José Rosario Araujo
-Parece que fuera ayer. Pronunció
José Delgado, moviéndose para acercarse a la fogata, ya que al transcurrir la
noche el clima se iba poniendo más frío.
- Si, ya hace 20 años que
estuvimos aquí, ripostó Gregorio Salvatierra; echándose un largo trago de la
botella de aguardiente que recorría las manos de cada uno de los cuatro hombres
que sentados en el suelo; alrededor de
un gran fuego; evocaban lo que había sucedido hace dos décadas en ese sitio.
Los cuatro hombres eran
combatientes de los ejércitos de Bolívar que pelearon en la batalla de
Carabobo. Los unía una amistad que al pasar los años se había fortalecido.
De la misma forma se conocía que
todos los años el general O´Leary se reunía todos los días de San Juan con
varios veteranos de esa batalla entre ellos los generales Piñerez, Briceño,
Wuer y Acevedo, el capitán Calderón y el
sargento Smith.
A pesar de las promesas que les
habían hecho de entregarles tierras por
los servicios prestados a la Patria no les habían cumplido, con todo y el sabor amargo que les embargaba
se sentían orgullosos por haber sido soldados del ejército libertador.
Los viejos soldados habían estado
aquí en la famosa jornada del 24 de junio.
Junto a Delgado y Salvatierra se
encontraban Alberto González y Martin
Sellers, ambos combatientes; igual que sus dos amigos; habían peleado en esa
jornada. González en la Segunda División, comandada por el General Manuel
Cedeño y Sellers en el famoso batallón de Cazadores Británicos, dirigidos por
el Coronel Tomás Ferriar.
Los otros dos hombres habían
peleado; Delgado con los llaneros de Páez de la Primera División y Salvatierra
en la División comandada por Plaza, que era la Tercera de las tres que llevó
Bolívar a esa jornada memorable.
Los cuatro combatientes se
habían reunido para recordar lo que habían vivido en esa magna epopeya que
fue la guerra de independencia venezolana, que tuvo como clímax decisivo el combate de Carabobo,
en donde un grupo de soldados de Bolívar derrotarían a un ejército mejor
organizado y entrenado como lo eran los hombres comandados por el general La
Torre, con los Batallones Basbastro, Hostalrich y Valencey, protagonistas de
las guerras napoleónicas en la España de principios del siglo XIX.
Los hombres se encontraban en el cerro Buenavista, desde
ese cerro se domina casi toda la región y hacia el este se ve la sabana despejada.
El día de la batalla se sitúa
allí El Libertador junto a su Estado
Mayor con su jefe; el Gral. Santiago Mariño, Sub Jefe el Gral. Bartolomé Salón, Secretario de Guerra; Coronel Pedro Briceño Méndez y los
edecanes de Bolívar; capitanes Daniel O´Leary, Juan José Conde y habían dirigido las fuerzas patriotas que
derrotaron al imperio español.
Los amigos; que se habían
conocido; a pesar de ser de diferentes cuerpos del ejército libertador; al ser
heridos en la batalla memorable; recorrían los diferentes sitios en donde se
realizó la hazaña patriota.
Para ellos era un deber estar en
el sitio hoy 24 de junio y recordar lo que había pasado; recorrer cada lugar en
donde se registró la gran pelea; que dio
la libertad a nuestro pueblo. Con sus caballos atados cerca, los cuatro soldados brindaban por los compañeros
que cayeron en esa batalla.
Ellos mismos llevaban en sus
cuerpos heridas que habían recibido en la conflagración, Delgado en las cargas
que realizaron los llaneros en contra
del batallón “Valencey”, Salvatierra cayendo con la descarga que mató a Plaza;
recibiendo los tiros en el pecho; pero
del lado derecho, González al finalizar la batalla al ser desbocada la
gente de la Segunda y Tercera División Patriota enterrándose en contra del
Batallón Barbastro que se retiraba en
formación de cuadros protegiendo
al Mariscal La Torre y Sellers siendo alcanzado por los disparos españoles cuando rodilla en tierra se habían atravesado
para defender la gente de Páez que caían combatiendo y estando a punto de ser
derrotados.
Los ingleses serían los que más
bajas tendrían; muerto su jefe al inicio
del combate; siendo remplazado por su segundo Davy, que igualmente muere a los
pocos minutos, tomando el mando el
Comandante Minchín; jefe de la primera
compañía.
