José Rosario Araujo
La ciudad de Valera fue conocida
por su gran cantidad de sitios en donde la gente acudía a divertirse, a
compartir con los amigos y porque no, a
tomarse unas bebidas y a oír una música.
Puedo recordar que en los años
70, 80 y 90 nuestra ciudad tuvo
diferentes fuentes de soda, discotecas, bares y restaurantes que poblaron las
noches de Valera de luces y colorido.
Voy a empezar por el Sur de la
ciudad y mencionare el famoso Bowling del sector el Gianni, en donde fue sitio
de reunión para comenzar a “parrandear” en las noches valeranas. Recuerdo a los amigos desaparecidos Ernesto Vergara y
Leandro Canelón fanáticos de ese lugar, juntos a Wilmer Viloria, mi compadre Miguel Valero, su hermano
Francisco, Ramón Rubio, Luis Muñoz,
Alejandro Barrios, el recordado Panina
D´Alesandro, Pedro Torres, Daniel
y Carlos Abreu entre algunos de sus clientes.
Contaba con una excelente cancha
de Bowling y mesas para jugar poll y billar,
cercano a ese lugar se encontraba la famosa Discoteca “El Gianni” en
donde la juventud concurría a disfrutar de las melodías del Disco Music que
estaban de moda en los años nombrados.
Pero antes de continuar debo
mencionar a un sitio que quedaba en Agua Clara llamado La Viuda, que era un lugar
en donde existían mesas de billares y poll, tambien se jugaba domino, que
acudíamos un grupo de amigos recordando a Ernesto y a Leandro, Wilmer Viloria,
Rafael Baptista, Wilman y Gabriel Avendaño, Javier Jaramillo, David Cestari, Quique y Javier Viloria, Luis
Muñoz, Miguel y Francisco Valero.
A ese lugar lo visite
recientemente y está casi igual, ahora atendido por dos personas muy amables y
ya casi convertido es un club privado, en donde acuden los mismos clientes y muy raro
la visita de un desconocido.
Recordare en el Conjunto
Residencial El Murachi una fuente de soda del mismo nombre en donde acudía el
valerano y sus visitantes, a disfrutar
una sabrosa cerveza, un buen trago y a llevar una agradable conversación acompañada de los amigos y
amigas. Este sitio gozaba de una amplia terraza en donde se contemplaba la Av.
Bolívar muy fresca y acogedora.
Después transformado a finales de
los 90 en “Pizzas al Horno”, en donde
podías degustar muchas recetas del plato italiano en un horno de leña, dándole
un sabor suculento sin lugar a dudas.
Varias cuadras más abajo se
encontraba otra fuente de soda muy acogedora, que gozaba de una muy buena vista para la Av.
Bolívar como era la Fuente de Soda Pacos Pub, que era sitio obligatorio para
los noctámbulos valeranos a finales de los años 80 y 90, famosa por las
sabrosas de sus pizzas. En los años 90 fue administrado por nuestro amigo
“Lucho” Luis Emilio Muñoz.
En el mismo centro comercial
teníamos el famoso “The Secret” un sitio con poca luz, necesario punto de
visita para los enamorados.
Por la Av. 6 se encontraba el
famoso Autolavado del amigo Juan, lugar que hoy en día parece que no hubiese
pasado el tiempo. Tambien visitado por un grupo de clientes que lo convierten
casi en un club privado, entre ellos Luigi Cofano, José Emilio Tosco, Alfredo y Fernando Araujo,
Juan Carlos Alarza, José Vasallo, Sixto
Méndez entre otros.
Al seguir transitando por la Av. Bolívar, nos encontraríamos hasta inicios de los años
80, con el famoso restaurant El Campo,
del conocido Mocho Bertoni. Según tengo entendido que ese negocio duro muchos
años hasta el fallecimiento de su propietario, quien era muy amigo de mi papá y
de mi tío, quienes nos llevaban a mi hermana Aura, a mis tías y a mí a comer en ese sabroso lugar.
En el C.C. Darca se encontraba
primeramente Barbarella, discoteca que fue el último grito de moda en la década
de los ochenta, que luego fue cambiada
por el “Rincón de los Recuerdos”, asiduo
de los despechados y amantes de la música del recuerdo.
Un lugar que frecuentaría con mis
amigos seria el conocido Jardín de Las Acacias, en donde presentaban los fines
de semana música en vivo, recordando a la cantante Celi Crack, al Payaso Tuqui
Tuqui, Beto Carreño y Genis Matheus, quien se vestía de charro interpretando
las mejores canciones de Antonio Aguilar y Vicente Fernández.
