José Rosario Araujo
Venezuela
entera ha seguido con mucho interés la beatificación del Dr. José Gregorio
Hernández. Existe un clamor unánime de todos los venezolanos; desde hace muchos
años; para que el Siervo de Dios sea beatificado.
Pero
pocos conocen la trayectoria del Doctor Hernández como médico, científico
profesor universitario y patriota.
Como
médico realizó una extraordinaria labor junto a otro conocido galeno venezolano
llamado Luis Razetti.
Adentrémonos
en la carrera médica del santo de Isnotú para conocer un poco más sobre este
Siervo de Dios.
José
Gregorio Hernández al terminar los estudios de medicina se dirige a su tierra
natal, al poco tiempo recibe un llamado de doctor Calixto González que había
sido uno de sus profesores para que se dirija a la ciudad capital, ya que lo
había propuestos para realizar estudios en Europa, asignándole una beca de
seiscientos bolívares mensuales.
Hernández
se dirige a Francia a dedicarse a la experimentación, estudiando microscopia,
histología normal, fisiología experimental y bacteriología, había sido
ampliamente recomendado por su buena conducta y su dedicación al estudio.
En
Francia el Siervo de Dios trabaja en los laboratorios del Premio Nobel 1913;
Charles Richet; en la materia de fisiología experimental en la Escuela de
Medicina de Paris. En Paris compra un laboratorio de fisiología por
instrucciones del gobierno.
Al
terminar sus estudios se dirige a la ciudad de Berlín; en Alemania; a
prepararse en las materias de anatomía patológica, histología y un curso de
bacteriología.
Hernández
finaliza sus estudios en Europa regresando en su patria en el año de 1891 en el
gobierno de Andueza Palacios y debido a la experiencia del galeno en la
adquisición de los equipos mencionados es nombrado director en los estudios de
Fisiología Experimental, Histología y Bacteriología además de catedrático de
esas asignaturas
Hay
que reconocer en Hernández que esta cátedra de bacteriología fue la primera que
se fundó en América, realizando una excelente labor ya que era un investigador
por vocación contando con un espíritu ávido interesando en la investigación.
Un
año después presenta al I Congreso Médico Panamericano de Washington una
investigación en donde presenta la teoría de que el número de glóbulos rojos es
menor en los habitantes del trópico que en las regiones templadas, resultando
este fenómeno que el organismo teniendo menos perdidas por el calor, disminuye
la producción globular, produciéndose mayores casos de anemia.
Se
destaca de la misma forma con la publicación de un excelente trabajo; junto a
otro médico llamado Nicanor Guardia; sobre la angina de pecho de naturaleza
paludosa llegando a la conclusión para el estudio de una enfermedad que era
poco conocida para la época producida por el paludismo y su cura con la
quinina.
Dos
años después el discípulo de Esculapio publica en la Gaceta Médica varios
trabajos y un libro en 1906 llamado “Elementos de Bacteriología” conocido como
el primer libro sobre el tema en el país, que definía la bacteriología, los
microbios, microbios vegetales, animales y la clasificación de Pasteur.
Hernández
es un estudioso de las lesiones anatomopatológicas de la pulmonía crupal y la
neumonía fibrinosa que era rara para la época, pero resulto que la enfermedad
era bastante común en Caracas.
Era
un investigador acucioso sobre la relación entre el bacilo de Koch y el de
Hansen, dedicando de igual manera un trabajo sobre el tratamiento del aceite
Chaulmoogra contra la tuberculosis. Ese aceite era usado para tratar la lepra.
Aportó
el estudio del microscopio, enseñando a sus alumnos su uso y manejo, dando a
conocer la teoría de Virchow; padre de la patología moderna; que tiene que ver
sobre la teoría celular. Tuvo una destacada labor como fisiólogo y biólogo,
conocía las ciencias básicas como la física, química y matemática.
Hernández
en el año de 1918 en una sesión en la Academia de Medicina presenta un informe
donde aduce que el aceite Chaulmoogra mata el bacilo que produce la
tuberculosis.
Se
convierte en un apasionado estudioso del flagelo de la binharziasis en
Venezuela, realizando un importante trabajo sobre la terrible endemia.
No
solo el Siervo de Dios fue un investigador dedicado, de la misma manera se
destacó como docente, profesión que practicó desde noviembre de 1891, hasta el
día anterior a su muerte, sábado 28 de junio de 1919, un periodo de 28 años que
tuvo interrupciones contando con tres etapas que fueron desde 1891 a 1908, de
1909 a 1912 y de 1916 a 1919.
Sus
discípulos lo recuerdan como un gran pedagogo, interesado en que sus alumnos
aprendieran lo que él se esforzaba en enseñarles. Muy acucioso en la
preparación de las clases, muy puntual para empezar y terminal la clase, muy
justo pero estricto.
No
aceptaba las bromas, ni las risas en clase y como anécdota que retrata
perfectamente la seriedad de sus clases se cuenta que un día los alumnos lo
recibieron con aplausos y este secamente les respondió que a clase se venía a
aprender y él que creyera lo contrario se podía ir.
Estimulaba
en sus alumnos el espíritu investigativo, les incentivaba la honradez y en los
valores, dejaba una huella profunda en sus discípulos que hizo que los
recordaran al pasar los años con un gran cariño y respeto.
Demostraba
el Doctor Hernández que la investigación metódica en todos los campos del saber
nunca estaba reñida con la fe. Comulgaba con la teoría creacionista, profundo
rival de la teoría evolucionista que nunca acepto como válida.
A
pesar de que el Siervo de Dios era un hombre, parco, callado, lo unió una gran
amistad con Luis Razzeti, que era de una personalidad en erupción y siempre
buscaba la controversia con Hernández, pero este le aplacaba las ganas de
debatir sobre la teoría del Darwismo.
Los dos hombres gozaban; a pesar de sus
diferencias; de una gran amistad y el hijo de Isnotú siempre que podía le metía
en su saco a Razzeti una estampa de la Virgen María, con el fin de que algún
día cambiara sus ideas.
Razzeti
se expresó así de José Gregorio Hernández: "Fue médico profesional al
estilo antiguo; creía que la medicina era un sacerdocio, el sacerdocio del
dolor humano, y siempre tuvo una sonrisa cariñosa para la envidia y una
caritativa tolerancia para el error”.
Otra
faceta del Doctor Hernández poco conocida es su participación en las milicias
que se crearon cuando el bloqueo del año 1902 apareciendo en la boleta:
“Estados
Unidos de Venezuela, Distrito Federal. Jefatura de Milicias N° 1, Caracas, 11
de diciembre de 1902. El ciudadano José Gregorio Hernández se halla alistado en
la milicia de la Parroquia de Altagracia. Vive en la calle Norte 2, casa N° 36.
El Jefe Civil: G. Arenas. El Prefecto: L. Carvallo. Filiación: Edad treinta y
ocho años. Estado: Soltero. Profesión: Médico”.
De
esta manera vamos conociendo las facetas de este hombre santo, que no solamente
fue un hombre de Dios sino un gran científico, un dedicado y rígido docente,
además de un gran patriota.
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