Valera valerá
José Rosario Araujo
La ciudad de Valera;
después de la donación por los
hijos de Mercedes Díaz de los terrenos de la Hacienda Santa Rita; sus primeros
50 años se desarrolló al este del Zanjón del Tigre atrayendo gente de todo el
estado Trujillo, destacándose como urbe
de progreso y avance, siendo reconocida
en 1860 dándole la categoría de urbe y en 1871 la de ciudad, siendo este motivo
de grandes celebraciones por parte de sus habitantes.
Ya para esa fecha contaba con diez calles trasversales y ocho
avenidas, pero el crecimiento de la población hace que el Presidente del
Concejo Municipal; Gral. Juan Ignacio Montilla; comprará por la suma 20.000
bolívares el Llano de San Pedro, situado a la derecha del zanzón del Tigre, para anexarlo a la ciudad con la intención de ampliar
la población. Esta propiedad era de Doña
Victoria Carrasquero, viuda de Juan Pablo Labastidas.
Existían a los alrededores de la ciudad las haciendas La
Plata, Morón, Santo Domingo y la Esperanza que servirían a futuro para agradar
la ciudad y ocho años después el Concejo Municipal encomienda al Ingeniero
Baptista para que levante un plano y
delimite al Llano de San Pedro.
Para el segundo año del siglo que comienza, se designa una junta constituida por los
concejales Anselmo Carrillo, Ernesto Ibarra, Andrés Cornieles, y el Procurador
de la ciudad para parcelar los terrenos y un año después el ayuntamiento
municipal realiza una ordenanza en donde regula la urbanización de la hacienda
de la cual era propietaria Victoria Carrasquero. Dos años siguientes se nombra
una junta que reglamentará la distribución de los terrenos, integrada por Américo Briceño Valero; agrimensor; Juan
Ignacio Montilla y Pompeyo Oliva.
En 1916 el cabildo valerano publica en Gaceta Municipal un reglamento orgánico de la nueva población
del Llano de San Pedro y deroga la
Ordenanza de 1903 y se dispone que las calles del mencionado sitio se ampliaran
en 8 metros de ancho, se marca el templo, la escuela, el mercado cubierto y la
casa municipal.
Para el año de 1918 el Concejo Municipal de Valera; presidido
por Domingo Tejera, obliga a los que habían adquirido terrenos en el Llano de
San Pedro que cumplieran con las disposiciones reglamentarias ya que se
apoderaban los terrenos y construían de cualquier forma.
El cabildo municipal trató que fuera la primera zona valerana
que tuviera un verdadero sentido
urbanístico.
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