José Rosario Araujo
La situación de las
fuerzas republicanas era muy peligrosa, la Segunda República estaba a punto de
fenecer debajo de los cascos de los caballos de los laneros de Boves.
Se encontraba amenazada la línea Caracas-Valencia y Bolívar cuenta con José Félix Ribas para frenar la caballería del astuariano.
Ribas reúne siete
batallones con un número de 2.000 hombres, integrado por un escuadrón de
dragones y un cuerpo de estudiantes del seminario de Caracas voluntarios ocupa La
Victoria.
Boves se encuentra curándose de una herida, pero destaca un número entre infantes y jinetes de 4000 combatientes comandados por su segundo Francisco Tomás Morales con la misión de batir las fuerzas de Caracas.
Ribas frenara a estos salvajes con seminaristas de muy joven edad, estas huestes salvajes, desordenadas armados de lanzas, montados en caballos casi salvajes, con infantes no menos combativos que habían logrado que las fuerzas de Bolívar les temiesen por lo crueles de sus ataques y los asesinatos y las violaciones que cometían.
Morales llega a La Victoria aquel 12 de febrero de 1814 y sorprenden los puestos patriotas de Pantanero tomando la línea exterior de la ciudad. Ribas sitúa a sus hombres en defensa de la Plaza, los edificios centrales y la Iglesia.
Pantanero ha sido
tomado por los numerosos realistas que con sus gritos salvajes amenazan las
fuerzas del caraqueño.
Los mejores hombres republicanos ocupan las entradas principales del centro de la ciudad, desde el campanario de la iglesia se ven las bayonetas prestas a defenderse de los ataques de los hombres de Boves.
La plaza está cubierta por los dragones de Rivas-Dávila que habían desmontado de sus caballos tomando sus fusiles para enfrentar a los ataques de los llaneros. Los patriotas cuentan con cinco piezas de artillería para frenar la acometida de los llaneros que se acercan en apretada carga para destrozar a los soldaos de la libertad.
Los más jóvenes con la mirada serena, apretando sus fusiles con la determinación de la defensa de la buena causa esperan con serenidad en ataque. Ribas espada en la mano prepara la respuesta contra la carga que se acerca, los cañones con las mechas prendida a punto de lanzar metralla en contra del ataque que se aproxima.
El hombre del gorro
frigio lanza la siguiente arenga:
“Soldados. Lo que tanto hemos deseado va a realizarse hoy: he aquí Boves. Cinco veces mayor es el ejército que trae a combatirnos, pero aún me parece escaso para disputarnos la victoria. Defendéis del furor de los tiranos la vida de nuestros hijos, el honor de vuestras esposa, el suelo de la patria; mostradles vuestra omnipotencia. En esta jornada que ha de ser memorable, ni aun podemos optar entre vencer o morir: necesario es vencer. ¡Viva la República!”
Loa ataques
realistas contra las tropas republicanas se dan todo el día, Rivas -Dávila,
Soublete, Blanco, Ayala, Montilla, Maza, Canelón y Jugo contienen los ataques
de las hordas llaneras.
A las cuatro de la tarde desde el campanario informan que se aproxima un cuerpo de caballería, es el Coronel republicano de nacionalidad española que se acerca por el camino de Valencia.
Ribas ordena un contraataque con un grupo de dragones e infantería comandados por el Teniente Coronel Mariano Montilla en contra de las tropas enemigas que se encuentran en la avenida del este quienes despejan la dirección de marcha que trae el republicano de raza española.
Se combate cuerpo a cuerpo, en los patriotas combaten con valor la envestidas de los hombres de Morales, José Felíx Ribas no descansa, sable en mano recorre las lineas en donde se amenaza ser desbordada por el ataque realista.
Rivas Dávila es
herido y yace en su agonía y cuando ve que le es extraída la bala que produjo
la grave herida exclama:
“Levadla a mi esposa y decidle la conserve y se acuerde que a ella le debo el momento más glorioso de mi vida, aquel en que he perecido defendiendo la causa de mi suelo. Muero contento. ¡Viva la República!”
El enemigo parece desbordar a los patriotas, Morales ordena a sus hombres que basados en la desventaja numérica de los defensores abran brechas y ocupen las casas que se encuentran al frente de la plaza, pero Ribas y sus jóvenes no desfallecen, dirigiendo el fuego contra los llaneros.
Montilla dirige la
carga para ayudar a Campo Elías y tanto
valor logra romper las filas de Morales
y los llaneros ceden poco a poco dejando sembrado en terreno de
cadáveres.
Montilla y Campo Elías se abraza en medio del campo de batalla y cargan en contra de los aterrorizados realistas que huyen despavoridos.
Ribas abandona la
defensa de la plaza y embiste con sus muchachos arrollando a los lanceros de
Morales que huyen a Pantanero donde toman posiciones.
Al día siguiente el caraqueño del gorro frigio realiza un contraataque y el enemigo se retira hacia Villa de Cura.
Las acciones
continuarían hasta dar al traste con la patria republicana que tanto sacrificio
había costado a los patriotas.
Pero esta acción quedaría marcada como el día que pelearon los más jóve
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