Allí existía un sellado de
caballos para las carreras en el Hipódromo que se llamaba 5 y 6 en donde concurría
mucha gente.
En ese lugar se encontraba el
conocido mesonero Mario, que estaba registrado en el libro Guinnes ya que podía
llevar doce jarras de cervezas en sus manos. Una vez nos contó que había
llegado el hijo de un conocido millonario valerano y le había dejado 100 bs de
propina que era mucho dinero, cuando se acercó a los días el millonario y
empresario, el mesonero espero que le
dejaran el doble de la propina dado por el hijo, ya que el padre era él del dinero, pero solo
salió con 20 bs.
Por la confianza que le tenía
Mario le preguntó porque le daba tan poco, si su hijo le daba más, contestándole el
empresario que era debido a que él no tenía un padre como su hijo.
Detrás de esa fuente de soda se
encontraba la Discoteca La Cueva visitada por los asiduos danzarines valeranos
en donde podías bailar diferentes ritmos,
desde las bailables de moda, música disco y sus esperadas baladas para
pulir las hebillas.
Hay por fuerza que recordar a la
Licorería del Mocho Lisandro, sitio de paso antes de comenzar a “parrandear” en la Valera que
conocimos, para “proveerse” de la botella. Ese lugar atendía hasta altas horas
de la madrugada.
De obligatoria asistencia para el
disfrute de sus famosas pizzas y buena gastronomía se encontraba la famosa Terraza, con una
excelente vista hacia la Av. Bolívar que todavía en los tiempos actuales existe
como la Pérgola.
No debo dejar de mencionar a
“Casa Vieja”, excelencia de la gastronomía criolla en la ciudad, en donde compartí
con mi compadre Leandro Canelón y sus cuñados Jorge y José Luis.
Dos cuadras del mencionado sitio
se encontraban la discoteca “Green Garden” que duro muchos años y al pasar el tiempo
sería el primer Night Club de la ciudad, conocido como el Molino Rojo que haría la
delicia de los valeranos.
En la calle 14 hacia la Av.
Bolívar se encontraba un lugar que primero se llamó “Tacos Mexicanos” y luego
“Albastro” que fue muy nombrado por mi buen amigo Alexis Berrios en su
excelente libro “Otra Valera” y muy visitado por otro amigo que ya nos
abandonó; el Poeta Javier Abreu de quien siempre lamentaremos su partida.
Varias cuadras más abajo, pero en
la Av. 6, existía un lugar que se llamaba La Gran Cervecería en donde se
servían unas sabrosas parrillas, atendido por su dueño Francisco Suarez y Luis.
Muy visitado por grandes conversadores como el finado Napoleón Jiménez, Marco
Ribas, Ramón Alberto Rubio y su papá el recordado “Moncho”, Javier Jaramillo; los hermanos Estrada, el Alguacil
Wilmer Viloria y sus hermanos Luis, Reinaldo, Nelson, Enrique Abreu para
nombrar alguno de los asiduos trasnochadores que llegaban a ese sitio.
Si no me equivoco todavía en
estos tiempos este lugar es abierto al público,
atendido por los hijos de su propietario.
Evoco un lugar que duró poco
tiempo en la ciudad que se llamaba “Sexta Avenida”, que recuerdo que cada vez
que uno se tomaba una cerveza, le
colocaban pasapalos; tres sardinitas
fritas, naturales o un consomé de pescado. Se podía decir que era uno de los
únicos sitios que aplicaban esa política.
En ese lugar llegaba mi buen
amigo Carlos Lucena que era supervisor de la Cerveza Nacional y nos enviaba a
la mesa la media jarra que era emblemática en ese tiempo, pero producía un gran
ratón que nosotros con cortesía evitábamos para no herir la susceptibilidad del
amigo.
El centro de la ciudad de Valera
era pleno de lugares nocturnos de diferentes tipos y colores en las diferentes
épocas de los años 70, 80 y 90. Puedo
recordar “El Tequendama” del famoso chef
de cocina Miguel Peña que era muy conocido
por su “Ají el Betijoqueño”, quien una vez le contó a mi papá que su conocido picante llego a Caracas, logrando que el mismo Presidente de la
República Rómulo Betancourt lo enviase a
buscar a Valera para que le preparara un almuerzo de gala. Contratándolo
después cada vez que lo necesitaba.