Delgado, apoyándose en el codo y
echándose un largo trago a la botella de aguardiente comentó:
-Parece que fue ayer, cuando
salimos junto a mi general Páez de Achaguas, el día 10 de mayo. Íbamos como 1.500 jinetes y 1.000 infantes, con
4.000 novillos y 2.000 caballos que sabíamos que no sería fácil transportar ya
que muchas de esas bestias, estaban sin domar.
-El Libertador había enviado al
general, instrucciones para que la acción principal de la operación estaría a
cargo de la Guardia y el Ejercito de Apure. Antes de pasar el rio Apure
debíamos distraer a los españoles que teníamos al frente y para eso debíamos
realizar movimientos y enviar informaciones falsas.
-La infantería pasaría por el
Apurito y haría creer al enemigo que
tomaría una dirección distinta y la caballería por el San Fernando pero según
ordenes de Bolívar no podíamos estar fatigados para prepararnos para el día señalado.
-Sabíamos que muchos no
regresaríamos y a pesar de lo serio del momento, lo que hacíamos era echar
bromas y muchos hasta cantaban, de todos ellos sobresalía la voz de mi general.
-¡Ahh carajo, el Taita si cantaba
bonito! Otro que trataba de apagar la voz de nuestro jefe era el Negro ese
llamado Pedro Camejo.
Era un hombre de gran valor, que
había sido esclavo de un tal Vicente
Alfonso y servido en el ejército
realista, a las órdenes del español Yáñez, que le decían Ñaña.
-Cuando vino el Libertador a
encontrarse con nosotros, Pedro tenía miedo que el jefe supremo supiera que
había servido con el enemigo, pero como es de imaginarse, alguien se los sopló
a Bolívar, evocó.
-El general se le acercó con cara
de mamarle gallo al negro coño e madre ese; que lo veíamos todo confuso y
apenado; causando risa en nosotros, ya
que muchos habíamos sido blancos de las
bromas de ese hijo de p….
-Le preguntó que le había movido
a servir en las filas de Ñaña y el carajo ese todo cortado respondió con la
cara baja y avergonzada que lo que
le había
motivado era la codicia, ya que creía que a la guerra se podía llegar
limpio y salir con dinero en el bolsillo
y un buen uniforme, pa´ que las mujeres lo vieran bonito, pero que al conocer
al taita este le había enseñado lo del valor de tener una Patria y por eso se
había unido a las filas patriotas.
-Ese hijo de puta era un mamador
de gallo de nacimiento y profesión y con todos se metía. Ni siquiera mi general
se salvaba, muchas veces hasta metiéndole la mano en el plato y llevándose un
buen trozo de carne.
-Un día me voy a arrechar y voy a
dejar sin cabeza a ese negro desgraciado, comentaba mi general cuando el negro
lo hacía blanco de sus bromas pesadas.
-Pero todos sabíamos que el
general hablaba en broma, ya que conocíamos el afecto que le tenía aquel que le
decía “primero” por ser él que junto a mi general estaban en las cargas que
tanto nos habían hecho famosos.
-Por eso cuando Morillo regreso a
España y el Rey le reclama que perdió la guerra, un veterano de las guerras
contra Napoleón. El Mariscal le contesta que con el taita y cien mil llaneros
de Guárico, Apure y Barinas, le ponía a Europa a sus pies.
-El traslado nuestro no fue nada
fácil, todas las noches se presentaban estampidas y debíamos perseguir al ganado;
continuó; muchas veces no bastábamos los
que nos tocaba la guardia. Pero para eso teníamos al Taita que siempre nos dio
su ejemplo, buen jinete si era el gran carajo.
-Unas horas antes de que
partiéramos para San Carlos; el
Taita; se acercó ante la imagen del
Nazareno de Achaguas pidiendo protección divina ante el combate que se
avecinaba.
El general Páez era un gran devoto;
también; de las ánimas del purgatorio y
se decía que era protegido por ellas y no sería tanto exagerado ya que se
aseguraba que un batallón de animas lo
habían liberado cuando estaba prisionero de los realista.
-Los que duermen cerca del fuego
del campamento deben mantenerlo casi apagado ya que cualquier reflejo fuerte
podría espantar al ganado. Al ocurrir eso los vigilantes de la manada deben
perseguirla por muy accidentado que sea el terreno, avanzando para contener la
estampida.
-Estábamos claro que si un hombre
caía del caballo, era hombre muerto. A pesar de que muchas veces debíamos
montar caballos a medio domar. Calmábamos la estampida cantándoles a los animales y eso los
aquietaba, pero en cualquier momento podían desembocarse de nuevo.
