miércoles, 17 de febrero de 2016

POR EL CAMINO A CARMANIA I PARTE



Sergio Tucci y José Rosario Araujo

CAPITULO I
La noche caía silenciosamente en la ciudad de Mérida, Simón Bolívar caminaba nerviosamente por la casa que le servía de refugio, sus oficiales estaban  acostumbrados a ver a su jefe dictar órdenes y cartas siempre en movimiento.
Bolívar era conocido por su energía incansable, cuando firmaba un documento  lo hacía parado, al estar en una hamaca se mecía con un pie, cuando conversaba lo hacía caminando, cuando iba a una fiesta bailaba incansablemente. Eso sí a diez  de la noche se acostaba y a las cuatro de la mañana  se levantaba religiosamente.

Ya todos estaban habituados a esa energía nerviosa que siempre manifestaba el militar caraqueño.
-Debemos  enviar a Atanasio con 500 hombres a Trujillo como a Boconó,  comentó a sus hombres Bolívar tomando la decisión que llevaba varias horas pensando.
-Tengo fe en ti Atanasio, sé que no solo eres valiente, sino un militar experto, ya lo vienes demostrando desde Nueva Granada. Voy a poner sobre tus hombros esta responsabilidad de que nos abras el camino con tus hombres, dijo el héroe venezolano.
_Quiero reunirme con Antonio Rosario, ayer mismo me envió una misiva  donde nos ofrecía bastimento para la tropa y dice que quiere hablar con nosotros,  continuo conversando Bolívar con Ribas, Girardot, Urdaneta, D¨Elhuyar y varios oficiales que venían acompañándolo desde el Rio Magdalena. 

Su Secretario Pedro Briceño Méndez como amanuense ha escrito cartas en donde Bolívar dice: 
“La repuesta la espero en Trujillo”. La cita se cumpliría.
En esta ciudad había recibido la noticia de una disposición de la Regencia Española la cual aceptaba el plan de Monteverde de pasar por las armas a cualquier persona que tomase las armas a favor de la independencia.
Regresó a Venezuela después de 6 meses. Venía acompañado por un grupo de héroes, jóvenes paladines. Urdaneta  le dijo: “Brigadier, si con dos hombres basta para emancipar Venezuela, presto estoy a acompañar a usted”. Con hombres como él, triunfaría.
Con pocas provisiones y armas pobres, sus hombres eran de los mejores combatientes, se componían principalmente  de soldados  de la Nueva Granada. 

Simón utilizaría diversas tácticas para derrotar la superioridad de los españoles. Una de las tácticas consistió en atacar separadamente a las divisiones enemigas y para ello,   el elemento sorpresa y  la rapidez de la acción  eran principales.
El Coronel Castillo había enviado  al Congreso un ataque contra Bolívar, acusándolo de incapaz, despilfarrador y que arriesgaba las tropas en campañas fantásticas pero el Congreso premio sus triunfos dándole el título de ciudadano de La Nueva Granada y lo  nombró General Brigadier de los ejércitos de la unión.

Camilo Torres, presidente del Gobierno de la Unión en Nueva Granada, si cree en Bolívar;  le concede el grado de general y de ciudadano neogranadino y le envía pertrechos. Nariño, presidente de Cundinamarca le remite armas y soldados, pocos,  peros duros en la pelea.
Torres ha entregado al nuevo general un mensaje a los venezolanos que dice:
“Es tiempo de tomar venganza de esas fieras desencadenadas sobre vosotros ciudadanos. Corred a las armas, venezolanos, sacudid esas cadenas vergonzosas, volved al esplendor que habías adquirido, a la eminente política a que os habíais elevado y que solo un accidente de la naturaleza, del que se valieron vuestros opresores, os pudo hacer bajar”.
El superhombre caraqueño en ruta para Mérida le responde:

“Mi corazón se inunda de placer y gratitud, al contemplar las armas libertadoras de Nueva Granada marchando a redimir a mi querida patria… La libertad que vamos a obtener se halla colocada entre los dos más grandes escollos que pueda presentar la guerra: La carencia de dinero y la de las municiones.”
Castillo renuncia y el caraqueño triunfa, con su habilidad política.

El guerrero venezolano confiaba en sí mismo, estaba seguro  de poder llevar a cabo esta proeza guiándolo el descontento del pueblo que estaba horrorizado por el salvajismo de Monteverde. Sus planes eran dictados según se presentaran las circunstancias.
Al principio se decidió a rendir a la línea oeste del caudillo español y de esta manera se abrió paso hacía Mérida, y el jefe realista Correa abandono la posición casi sin luchar.

