Por las
calles de Valera
José Rosario
Araujo
Los recuerdos más bonitos de mi vida, transitan por los años
80 y 90 por esa Valera que conocí. No podemos dejar de comentar que la ciudad
era un sitio mejor para vivir, que ahora ha cambiado tanto.
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MARIO, FAMOSO MESONERA DE LA VALERA DE LOS 80 |
La vida era mucho más barata y si se podía salir a disfrutar
la noche valerana. No se necesitaba mucho dinero para salir a compartir una
cerveza con los amigos y amigas, hasta salir con una dama y poder disfrutar con
la fémina de una manera mucho mejor que ahora en esta crisis que tanto nos
afecta los bolsillo.
Además no había tanta inseguridad como ahora pero a pesar de
que Valera no fue una ciudad muy pacifica que digamos.
Recuerdo con nostalgia los diferentes sitios en donde uno iba
de visitas y hasta lugares en donde uno llegaba y podía compartir con los
amigos. Uno de los sitios; en donde
evoco de aquello tiempos pasados; es el Edif. Carrizo, situado en la Av. 6
entre calles 14 y 15.
En ese lugar en donde vivían los amigos; Luis Emilio Muñoz;
alias Lucho; Alejandro Barrios, Daniel Abreu.
En la terraza del ese edificio, Daniel Abreu tenía una carpa
con un nutrido equipo de pesas en donde varios jóvenes hacíamos ejercicios
varios días a la semana. Entre ellos recuerdo a Manuel Goncalves, Juancho
Abreu, Alejandro Barrios y mi persona.
Casi todas las noches nos reuníamos un grupo de jóvenes,
entre ellos Wilmer Viloria, Miguel y Francisco Valero, Luis Emilio Muñoz,
Alejandro Barrios, Daniel Abreu, Manuel Goncalves, Beto Rubio y Javier Jaramillo del grupo de nosotros.
Pero de la misma forma tenían de sitio de reunión al Edif.
Carrizo, otro grupo de muchachos, mas menores que nosotros como el ahora
profesional del Derecho Regulo valecillos; al que le decían un apodo porque era
muy bajo de estatura y delgadito; Javier Pirela, su hermano “Chinono” y otro
grupo de chamos que no recuerdo sus nombres.
Esas reuniones se realizaban todas las noches de lunes a
sábado. Pero ese no era el único sitio en que nosotros nos reuníamos. También
teníamos como cuartel general el Edif. Los Pinos que estaba situado en la calle
16 con Av. Bolívar. Ese era el sitio de reunión de Los Empinacodos.
Como lo dije en otro artículo de allí salíamos a dar las
serenatas que siempre nos caracterizó como grupo de amigos. Esas serenatas era
para las amigas, novias y a las madres y suegras el Día de las Madres.
Los que dirigían las serenatas eran mi fallecido compadre
Leandro Canelón, David Cestari y Rafael Baptista. En ellas participábamos
todos; Wilmer Viloria, Luis Emilio Muñoz, Miguel Valero, Rafael Añez, Gabriel
Avendaño, Javier Viloria, Enrique “Quique Viloria y Ernesto Vergara con nuestras voces no muy “melodieras” que
digamos, pero lo hacíamos.
Debo acotar que en plena serenata el travieso Vergara se reía
de pronto como una guacharaca produciendo risa en las que nos escuchaba.
Ese grupo “melodiero” de cantantes hasta nos dieron un
espacio en Radio Turismo, pero no como cantantes sino denunciándonos por no
dejar dormir a la cuadra del Edif. Los Pinos.
Algo exagerada la denuncia.
Evoco una gran cantidad de serenatas que realizamos en una
residencia de señoritas que existían como media cuadra de la entrada del Edif.
Los Pinos. Hicimos blanco a las muchachas de ese sitio, teniendo ellas que ser
las escuchas de estos “galanes” cantantes.
Para esa época Valera contaba con una gran cantidad de
tiendas y en las que puedo recordar; a parte de las nombradas en el anterior
artículo; teníamos a Casa Alfonso; del buen amigo, fallecido ya, Alfonso Salcedo; que se destacaba por la atención
personalizada y el trato afable de su dueño con sus clientes.
Recuerdo; yo fanático de la lectura; la Librería Occidental
del gran caballero el señor Sánchez;
padre de mi amigo Pablo Sánchez; primeramente situada en la calle 9 con calles
19 y 11 y luego se mudaron a la Av. 11 entre calles 7 y 8.
Fui cliente de ese negocio ya que allí funcionó el Círculo de
Lectores y estuve en ese club de lectores desde mis 12 años hasta bien entrada
la juventud.
El Sr Sánchez un gran caballero, del cual pude gozar de su
amistad, habiendo pasados los años hasta bien entrados los 2006 cuando fue
editor del Periódico Gente y después cuando comencé en el Concejo Municipal de
Valera, con quien siempre converse y siempre mi amigo se destacó por su gran
caballerosidad y don de gente, además de su simpatía y gran conversación.