-El Taita era buen coleador y así
servía para amansar el ganado que se ponía rebelde. Pero como el ganado había
sido creado en potreros nos era fácil seguirlos por las huellas que dejaban en
la tierra ya que estábamos en temporada de lluvias…….
-Ustedes estaban preparados para
eso, no hacen alardes a cada rato de
tumbar un toro, interrumpió Sellers con su español chapuceado a pesar de haber
llegado hace casi 23 años.
-Desde que se formaron los
primeros hatos en nuestros llanos, se atrapaban por la cola a los toros que se
escapaban de la manada y esa “suerte” es criticada por algunos tenientes de
justicia de esas épocas, manifiesta el llanero.
-No solo era para agotar los
toros rebeldes, lo usábamos de igual forma en forma de recreación, sino para
entrenarnos en la lucha a caballo y entre nosotros teníamos excelentes
coleadores; al Taita, José Tadeo Monagas,
Vicente Campo Elías y Boves; a pesar de ser los dos españoles.
-Sí; respondió Delgado; pero no
dejaba de ser agotador eso de andar tras las reses toda la noche, porque por
cualquier vaina se desbocaban y recuerden que para esas tierras era estación de
lluvia, cualquier trueno los asustaba y se producía la estampida.
Páez nos apresuraba, él quería
estar lo más rápido posible al lado de Bolívar, todos estábamos seguros que
esta sería la batalla final. En los momentos de descanso afilábamos nuestras
lanzas y puñales, como hombres machos que éramos sabíamos que nos tocaba en ese
combate lucirnos.
-Le teníamos miedo al miedo,
rompió el silencio Salvatierra. Queríamos lucirnos en esa pelea y creo que esa
era la necesidad de todos lo que peleamos a las órdenes de Bolívar.
-Nuestros jefes eran hombres
bragados y nosotros no nos podíamos quedar atrás de ellos, comentó González.
-Nos dirigimos a San Carlos;
continuó Delgado; donde sabíamos que estaba Bolívar. El Taita tenía información
que El Libertador tenía pocos caballos y dejó
a la infantería con el Coronel
Miguel Antonio Vásquez y con nosotros los de caballería avanzó a donde estaban
las tropas nuestras.
-Estando ya reunidos con Bolívar
se acercó un parlamento enviado por el Mariscal La Torre para proponer otro
armisticio, pero las condiciones de los españoles pedían que perdiéramos
un territorio que ya habíamos obtenido.
El parlamentario enviado por el
jefe español según nos lo dijo El Taita era un español de apellido Churruca.
-El emisario fue invitado por El
Libertador a su mesa y el español preguntó por el Taita y como ya nosotros
estábamos en ese campamento; el jefe máximo; llamo a Páez. Churruca manifestó que el objeto de su venida
era enviado por La Torre para proponerle a Bolívar un nuevo armisticio.
-Proponía el soldado español, que
nuestros ejércitos se retirarían al margen derecho de la Portuguesa, cuyo río sería la línea
divisoria entre los dos ejércitos enemigos pero se tuvo que retirar fracasando
en sus gestiones ya que era inaceptable porque perderíamos terreno que habíamos
ganado, pero obteniendo la información que la gente del llano se había unido a
Bolívar y su tropa.
-El Libertador llega a Guanare el
22 de mayo, precedido por el Batallón Anzoátegui, el Batallón Boyacá se
encuentra en Boconó de Barinas, Remigio Ramos se situaba entre Nutrias y
Guanarito y había recibido órdenes para reunirse con el Ejercito de Apure y
marchar a Tucupido a incorporarse a La Guardia, evocó González imponiendo sus
recuerdos Delgado que como buen llanero era
dicharachero y hablador.
-¿Remigio Ramos no era el carajo
ese que fue realista? Pregunto el británico con su español pintoresco.
Clarooo; comentó González; no
solo él se unió.
¿Recuerdan al indio Reyes Vargas?
Preguntó.
¿No fue aquel que cuando se
acercó a Bolívar para unirse a nuestras tropas le dijo: “¡Yo fui su mayor
enemigo y ahora seré su primer defensor. Viva Colombia. Morir por ella será mi
gloria!”? Respondió con una pregunta Salvatierra.
-Pues sí, había sido condecorado
con la Cruz de Carlos III por sus servicios a España. Abrazó la causa nuestra
un año antes de la batalla y fue aceptado por El Libertador con el mismo grado que tenía en las fuerzas
españolas, terminó González.
