Sergio Tucci y Josë Rosario Araujo
Recordaba
como si fuera ayer los pormenores de su fracaso en Puerto Cabello, sentía
todavía un dolor en su pecho y una rabia sorda al recordar cómo fue esa
traición y después aquel mudo reproche de Miranda.
Le
dolía acordarse de cuando su amigo español Iturbe lo llevo ante Monteverde para
pedir un salvoconducto para salir del país, así viviera mil años nunca
olvidaría la humillación que le hizo el jefe realista. Evocaba su llegada a la
Nueva Granada, sus setenta hombres que fieles a él lo siguieron, convirtiéndolos
en aguerridos combatientes y muchos de ellos se encontraban durmiendo en las
afuera de la Hacienda dispuestos a seguirlo a donde fuera.
Ellos
confiaban en él y debía llevarlos al triunfo. Simón esa noche sabía que haría
lo que estuviera en sus manos para lograr la libertad de la Patria y no
fracasaría.
Pero
tenía la certeza de que no se podía pelear con unos salvajes como Monteverde y
sus hombres con normas de caballerosidad y decencia. Esto mis amigos debieron
de ser los pensamientos de Bolívar aquella noche. No podía defraudar a Padre
Rosario que tan generosamente lo había ayudado. Los informes que le llegaban
eran aterradores, debía de fortalecer al ejército patriota con más hombres y
recursos.
Aquí en Trujillo los jóvenes huían para no ser
reclutados, los españoles habían planteado la lucha por la defensa del Rey y el
odio a los patriotas porque decían que eran ateos, rebeldes.
Esa
noche Bolívar ideo El Decreto de Guerra a Muerte, sabía que con esto haría
estremecer el suelo patrio, pero lograría hacer temblar al enemigo. La guerra a
muerte que ya practicaban los españoles debía de ser también declarada por los
patriotas. Bolívar se levanta de la mecedora y camina alrededor del cuarto
piensa, medita, recuerda las palabras del padre Rosario:
-“Simón no debemos de ser clementes
con ellos, los españoles no lo serán con nosotros recuerda lo que te paso en
Puerto Cabello. Combátelos con crueldad
hazles pagar lo que hacen contra tu gente. Briceño tenía razón; hay que hacer
que nos teman”.
Después
de unas horas y ya bien entrada la noche El Libertador Simón Bolívar se acuesta
para tener un dormir inquieto ligero y levantándose al otro día con la mente
clara y dando forma a una proclama que piensa redactar a su llegada a la ciudad
de Trujillo.
Las
tropas ya listas para seguir, impacientes en luchar por la libertad de sus
tierras, dispuestas a combatir sin cansancio en pos de un ideal parten junto a
sus jefes que los conducirá a la tan ansiada victoria. Al llegar a Trujillo la
noche del 14 al 15 de junio no fue de descanso para el Brigadier Simón Bolívar.
Inquieto,
preocupado, nervioso igual que la noche anterior en la casa de su amigo el
sacerdote Rosario, camina por el cuarto, se sienta en una silla embutidos en
los mismos pensamientos que lo inquietaron la noche de ayer y todo el día de
hoy.
-“Tenemos
que definir la lucha, de cobrar agravios, hay que vencer o morir, Antonio me lo
repitió ayer varias veces y al despedirnos me dijo: Simón hazle honor a ese
apodo de Libertador, haz que los
realistas nos teman y respeten.”
Las
palabras del padre Rosario no se le apartaban de su mente y anoche al meditar
le llegó una proclama que tenía que dictar a sus tropas y a los venezolanos.
Son
las tres de la mañana camina incansablemente por su habitación, sale de ella y
llama a Briceño Méndez:
-“¡Pedro,
Pedro, ven por favor!” Paseándose de un extremo a otro de la sala empieza a dictar:
Venezolanos: un ejército de hermanos… ha venido a libertaros y ya lo tenéis
entre vosotros”
Briceño
Méndez escribe ya está acostumbrado a ser levantado por las noches para
escribir una carta o una proclama pero ahora sabe que lo que escribe cambiara
la guerra y esta decisión será trascendente.
Bolívar
continúa:
-
“…No hemos podido con ver indiferencia la aflicción que os hacían experimentar
los bárbaros españoles que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido
con la muerte.”
El
Libertador habla con voz pausada pero grave, sabe que esta decisión trae el
triunfo o la derrota para la causa de la libertad.
-“Que
desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo
infectan…..Que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia…”Bolívar
hace una pausa y mira a la puerta sorprendido al ver llegar a varios de sus
oficiales que al escuchar el ruido de la voz de su jefe se levantan y
sospechando desde ayer que ocurrirá un acontecimiento importantísimo no quieren
perderse de aquella proclama que dicta su Brigadier, a pesar del momento de
tensión nadie fuma, el General no lo permite en su presencia.
-“A
pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro
magnánimo corazón se digna aún brindarles por última vez una vía a la
reconciliación y a la amistad… todavía se les invita a vivir pacíficamente
entre nosotros….”Se levanta y con voz dura imponente y con un tono más fuerte
exclama: “Españoles y canarios: contad con la muerte aun siendo indiferentes.
