le presente el mal.

 El jefe llanero no puede continuar, sus hombres le echan agua en el rostro y se repone cuando los suyos se retiran derrotados. Asume el mando, pelean de nuevo y ganan el combate, mientras sus tropas se reparten el rico botín, Páez como sonámbulo, lanza en ristre busca al enemigo.

 Al llegar la noche divisa las luces de las fogatas del campamento patriota, donde es ovacionado  por sus hombres que pensaban que había sido muerto o capturado.

En la acción del Yagual un año después, es víctima de la dolencia, se encuentra el General  Urdaneta a su lado y conociendo como se le amaina la dolencia al centauro, usa  el único barril de agua con que cuentan para enfriar el cañón, vertiéndoselo poco a poco con un tricornio.

 El caudillo  llanero se recupera, monta en su caballo y con espuma en sus labios se une al combate. En la batalla de Ortiz  en 1818, cuando la infantería de Bolívar es destruida por el enemigo realista, pueden salvarse las tropas patriotas por Páez y sus lanceros que cubren la retirada, después de varias cargas de caballería José Antonio se desmonta, sintiéndose mal por el ataque de epilepsia.

El Coronel británico  English es que ahora le toca lavar el rostro del llanero, después que este en el combate ha ensartado con su lanza  a treinta y nueve enemigos.Cuando son derrotadas las huestes del Libertador en el Trapiche de Gamarra, Páez tiene que realizar prodigios, a pesar de lo accidentado del terreno,

En la acción, en uno de los choques le acomete el mal y sus soldados tienen que sacarlo del campo de batalla,.

¡Mi lanza! ¡Donde está mi lanza!  Grita cada vez que le da la dolencia y recupera la razón.

En la jornada gloriosa de Carabobo, la Primera División con su jefe a la cabeza  atacan al Valencey que se retira en perfecta formación de cuadros, dirigidos por El Moro; el Coronel Tomas García; al llegar a la quebrada Carabobo el lancero inmortal sufre el ataque y queda sin sentido en plena carga, no lo matan ya que un lancero realista llamado Antonio Martínez, monta a un prisionero patriota en las  ancas del caballo de Páez, para que lo devuelva a las filas republicanas. El patriota nunca supo la razón que este hombre lo salvara, ya que había sido soldado de Boves.

 Al restablecerse encuentra frente a frente con Bolívar, quien sonriente lo abraza, ascendiéndole al mayor grado de sus ejércitos: General  en Jefe.

Esta terrible dolencia del patriota se agregaba la creencia de que la carne de pescado al comerla se convertía en su estómago en carne de culebra.

Avanzada la edad en el llanero no logra extinguirse la fobia hacia ese tipo de reptiles y en la superstición mencionada, ya que en Nueva York, al final de sus años, es invitado a comer y le sirven pescado y acede a comer, produciéndole el ataque de epilepsia. Eso se repite otra vez  produciendo las terribles convulsiones.

A los ochenta años es llevado por un amigo; que desconocía la fobia del llanero a los reptiles; a un museo. Al venezolano se le presenta la crisis y es atendido por el Doctor  Beales; celebre médico que es su amigo.

El galeno le sorprende que Páez grite que unas culebras le comprimen el pecho y todo el cuerpo,  Beales le asegura que no hay reptiles alrededor de su cuerpo, pero al nombrar la palabra “culebra” al anciano le aumenta  la crisis, que le pasa a los minutos volviendo a la normalidad.

 El Centauro  fue un hombre de gran valor, su valentía  era sobrenatural y eso fue probado en los diferentes combates que participó, ejemplo la toma de las Flecheras, las Queseras del Medio,  la batalla de Carabobo por mencionar algunos enfrentamientos, pero esta dolencia y la fobia hacia las culebras lo acompañó toda su vida.

 

 

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