-Nuestra gente se dividía en la
primera división, al mando de Páez, compuesta por el Batallón Británico; donde
estaba Seller; comentó González y del
Bravo de Apure, comandado por Juan Torres y quince escuadrones de lanceros, en donde se encontraban Muñoz, Juan Gómez, Mellado, Laurencio Silva,
Carvajal, Bravo y Camejo entre otros, sin olvidarme del brasileño que era
ayudante del Estado Mayor de tu jefe que se llamaba Abreu de Lima , que fue
herido de unos tiros en el pecho. Corrígeme si no es cierto Delgado.
-Ustedes, a los de la Legión
Británica, los llamaban los “zamuritos”, por tener el uniforme verde oscuro y
de lejos parecían negros, ya que estas unidades usaban tácticas de combate irregular o de guerrillas, desplegándose en
zonas boscosas y utilizando accidentes del terreno para ocultarse replicó el llanero.
-La segunda división, integrada
por la brigada de La Guardia, el
batallón de Tiradores; dirigido por Heras, el escuadrón Sagrado, al mando de
Aramendi, los batallones Boyacá; siendo sus jefes Flegel y Smith; que se había
lucido en la batalla del mismo nombre y
Vargas; en honor de la batalla del Pantano de Vargas, toda esta gente comandada
por el general Cedeño; el bravo de los bravos, como lo llamo Bolívar y el
coronel Judas Tadeo Piñango; de la cual
tuve el honor de pelear junto a ellos, refirió González.
- Recuerdo; como si fuese ayer;
los doscientos jinetes del Escuadrón Sagrado, dirigido por ese gran valiente
que era el Coronel Aramendi, que montaban
todos caballos blancos y el
uniforme era encarnado desde la gorra hasta las botas.
Este escuadrón era compuesto en
su totalidad por jefes y oficiales sobrantes en el ejércitos, a quienes no
podían darles mando de tropa pues había demasiados oficiales para tan pocos
soldados, comenta González.
-La tercera comandadas por el
general Plaza; Manrique su segundo y Woodberry; jefe de su Estado Mayor, compuesto
por la primera brigada de La Guardia, con los batallones Rifles, dirigido por
el coronel Arturo Sanders y Granaderos, liderizados por el coronel Juan Uslar, Vencedores de Boyacá,
Anzoátegui y un regimiento de caballería al mando de Rondón, dijo Salvatierra.
-Estábamos claros que los
españoles no eran un hueso fácil de roer, venían veteranos que se habían
destacado peleando contra las tropas de Bonaparte, siguió comentando
Salvatierra.
Delgado se había levantado
acercándose a su caballo y buscaba un cuatro, se fue acercando y manifestó:
-Claros estábamos que el combate
no sería fácil y le recomendábamos los veteranos; a los más novatos; que no cometieran imprudencias, que pelearan
con valor pero si realizar acciones a lo loco. Ya lo que había pasado en la
Batalla de Semen nos había dado una enseñanza, donde después de tener la
batalla ganada por desbocarnos y perder
la disciplina fuimos derrotados.
La lucha sería cruel y el enemigo
no había dado ni pidió cuartel. Los amigos seguían comentando los
pormenores de la batalla que hace 20 años se había escenificado en esta llanura.
-La vida es arrecha interrumpió Salvatierra, pareciese
que nuestros jefes; amigo González, presintieran que morirían en esta jornada.
Ellos desayunaban y el jefe de Delgado hablaba hasta por los codos, pero Cedeño
y Plaza se encontraban en silencio.
-Claro; ahora recuerdo;
Plaza le dijo a Cedeño que si estaba
arregladito, que haría un muerto muy bonito.
-Cedeño le respondió a Plaza, que con todas las loqueras que hacía, lo más seguro fuese que lo matarán, finalizó
Salvatierra. Quedándose callado como si lo embargarán los recuerdos.
Delgado como buen llanero que era
tocó una de las melodías que cantaban los llaneros preludio de la gran batalla.
Los otros tres hombres enmudecieron y
cada uno fue embargado por sus recuerdos de esa magna epopeya que nos dio la
libertad en Venezuela.
Por varios minutos se escuchó
solo el sonido del cuatro del llanero y los demás se intercambiaban de vez en
cuando la botella que iba de mano en mano, siendo interrumpido el silencio por
la agradable melodía que les traería tantos recuerdos.
-Ese día pasaron cosas
raras; interrumpió el silencio Delgado;
me refiero al ataque de epilepsia que le dio al Taita y como se salvó de
chiripa, cuando el caballo desbocado lo llevo al territorio enemigo.