Americanos contad con la vida aun cuando seáis culpables”
Los
habitantes de Venezuela han quedado
divididos en españoles y americanos y los primeros se dividirían en los que
sigan con el rey y los que ayuden a la independencia.
Después
de lo fuerte de su voz concluye cansadamente sentándose en el humilde catre:
-“Cuartel
general de Trujillo 15 de junio de 1813. Simón Bolívar.
Ya
la decisión ha sido tomada y los dos bandos serán irreconciliables, serán
divididos por una mar de cadáveres, esta guerra a muerte durará siete años.
Al
cumplirse una semana del famosos decreto Urdaneta informaba al Libertador que
las tropas de realistas que infestaban a Trujillo habían sido exterminadas. Los
españoles tomados presos por Girardot fueron fusilados.
La
guerra seria feroz y mucho camino quedaría por recorrer en la lucha por la
libertad.
A
partir de este momento esto no sería una guerra internacional, sería una guerra
civil que se daría entre hermanos. Serían los españoles lo que suscitaron esta
decisión tan dura.
De
esta manera Bolívar estaba restableciendo la unidad americana que sería tan
necesaria en los próximos años en la lucha por la liberación en contra del
imperio español.
Si
El Libertador no toma la decisión de la “Guerra a Muerte” la guerra se hubiera
prolongado y las fuerzas patriotas hubieran sido derrotadas.
Simón
Bolívar un día diría:
“Para
ganar cuatro insurgentes, que nos ayudaran a liberarnos, fue necesario declarar
esta guerra a muerte”.
El
guerrero americano también manifestaba: “Yo he decidido emprender esta guerra a
muerte para quitar a los tiranos la incomparable ventaja que su sistema de
destrucción les ha otorgado”.
Quizás
esta guerra a muerte fue necesaria y de ella dependía la independencia
americana para demostrar que si los españoles querían exterminar a los
españoles, el deber de los libertadores era salvarlos.
Si
la fuerza del imperio español no hubiera sido quebrada por la violencia de la
lucha liberación, la lucha por la independencia hubiera sido más larga y no
menos cruel. Por esto el decreto tiene bastante justificativo.
Con
la liberación de las provincias fronterizas de Trujillo y Mérida, la misión del
Libertador estaba terminada, pero el entendía que si obedecía al Congreso que
le había otorgado el permiso de liberar solo esa dos provincias, él y sus
tropas estarían perdidos y Venezuela no alcanzaría su libertad.
-Debo
dirigir una carta al Congreso pensó Bolívar.
Escribió
lo siguiente:
“Más
que nunca, debemos actuar con rapidez y fuerza. Si permanecemos pasivos o
retrocedemos, todo estará perdido y yo no seré responsable de nada. Por favor
comprendan que todas las tropas de Nueva Granada, no importa bajo qué mando,
han sufrido muchos reveses, y que sólo el ejercito que tengo el honor de mandar
no ha sufrido daños. La fortuna ha querido coronar nuestros esfuerzos y ha
decidido protegernos. No agotemos su benevolencia”.
El
caraqueño tomó la decisión de no obedecer las órdenes del Congreso y siguió
avanzando arrollando a los realistas. Se dirige a Barinas y Monteverde ordena atacarlo y en Niquitao se
enfrentan los dos ejércitos.
Al
amanecer del día 2 de julio los patriotas avanzan hacia los españoles, a las 9
de la mañana observa José Félix Ribas el
dispositivo de defensa de las tropas enemigas.
Al
estar a los 100 metros el jefe patriota ordena a sus soldados del el centro que
eran comandados por Urdaneta que abrieran fuego contra las posiciones enemigas.
Cosa
que realizo el marabino por espacio de una hora, luego recibe la orden de
romper la línea central del enemigo con un grueso importante de su tropa. Otro
grupo de patriotas comandados por el capitán José María Ortega realizan otro
ataque en contra del ala derecha del enemigo.
El
enemigo abandona su posición por la embestida de los patriotas para así obtener
mejor posición en una altura más importante.
El
ataque patriota sigue por tres horas más pero sin ningún resultado aparente
sino la toma de algunas posiciones sin importancia.
De
pronto Ribas ordena a su caballería que marche por el camino real y toca a
“degüello” es decir a la carga para que embistan la retaguardia enemiga.
Los
españoles son derrotados y se fugan desordenadamente. Los patriotas obtienen
con esta derrota realista 445 prisioneros, 450 fusiles, 60 sables, 160 tiros de
cañón, gran cantidad de municiones. La derrota española fue tan grande que
Martí escapo con solo seis compañeros.
Esta
fue la primera de la batallas ganadas por el Coronel; en ese tiempo; José Félix
Ribas acompañado por otros bravos patriotas como el Mayor Rafael Urdaneta, los
Capitanes Campo Elías y José María Ortega.
Las
fuerzas patriotas en esta acción realizaron dos hechos relevantes y fueron la
marcha realizada por esta tropas y la maniobra para derrotar a los españoles en
sus posiciones.
Después
de esta acción los patriotas siguen en marcha para conquistar la capital de
Venezuela, pero por desgracia todavía está lejos la completa libertad de
Venezuela. Mucha sangre será derramada y la caída de la II República será una
de las etapas más negras de la historia venezolana.
FIN
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