Le concedieron una autorización limitada para invadir Venezuela, pero hasta Mérida y Trujillo. Cuando inició  la campaña, los realistas estaban situados así: En Mérida Correa, en Trujillo el Capitán Cañas, en Barquisimeto Oviedo, en Guasdualito Yánez, en Barinas Tiscar y en San Cristóbal Izquierdo en San Carlos con numerosas tropas que cubría los llanos de Cojedes, Guárico y Portuguesa; en oriente Antoñanzas, Cerveriz, Martínez y Zuazola.

El militar caraqueño contaba con 700 soldados y los realistas con más de 10.000, pero a pesar de la diferencia a los patriotas les  sobraba voluntad, valor, convicción.
El Coronel Castillo casi es derrotado, pero Santander, en ese momento Sargento Mayor lleva a sus hombres a la victoria. Castillo renuncia y se va, regresa a su país. La tropa queda al mando de Francisco de Paula Santander.
Ya había tenido el caraqueño un enfrentamiento con el granadino. Santander se niega a obedecer cuando a la hora de partir en la campaña hacia Venezuela, alega que recibió la orden de Castillo de quedarse en la Nueva Granada.
Bolívar con voz grave le dice:

-Si insiste usted en no obedecer, aquí mismo lo fusilo.
Los soldados siguieron el avance hacia Venezuela y Santander se quedó en Cúcuta.
Las tropas de Bolívar venían conformándose de la siguiente manera:
La vanguardia comandada por Girardot, contando con Luciano D´Elhuyar como segundo comandante; en la retaguardia mandada por José Félix Ribas, con José Tejada como jefe de artillería y Urdaneta como mayor general,  Pedro Briceño Méndez era secretario; contando como edecanes con Juan Pulido y José Lugo.

Atanasio Girardot era hijo de un próspero comerciante francés que había obtenido el título de abogado y  se había unido a la lucha independentista desde muy temprana edad
Se incorporó a la lucha independentista en su región natal, formando parte de la expedición organizada por la Junta Suprema de Gobierno para apoyar a la Confederación de Ciudades y se distinguió en la liberación de Popayán al derrotar al realista Miguel Tacón y Rosique, en la Batalla del Bajo Palacé el 28 de marzo de 1811.
Girardot  era un hombre valiente y un gran estratega que se había enfrentado en esa batalla al español con 2000 soldados  con setenta hombres en el puente del rio Palacé.

Había desalojado a los defensores del puente con setenta combatientes  e increíblemente gano la batalla. En la Nueva Granada no se había ganado un combate de esta manera salvando a su patria de la reacción de los monárquicos.
Participó en combates contra los federalistas cuando el gobierno de Antonio Mariño y cambio de bando peleando a favor de las Provincias Unidas, enemigas del centralismo, uniéndose a Bolívar en la Campaña Admirable
En Trujillo existía un grupo que conspiraba en contra del imperio español, una corriente de rebeldía recorría todas las comarcas trujillanas y uno de sus representantes era el Cura Francisco Antonio Rosario.
El cura Rosario era una figura leyendaria de esas tierras, que había nacido en una hacienda llamada “La Rosariera” en la parroquia Chiquinquirá de Trujillo el 13 de junio de 1761.

Se decía que era un hombre blanco, alto que hablaba francés, italiano, inglés, latín, alemán, árabe y español.
Rosario era un hombre dedicado a la agricultura, dueño de haciendas, gran fanático de los objetos de lujo y de la buena vida.
Junto  a Juan Llavaneras, Bartolomé Monzant y Miguel Ignacio Briceño;  el 2 de Septiembre de 1811;  elaboraron  la Proclama de La Libertad, este manifiesto subversivo, osado, brillante y completo, planteaba la libertad plena sin ninguna condición ni concesión.
 Lo unía una gran amistad con el Dr. Antonio Nicolás Briceño, perteneciendo junto a este a una Sociedad Secreta llamada “Los Hermanos”, siendo conocido como El Halcón  y era en ese tiempo jefe de la Junta de  Guerra.
Se encontraba esperando la llegada de Bolívar en su casa del Cucharito en donde día antes recibió a Atanasio Girardot  acompañándolo a la ciudad de Trujillo.

