lunes, 5 de julio de 2021

AECIO Y ATILA


 La amistad que terminó  en batalla

José Rosario Araujo

Transitar por la senda de la espada y no mencionar a estos dos personajes de la historia romana es dejar un vacío en  la narración sobre los hechos  de la espada y del honor.

Conocí parte de esta historia con el excelente libro del escritor Michael Curtis Ford llamado “La Espada de Atila”, que narra aquella época en donde los dos combatientes vivieron y se enfrentaron.

El trama tan interesante de esta historia que unió a Flavio Aecio y a Atila me despertó la curiosidad de conocer sobre el tema y realice una búsqueda  de información sobre el tema  para conocer sobre este. Eso me llevo a apasionarme por el tema y comenzar a conocer sobre el choque de dos civilizaciones que se produjo a comienzos del siglo V después de Cristo.

Cuando penetras en el tema y te encuentras con las dos magnas figuras; el guerrero huno, hábil como jinete, aguerrido estratega militar,  frente a un valeroso general de las Centurias Romanas, con un gran conocimiento sobre el pueblo de Atila,  ya que había vivido en su juventud como huésped-rehén de  los hunos convirtiéndose en uno más de ellos,  que después se enfrentarían en la famosa batalla de los Campos Cataláunicos.

En el imperio romano para el fin de ese siglo IV no se conocía mayormente al pueblo de Atila, para los romanos todo lo que no fuese su imperio, su cultura y tradiciones era “bárbaro” para ellos. Cuando comenzaron a saber de este pueblo de una vez los catalogaron como sucios, salvajes que comían carne cruda que salaban en los lomos de los caballos debajo de la silla de montar.

Atila es el sobrino del Rey de los hunos Rugas o Rugila que es entregado como rehén-huésped al Imperio Romano, costumbre que se practicaba en esa época para enfrentar posibles invasiones que  amenazaban a ese imperio pronto a agonizar. Esa costumbre   se realizaba con la firme intención de que fueran avales del cumplimiento del pacto entre las dos naciones.

Es importante aclarar que ese huésped-rehén gozaría de amplias libertades y sería tratado como un integrante más del pueblo que lo recibía.

Primeramente Atila es enviado a Roma ante que Aecio sea llevado  a territorio de los hunos, ya para esos momentos se empezaban a conocer esas tribus como excelentes jinetes y hábiles arqueros, difíciles contendientes para las Centurias Romanas.

Los primeros días en que el futuro caudillo y Rey de los pueblos hunos conoce a Aecio,  se convierten en amigos. Ambos asumen las costumbres de los pueblos en que les toca vivir.

El romano asume la vestimenta huna y aprende las tácticas militares de estos esforzados jinetes de las estepas.

Para esa época el imperio romano estaba dividido en dos partes. Teodosio el Grande, nacido en Hispania,  repartió entre sus dos hijos  el vasto imperio. Cedió la parte occidental a Honorio y la oriental a Arcadio en el siglo 395. Pero ya ese imperio no era ni la sombra de lo que fue.

El pueblo huno procedía de la parte oriental del imperio, eran un pueblo nómada que invadieron Europa para el año  370 que en los próximos ochenta años crean un imperio.

Eran pastores,  gobernados  por caudillos que se llamaban jefes de grupo, pero terminarían siendo dirigidos por el tío de Atila  Rugila.

Aecio nació en la provincia romana de Escitia Minor en el año de 396, hoy la frontera entre Rumania y Bulgaria. Provenía de una noble familia, su padre era un  militar llamado Gaudencio que tenia el cargo de Magister Militum de las Galias y de la hija de un Senador muy rico llamada Aurelia.

Cuando regresa del país de los hunos Rugila le entrega el Ejército del Norte de esa tribu,  que está integrado por sesenta mil aguerridos jinetes, teniendo el cargo militar de dirigir una brigada de caballería.

Atila y Aecio eran grandes amigos, el futuro caudillo de los hunos aprendería el modo de vida romana como su camarada Aecio se acoplo a la vida de los jinetes hunos. Atila fue dos veces a Italia, una de ellas a socorrer a su amigo y le presto su ayuda para que obtuviera el título de Caudillo.

Cuando fallece el emperador Honorio aparecen dos candidatos a ocupar ese trono, Juan y Valentiniano y Aecio es partidario del primero y utiliza su ejército para apoyar esa causa.

Cuando Flavio parte para Roma dirigiendo ese gran número de combatientes hunos, va vestido con la vestimenta de ese pueblo y es recibido por su padre que se asombra ya que su hijo es un jefe militar  de los jinetes de las estepas.

Gaudencio le aclara al verlo,  después de siete años, que el mando de Roma cambia cada rato de mano y que por esa razón no se sabe quién realmente es enemigo del imperio,  lo lleva ante la Emperatriz Madre Gala Placidia, ya Juan había sido apresado y asesinado por el emperador Valentiniano.