Mi amigo Sánchez tenía una gran cultura, lector ávido, con
muchos temas de conversación y un gran
conocimiento de literatura.
Otro sitio emblemático de aquellos tiempos fue Estudio 57 del
conocido y ya desaparecido “Gordo” Rojo, tremenda disquera en donde podías
conseguir lo último en música, atendido también por los hermanos Giralte.
Ya para esos años funcionaba el Cine Avenida al lado del
Colegio Salesianos en la Av. 6 atendida por la familia Romero. Ese llego a ser
el cine más importante de Valera, en donde pasaban las películas más
taquilleras. Recuerdo a mi buen amigo
Antonio Romero hijo, a su hermano José Luis.
En el centro de la ciudad se encontraba el Cine Libertad, el
segundo cine de importancia de la ciudad, que duro hasta bien entrados los años
90. Ese cine era muestra emblemática del progreso de Valera, aquí su
propietario Valeriano Diez y Riega, trajo a la artista Libertad Lamarque.
Nosotros en esos años 80 y 90 visitábamos la casa de nuestra
amiga Leila González, situada en la Av. 10, al lado del Centro Clínico “María
Edelmira Araujo”.
Recuerdo las sabrosas tertulias que realizábamos en ese hogar
tan recordado, permitido por la “patrona” de la familia Maritza Anaya. Fuimos
asiduos visitantes de esa casa Felipe Di Toro, Wilmer Viloria, Gabriel
Avendaño, Carolina Milano, Wilman Avendaño entre otros.
Muchos bonitos recuerdos de esa casa tengo y un gran cariño
por esa familia que tengo entendido que se encuentran en Mérida.
En la Valera de los 80 y los 90, uno se visitaba en los
hogares. Otro de los sitios que no puedo dejar de mencionar fue el hogar de la
familia Lucena en donde fuimos muy bien recibidos por la dueña de la casa; Doña
Catalina Fiorito de Lucena; madre de nuestros buenos amigos Carlos y Milo
Lucena; abuela de Yakinaira y Bialina. Hogar que fuimos muy asiduos visitantes
Miguel Valero, Wilmer Viloria, Manuel Goncalves, Javier Jaramillo y mi persona.
Wilmer Viloria y yo acudíamos a la casa de la familia
Maldonado, la casa de la buena amiga Glenda Maldonado, compañera del Liceo
Rafael Rangel. Nos recibía sus padres y hermanas Helen y Moraima.
La casa de Don Rubén Valero y su esposa Hilda, fue otro de
los sitios que visitábamos con frecuencia. Vivian con sus padres Jorge, José
Luis “Cheli”, Rosario y Gisela.
Ese hogar valerano fue
blanco de nuestras serenatas, ya que mi recordado compadre Leandro Canelón era
novio de Rosario y se casó con ella. Una gran amistad me unió con ellos y mi
mente se llena de múltiples evocaciones
de tantas cosas y momentos vividos.
Fui el padrino de su hija mayor Andrea Canelón.
El día de las Madre, el “tenor” del grupo no dejaba de
llevarle la respectiva serenata a Doña Hilda, su futura suegra y recuerdo como
Don Rubén nos obsequiaba con un fino Ron Añejado llamado Selecto, que se me
hace la boca agua cuando recuerdo el sabor de ese exquisito licor.
También compartíamos en el Edif. Garcés, en donde vivían unas amigas de apellido
Aguilar; Ruth, Sofía y Doris; que se fueron de la ciudad en el año de 1983 y
que recientemente las volví a contactar;
desde esa fecha; no sabía nada de
ellas. Ellas son parte de las amistades de Conociendo Valera.
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CINE AVENIDA, SITUADO EN EL COLEGIO SALECIANO |
En esa esquina nos reuníamos Felipe e Iván Di Toro, José
Emilio Tosco, Nersi Viloria, Quique Viloria, Leandro, rosario, Gisela, Jorge y
José Luis. Otro de los visitantes era Wilmer Viloria, un español llamado José
Antonio, Miguel Valero.
En esos tiempos todos éramos asiduos compradores de discos
que no costaban sino 20 Bs. Esos Long Play como los llamábamos los comprábamos
en la tienda del caballero italiano Romano Fontana “Fontana” y recuerdo que
Wilmer, Miguel y yo, éramos clientes de
los sabrosos cigarros More y Miguel asiduo fumador de pipa con la excelente
picadura de diferentes sabores, que
vendía el amigo Fontana.
A finales de los años 80 pude disfrutar de excelentes
tertulias en la casa de la familia Duran en donde compartí con el Sr. Andrés,
la Sra. Nina, Andrés, Nina, Raíza y Zarina. Mi visita se alargaba hasta altas
horas de la madrugada, en ese tiempo no
teníamos problemas de inseguridad.
Esta fue parte de la Valera que conocí. Esa fue retazos de mi
historia.
¿Cuál es la tuya, amigo, amiga valerano?
Tenemos el deber de contarla. Ya que con tu historia y con la mía construimos la historia
de la ciudad de las siete colinas.
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