José Rosario Araujo
La guerra por la independencia
venezolana tuvo en sus inicios más
característica de guerra civil que guerra de liberación contra otro país.
No es un secreto que muchos de
los venezolanos no luchaban por liberarse de España sino peleaban de manos de
caudillos ibéricos para vengarse de los atropellos cometidos por la clase
mantuana en contra de las clases populares.
Los blancos criollos luchaban
con el fin de tener los derechos políticos que España no les concedían.
Las masas del pueblo le confieren el apoyo a Monteverde y gracias a está masa el
canario derriba la I Republica.
El marino canario no logra
mantener la unidad de la masa debido a que no toma medidas enérgicas en contra
de la clase dominante como posteriormente tomaría Boves destruyendo al país en aquellos años conocidos como
“terribles”.
José Tomás Boves comandando
zambos, mulatos, negros exterminan la
nobleza criolla representada por Bolívar y Mariño.
Al morir Boves en Úrica a
finales del años 14 este “pueblo rebelde” dispersos por falta de caudillos se agrupa a las ordenes de jefes republicanos
de extracción popular que luego se agruparían en las banderas de Bolívar en el
años de 1816 y estos permite al Libertador darle a está guerra social carácter
de liberación.
Nunca dejo el héroe venezolano
de recordar aquella hecatombe de venganza de las clases mas humildes en contra
del mantuanaje y no le tiembla el pulso al ejecutar a Piar temiendo que esté
caudillo pudiera comenzar esa guerra que había comandado Boves.
El historiador y presidente dominicano
Juan Bosch, , en su obra “Bolívar y
la Guerra Social” explica la teoría de
guerra social en vez de independencia y
explica que Bolívar lleva a sus ejércitos a Nueva Granada, Quito y Perú para
entretenerlos en guerra a aquellos hombres que antiguamente formaron las
huestes de Boves.
No se le puede negar la
genialidad de un hombre proveniente de la clase dominante que supo
penetrar el alma de estos soldados y hacerlos pelear por ideales cuando
estaban acostumbrados a combatir por el botín obtenido.
Además de cambiar su
inclinación de clase al favorecer
aquellos más desposeídos como lo manifestó al llegar a Carupano el 2 de junio
de 1816 donde decretó la libertad
absoluta de los esclavos.
El 6 de julio de ese mismo
año, al desembarcar en Ocumare de la Costa dicta una Proclama en que dice, al
referirse a los esclavos: «Esta porción desgraciada de nuestros hermanos que
han gemido bajo las miserias de la esclavitud, ya es libre. La naturaleza, la
justicia y la política piden la emancipación de los esclavos: de aquí en
adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres, todos serán ciudadanos».
Claro tuvo que ser el
pensamiento del héroe y profundas las reflexiones que enaltecen la figura del
paladín caraqueño que hoy después de 189 años de su muerte sus ideas y doctrina están más vigentes que
nunca.
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