Contaban igualmente de él,  que un año antes se había reunido con el “Diablo Briceño” y el Dr. Cristóbal Mendoza  en su casa natal en la “Rosariera”, realizando una brindis por el triunfo de la independencia.
-Brindemos tocayo y usted Dr. Mendoza por los dos años desde que empezamos a quitarnos el yugo español, dijo Rosario levantando su copa.
-Ya llegara el día en que esta esclavitud que nos han sometido los españoles sea solo un recuerdo. Continuó el prelado trujillano.
-Hay que reconocer el trabajo,  Antonio, el trabajo que han realizado nuestra Sociedad en aras de la libertad. Recalcó el “Diablo Briceño”.
-Dr. Briceño hay que reconocer también al Padre Rosario ya que de su peculio ha salido lo necesario para sufragar los gastos de los miembros de “Los Hermanos”  y que no basta solamente con el oficio que se leyó de la Junta Revolucionaria de Trujillo, explicó el Dr. Mendoza.

-No importa amigos, no he hecho nada que ustedes no han realizado por amor a la libertad, pero les aconsejó que debemos seguir reunidos como lo hacían  los antiguos Carboneros en Italia para evitar que la represión de los esbirros del rey nos detenga. Debemos promover las reuniones en las casas, con tertulias en las calles, en las haciendas, en las iglesias, además es necesario que los jóvenes participen y que se sientan identificados con los cambios que promovemos, enfatiza Rosario.
Si los más jóvenes no nos apoyan, esta revolución no tendrá razón continúa el prelado.

Había sido muy difícil la llegada de los doctores Briceño y Mendoza quienes tenían que devolverse a la Nueva Granada por vía desde Trujillo, Mérida, Villa de San Cristóbal, Villa del Rosario de Cúcuta, Tunja, Cartagena de Indias  y Santa Fe de Bogotá.
Habían huido para poder enfrentarse  de una manera más sencilla y  continuar con la lucha por la liberación de la Patria.
-¿Tocayo, cómo está tu familia? Le preguntó Rosario a Briceño.
-Tuve que huir con María Dolores, preñada de cinco meses y con Ignacia que sabes que es muy pequeña,  para evitar que los españoles me detuvieran. Respondió el “Diablo”.

-Carajo, tu no pierdes el tiempo, hace poco no había nacido tu hija Ignacia y ya María Dolores   está preñada, comentó echando bromas el padre Rosario.
-Menos tú hermano, ya sabemos de tus hazañas y de las tres Marías riposta Briceño escudándose en la gran amistad  y confianza que tiene con el presbítero.
Para nadie era un secreto  que el sacerdote trujillano sentía predilección por el bello sexo y que contaba con un número bastante elevado de hijos que no eran ni ocultados ni disimulados. Se sabía que vivía con Roxana Giacopini y tenía a las Marías, María Lobo, María González y María García.
Cuando alguno de sus amigos íntimos  le echaba bromas el sacerdote decía:
-“Quien peca y  reza, la empata”.

CAPITULO II
Bolívar permanecía en la ciudad  de Mérida organizando su gente, sabía que no sería fácil enfrentarse a los españoles. Contaba con la gente de Campo Elías, que a pesar de ser europeo, tenía un gran odio en contra de sus paisanos y comentaba que una vez terminada esa raza, él se suicidaría para que no quedara en Venezuela vestigio de lo que llamaba raza maldita. Se suma el español  a su gente con una compañía de soldados, pero la mayoría no tenía ni armas y menos uniformes, pero valor si les sobraba.
De igual forma se les unió el Mayor Ponce con un piquete de caballería,  horrorizado por los desmanes de Monteverde y el cura Uzcátegui transformó su hacienda en taller de fundación y elaboraron 16 cañones montados en sus cureñas. Entre los hombres que se le unen había muchos jóvenes que eran casi niños, pero no les faltaba valor para el combate.

Mérida puso a las órdenes de Bolívar 500 hombres, 800 caballos, numerosos cañones y 30.000 pesos. Envió espías para que le informaran sobre la ubicación y cantidad de las tropas españolas que se encontraban en Barinas y Trujillo.
Recordaba cómo había sido recibido,  el pueblo merideño lo ovacionaba y le tiraban flores. Correa había abandonado la ciudad sin presentar combate. En  Mérida fue nombrado Libertador el caraqueño y desde ese momento llevaría ese título por toda la eternidad título glorioso, que lo lleno  de un gran orgullo.   Este nombramiento  es propuesto por Cristóbal Mendoza. El Ayuntamiento había organizado una solemne recepción en honor de los héroes que venían a liberar Venezuela de las garras del imperio español.

Las pasiones como las de Campo Elías o Antonio Nicolás Briceño  no gustaban a Bolívar,  a pesar  de su valentía y dotes militares no le gustaban los excesos que muchos de estos hombres cometían a pesar de los desmanes que cometían  los españoles contra los partidarios de la independencia.
Lo que si estaba seguro Simón,  era que había llegado el momento  de extremar la revolución ya que había que combatir y dar respuesta contundente a los enemigos de la libertad. Ya sentía la mirada de su gente que esperaba una proclama que definiera la lucha que apenas empezaba.