El Bar “El Conticinio”, muy
reconocido por los adoradores de la noble caña y entre ellos podemos citar a
Don Luis González y mi amigo Hugo Dubuc, quienes eran asiduos visitantes de ese
lugar, entendiéndose que era sitio de reunión de periodistas y escritores, que
fue reconocido por lo suculento de sus espaguetis y pastichos.
Frente al hoy Centro Comercial
Edivica acompañaba a mi papá Jesús
Rosario Magi, a un cafetín que no
recuerdo el nombres, que era muy emblemático en la ciudad que tenía unos burros
disfrazados de charros mexicanos, en donde uno se sentaban en unas sillas
giratorias; que yo como niño gozaba un
puyero; dando vueltas en los asientos.
Ahora antes de pasar por las
fuentes de sodas, discotecas que existieron en el C.C. Edivica, voy a mencionar unos sitios emblemáticos de la
ciudad en donde se podía degustar las sabrosas arepas que llevaba por nombre
“El Bulevar”; que según mi amigo Hermes
González; fue decano en las
areperas de Valera.
Ese lugar quedaba en la Av.
Bolívar con calle 12, trabajaba hasta el amanecer y era de pase obligatorio
cuando terminabas de parrandear.
Llegamos al C.C. Edivica en donde
se encontraron la Tasca de La Verna, el Bodegón del Caudillo y la Fuente de
Soda de La Verna, quienes reinaron por muchos años en el centro de la antigua
Hacienda San Rita.
Fueron sitios que brillaron y
fueron muy buenos negocios para sus dueños que desaparecieron al pasar los
años.
La Fuente de Soda La Verna era un
sitio bastante emblemático para poder ver la vuelta a Trujillo, en donde no
dejaba de estar mi compadre Miguel Valero y Manuel Goncalvez.
En la calle 9 se encontraba,
según me contó Frank Ramírez del Concejo Municipal de Valera; amigo de la dulce
y nombre caña en esos tiempos, asiduo noctambulo de la época, sobre la conocida
“Oficina” en donde los visitantes del centro de la ciudad podían tomarse una
fría cerveza para calmar el calor.
Me nombro otro negocio más abajo
llamado El Estero, que creo que todavía se mantiene en la urbe valerana.
Recuerdo el Trieste, restaurant
que hizo historia en Valera, igual que el Bar Aurora, sitio de encuentro de los
italianos, en donde se podían ver todas las noches desde las 7:30 hasta las
10:00 de la noche de lunes a domingo, únicamente 25 y 31 no asistían los
paisanos de Garibaldi a ese sitio de reunión.
Ese lugar fue famoso por sus
parrillas argentinas que más nunca las volví a ver en la tierra de Mercedes
Díaz.
Tambien el amigo Frank refirió otra Fuente de Soda, él cual no
recordamos su nombre, que quedaba en el local en donde ahora funciona la
Panadería la Estrella que tenía una
decoración muy bonita, que duro poco en la ciudad.
En la calle 8 se encontraba el Arepazo el Pollo, sitio
también emblemático de la ciudad en el aspecto de comida rápida, que después se
convirtió en una fuente de soda en donde no se vendía licor con todo el tipo de jugo y limonadas frapee,
con ambiente de discoteca y a finales de los 90 fue una tasca con todas la de
la ley.
En la calle 8 con Av. 5 y 6 se
encontró por mucho tiempo el Bar Los Médanos, sitio para solteros en donde
bailaban hermosas mujeres que era muy visitado.
Ya en el sector la Plata se
encontraban varios negocios emblemáticos como “Pollos a la Broster”; que
todavía existe, con el mismo éxito de aquellos tiempos con su especialidad en
parrillas y en aves, El Chupulum, las Vegas y
la Central, el temible Triangulo de las Bermudas del libro “Otra Historia” del conocido docente
universitario Alexis Berrios.
Finalizó con los último centros de reunión de los
adoradores del Dios Baco, que fue el
Ipso Facto y la Fuente de Soda La Estancia: sitio de reunión de los jóvenes de
las Platas III y IV; que duraron y
quedaron como los otros nombrados en el corazón de todos los valeranos que
somos protagonistas de esos años.
Foto 1: Valeranos compartiendo en
la noche nocturna de la ciudad.
Foto 2: El famoso Mario, con sus jarras
que le hizo ganar en el libro de Record.
Foto 3: El Mocho Lisandro.
Foto 4: El Restaurant y Fuente de
Soda El Conticinio.
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