Este gobernante negocia con Aecio y le nombra Magister Militum de las Galias como fue su padre Gaudencio. Para ese momento el poder se encuentra en manos de los Generales romanos y uno de ellos es Flavio.

En ese tiempo Gala Placidia busca desavenencias entre los jefes militares para de esta forma evitar que el poder estuviese completamente en manos de estos líderes militares. En esos tiempos terminan enfrentándose un jefe militar llamado Felix y Flavio Aecio, derrotando y ejecutando a su rival obteniendo las Galias e Italia.

Anteriormente Flavio Aecio se había convertido en un líder muy importante del Imperio de Occidente, teniendo una destacada participación en contra de expansión de los visigodos en la Galia y a los burgundios en Saboya. Condujo al triunfo a los romanos en la batalla de Mons Colubrarius en el año del 433.

El líder romano trata de poner orden a un caótico Imperio de Occidente que ya se tambalea en franca decadencia. Con sus dotes militares detiene a los visigodos en la Galia y a los burgundios en Saboya.

La historia es un genio caprichoso que cambia la fidelidad de sus guerreros tempestivamente y  Aecio como militar se destacaría notablemente en una campaña contra los hunos, sus antiguos aliados, acción que hace que le otorguen el título de “El Ultimo Romano”.

Ya para el año 432 Atila era el caudillo de los hunos, los había unido, los dotó de libertad, conformando un potente ejército y comenzó a ejercer presión contra el Imperio Romano. Tres años después el emperador del Imperio de Occidente Teodosio firma un acuerdo con el caudillo huno para evitar una confrontación de entregarle tributos de los dos imperios, acuerdo que se rompe cinco años después.

El Rey huno busca una excusa para la guerra con los romanos, hasta que consigue la razón  al encontrar a unos romanos profanando tumbas hunas. Este hecho produce una batalla en donde los jinetes de las estepas obtienen un triunfo.

Teodosio sabia la superioridad militar de los hunos y no le queda más remedio de aceptar las pretensiones económicas de Atila logrando que le pagaran 700 libras de oro y que le devolvieran todos los soldados hunos que estuviesen sirviendo  en lo ejércitos romanos de Oriente y de Occidente, pero al final terminó atacando las provincias de Iliria y Tracia .

Bleda y Atila asolaron a los romanos  e hicieron que que los romanos destacaran tropas para combatir la agresión. Para lograr enfrentar la amenaza  los romanos tuvieron que pagar de nuevo un tributo de 1100 libras de oro anuales, con un pago inicial de 6000 por pagos atrasados, además de tenerle que ceder grandes extensiones de tierras. Pero de todos modos para el imperio era un precio barato que entrar en una guerra.

Para el año 450 la hermana del Emperador Romano; Honoria; le envía a Atila una petición de matrimonio y un anillo y el líder huno acepta y pide la Galia como dote.

Flavio pacta con Teodorico y cuando el huno intenta capturar Aurelianum; Orleans; se le oponen.

En el libro mencionado Aecio y Atila  se reúnen antes de la batalla y el romano  le ofrece al huno  que se le una, que haga retroceder a su ejército, que cruce el Rin y se retire a sus territorios, asegurándole la seguridad de él y de sus hombres mientras se halle en las fronteras del Imperio.

Le promete que no tomara represalias por la devastación  que los hunos han realizado. Atila ofrece que  le dará una tercera parte del Imperio y un lugar de honor.

Aecio le responde que él ya está al mando de todo el Imperio de Occidente y para que renunciaría a dos partes que ya controla.

Atila reconoce que su compañero de infancia está al mando de las legiones romanas, pero no tiene el título de Emperador y él es la única persona que se lo puede conceder.


Señala que Roma esta moribunda, pero Flavio le responde que se recuperara y que no tiene elección. El destino de los dos hombres está escrito, se enfrentaran.

Aecio cuenta con el apoyo de los visigodos, francos y alanos, consiguiendo la gran victoria; según algunos historiadores; de los Campos Cataláunicos en el 451, pero ese será otro capítulo de este libro, también imposible olvidar si se va a referir sobre la relación entre Aecio y Atila.

Para 452 los hunos invaden el norte de Italia y el Papa León I dialoga con el líder bárbaro que se retira con un ejército de treinta mil soldados,  tras el Danubio. Un año después muere por una hemorragia nasal.

Aecio no corre mejor suerte y para el 454 Valentiniano III que consideraba que después de muerto Atila la presencia de Flavio no hacía falta y gracias a las intrigas palaciegas mandó  a llamar al militar y él mismo lo asesina por sorpresa. Para el siguiente año el sátrapa es asesinado por dos antiguos  oficiales del vencedor de Atila.

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