¿Qué se iba a hacer con los venezolanos que defendían las banderas del Rey. Había que fusilarlos por traidores? Se preguntaba Simón.
Bolívar frenaba el deseo de actuar, debía ser precavido, era demasiado lo que había en juego. Todos los días le llegaban noticias de los desmanes cometidos por los españoles de Monteverde. El sufría al ver lo que pasaban sus compatriotas.
 Recordaba las ejecuciones de Quito y La Paz, que le habían llegado las noticias; los asesinatos que se producían en México en defensa del rey de España, los prisioneros que se pudrían en Puerto Cabello y la Guaira.

-Ya nuestra clemencia se está acabando. Ellos nos fuerzan a una guerra sin cuartel y haremos que ellos desaparezcan de la faz de la tierra. Pensaba en voz alta Bolívar.
En Caracas Monteverde en persona cometía desmanes en contra de los partidarios de la libertad. Mujeres eran sometidas a cualquier clase de atropellos cuando se acercaban para pedirle clemencia al canario para sus familiares.
Los oficiales que acompañaban a Bolívar lo presionaban para que tomara una decisión clara vengándose de todas las atrocidades cometidas por el enemigo. Los venezolanos que acompañaban a Simón en la campaña habían dejado  a sus familiares en Venezuela y sabían que muchos de ellos se encontraban sufriendo en carne propia todo el peso de las injusticias, uno siendo asesinados y otros siendo prisioneros.

-Simón debemos  ser más duros, no debemos dar cuartel,  decía con ímpetu el del gorro frigio, su tío político José Félix Ribas.
-No somos débiles, José Félix, somos soldados, no asesinos, no podemos cometer crímenes y salvajadas, indicaba Simón al esposo de la hermana de su madre.
José Félix Ribas, pertenecía a una familia rica caraqueña igual que la de Simón Bolívar, comenzando su carrera como militar con el grado de coronel, siendo jefe del Batallón de Milicias Regladas de Blancos de Barlovento. Para este momento el tío de Bolívar ya se había enfrentado contra Monteverde.

 Se reunió con el héroe caraqueño en Ocaña y  con él prepara la invasión de Venezuela teniendo una actuación heroica en la batalla de Cúcuta contra Correa luciéndose con una carga a bayoneta.
Cuando calló Bolívar le llego a su mente las letras enviadas por el cura Rosario sobre la “Guerra a Muerte”.
- ¡Ah curita este, carajo! Se decía Simón.
Quien lo iba a decir que este cura masón sería tan duro con el enemigo. Ya llegaría el día en que se encontrarían. Quería conocerlo,  hasta él habían llegado las andanzas de este famoso cura trujillano. Ya se verían, presentía que desde ese momento comenzaría una gran amistad.

Varias cartas más recibiría del Padre Rosario.
-¡Antonio tiene razón! ¡Hay que declarar la guerra a muerte! ¡Tenemos que ser implacables!
Recordaba con rabia la humillación que recibió de Monteverde. Evocaba ese momento con coraje, el canario no le prestó atención.
¿Qué se creía  ese hijo de puta, cuando me dijo que me premiaría los servicios a España por entregar a Miranda por un pasaporte? Repetía una vez más llenándose de rabia.
Entregue a Miranda por traidor y por haber capitulado ante el enemigo. Dijo en voz alta Bolívar con rabia.
Las palabras de Monteverde siempre le resonarían en su oído. Con rabia le contestó que había detenido a Miranda por rendirse y no para prestarle un servicio a España.

Pero era inevitable recordar esa escena, odiaba al canario con todas las fuerzas de su alma como odiaba al traidor Vignoni, que entregó el bastión de Puerto Cabello  cuando estaba ausente.
Soñaba en una de esas batallas encontrarse frente a frente con Monteverde y matarlo. Para nadie era un secreto que Bolívar mataba a la primera estocada.

Buen peleador si era, engañaba su cuerpo delgado y pequeño. Eso lo venía probando desde Barracas.Tuvo como maestros  de esgrima a los mejores espadachines españoles de la época.
Hay que resaltar que Simón Bolívar era un hombre bastante duro en la pelea. Como mantuano era experto en el manejo de la espada, se destacaba en el uso de bastones como era preciso en un caballero.
Además Simón con su espíritu inquieto había aprendido el arte de combate de los negros y la pelea con machete y lanza. Siempre combatía en la primera línea, era un gran conductor de tropas. Desde Barracas transformó sesenta soldados pobres, indisciplinados y apáticos en entusiastas defensores de la libertad.Había organizado un selecto grupo de 200 combatientes y con ellos había partido en diez balsas a hacer la guerra a los españoles.

Bolívar era un hombre tenaz, muchas veces se sintió desvanecer, pero triunfó.
Tenía que mantener el equilibrio de sus tropas que se encontraban heridos en su  amor propio, querían vengarse de las vejaciones que recibían sus paisanos. Desobedeciendo órdenes atacó Tenerife y después de un combate reñido los españoles se retiraron.
Continuó a Mopox y desde ese momento sus sueños de libertad y gloria se empezaban a convertir en realidad. El francés Labatuf estaba molesto, pidiendo que lo acusaran de rebelión, pedimento que fracaso ya que el Congreso le dio la aprobación para seguir avanzando.
El combatiente caraqueño decía: “Yo he nacido en Caracas, pero mi fama nació en Mompós.”
Su fama de militar aumento quince días después de haber salido de Mompós cuando informo al Congreso de Nueva Granada que el río Magdalena estaba libre de enemigos.

Se dirigió a Pamplona en busca de Monteverde y atacó los españoles sin darles descanso hasta que huyeron a Venezuela. Bolívar se dirigió hacia allá había que conquistar Caracas, la mejor defensa era el ataque, si Venezuela seguía en manos de los españoles La Nueva Granada tendría un cuchillo en la garganta.
El militar caraqueño había preparado un plan para la campaña que consistía en el despliegue sobre Venezuela de un ataque en dos direcciones: una columna comandada por su tío que se dirigiría a San Cristóbal, la selva de San Camilo y Barinas: Al liberar esas provincias se reuniría con la tropa en Guanare, teniendo como misión igualmente conseguir ganado y dinero.
La columna dirigida por Bolívar se dirigiría a San Cristóbal, La Grita, Mérida y Trujillo. El 17 de mayo llega a La Grita, dos días después se dirige a Mérida.

Bolívar aspiraba que sus tropas fueran libertadores no crueles  vengadores, nunca estuvo de acuerdo  crueldades ni salvajismos. Por eso nunca pudo estar de acuerdo con “El Diablo Briceño”.
Los salvajismos de Monteverde y los crímenes que cometieron algunos jefes realistas exaltaron la fibra patriótica del “Diablo” siendo uno de los primeros que llegaron a Cartagena y el 16 de enero de 1813 publicó unas proposiciones del pueblo venezolano para emprender una expedición por tierra para liberar el país.

Montó una expedición con 143 hombres que el comandaba actuando por su propia cuenta
Ya anteriormente había tenido serias dificultades  con el caraqueño  por sus terrenos en sus fincas. “El Diablo era propietario de un lote de tierra que colindaba con una finca de Bolívar y por delimitaciones tuvo en el año de 1807 un altercado con el futuro libertador y al no hacerle caso por sus reclamos se acerca cuando el guerrero venezolano con sus peones realizan labores agrícolas y Briceño lleno de rabia saca un arma de fuego  y los apunta, pero teniendo un gesto rápido el amenazado logra arrebatarle el arma y se produce una pelea entre los dos hombres. Llegó a San Cristóbalcon el fin de unirse a la expedición libertadora y publicó el trujillano un bando declarando la “guerra a muerte” ofreciendo la libertad a los esclavos que mataran a sus amos españoles y canarios. 

En aquel momento Briceño asume una línea que parece ser muy cruel al ofrecer recompensar con tierras, propiedades y ascensos militares a todo aquel que marchará con él en su propósito independentista y diera muerte a cada español que se opusiera a tal misión, aquello implicaba que todo combatiente suyo que le trajera cabezas de españoles recibiría su premio; y mientras mayor el número de cabezas mayor sería la recompensa.

Briceño asesino a dos isleños, cortándoles las cabezas, no le cayó en gracia a Bolívar  tampoco cuando le envió una cabeza de un español a él y otra a Castillo con una carta en donde la primera línea había sido escrita con sangre.
-Estas cosas del Diablo, exclamo Bolívar cuando recibió el macabro obsequio, lleno de rabia.
Ordenó al oficial Pedro Briceño Pumar para que remplazase al Diablo y lo detuviese para ser juzgado en Consejo de Guerra.+


El Diablo al saber lo ordenado por El Libertador se escapa por las montañas de San Camilo hacia Barinas. Desde ese momento Briceño se siente con la capacidad de obrar sin plan  y sin tener que seguir las órdenes del jefe del ejército.

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