-Para nosotros no era un secreto
que al general le daban ataques de epilepsia y lo sujetábamos fuertemente
durante el combate, ya que si no el Taita hubiese muerto, ya que los ataques
son demasiado violentos y cae del caballo, que está bien entrenado y no se
mueve del sitio……
-¿Cómo es eso? Pregunta González.
- El taita le da el ataque y cae
hasta que alguno de nosotros lo levantamos y lo llevamos a la retaguardia y le
hacemos volver echándole agua fría en la cara, quedando muy débil. Replica
Delgado.
- El general era tan “macho” que
se sobreponía al ataque y se mantenía
sobre el caballo y con su gran lanza y la boca llena de espuma atacaba al
enemigo……
-Muchos pensarían que era el
mismo diablo que se les echaba encima, reconoció Sellers.
-En el enfrentamiento de Chire un compañero
pincha una tragavenado con su lanza y se
la muestra a Páez diciéndole: “Aquí esta; jefe; el primer enemigo muerto en el campo de batalla”, indica el soldado llanero.
-El Taita; continua; es víctima
de la epilepsia, a escuchar la primera descarga se recupera y eso no es excusa
para pelear y al terminar el combate, anda por la llanura sonámbulo, buscando
enemigos con quien pelear.
- En el agua; el Taita; no sufre
el ataque y en la batalla del Yagual le dan fuertes convulsiones y Urdaneta que
solo cuenta con un barrilito para enfriar el cañón, tiene que utilizar un
tricornio para rociar la cabeza de nuestro jefe.
-En la batalla de Carabobo; el
Taita; sufre otra vez los ataques y se salva de vaina ya que cae del caballo,
rodeado de enemigos. En ese momento un realista; llamado el Comandante Antonio
Martínez; lo salva tomando las riendas
del caballo y enviando a un prisionero patriota llamado Alejandro Salazar para
sostenerlo en la silla hasta llevarlo hacia las filas patriotas.
-Nunca se supo la razón porque
este hombre; que era conocido como la lanza más terrible de Morales; realizara
este hecho, finalizó Delgado.
-Si amigo; señaló Sellers; pero sigue contando como se la vieron ustedes
los llaneros cuando llegaron a donde estaban la gente de Bolívar.
-Si amigos, hicimos el recorrido
en treinta días los 400 kilómetros que nos separaba de Achaguas a ese sitio
donde nos reunimos con las tropas de Bolívar. Llegamos a San Carlos el 7 de
junio, como ustedes lo saben. Habíamos cruzado el río Apure por el paso Enriquero.
-Ese río es difícil, sobre todo
lleno de caimanes como estaba. Las bestias se asustaban cuando se acercaban los
caimanes, pero con nuestras lanzas los matábamos, sobre todo a los más audaces.
Nadábamos por debajo del agua y los lazábamos por la panza.
Había que moverse rápido para que
estas fieras no te hirieran con los coletazos que tiraban.
-Muy satisfecho se encontró
Bolívar al reunirnos a todos, después de nosotros llegó La Guardia.
-El general Bermúdez, destacó 500
soldados al mando de Agustín Armario; que era coronel para que hostilizase a
Cumana y salió con una fuerza de 1200
hombres de Cumaná. A los días cruza el río Unare y se interna en territorio
enemigo.
-Mientras La Torre se dirige a
Barinas para combatir a ustedes, pero mi general Bermúdez se lanza a invadir
los valles de Barlovento; interrumpe
Salvatierra; derrota a los españoles en el sitio del Guapo y se apodera de la
capital en donde se reorganiza y se repliega hacia Aragua y luego en el Consejo
derrota al Brigadier Correa.
-Sí; replica González; alarmado
La Torre por el ataque de Bermúdez y al encontrarse entre dos amenazas deja
en Araure la tercera y la quinta
división, para cubrir sus movimientos y
observar los del Libertador, retrocediendo a Valencia.
-La Torre envía a Morales sobre
Aragua junto al segundo batallón del “Valencey”; junto a 2.500 soldados
pretende ataca a nuestra gente en La Victoria, pero mi general Bermúdez; que
no era nada tonto al ver la superioridad de los españoles retrocede……..
-Bermúdez lo espera en la cuesta
de Las Cocuizas pero el parque se le agota en el combate y se ve forzado a
retirarse, contesta Salvatierra……
-Claro imagino que le costó un
mundo la retirada ya que Bermúdez, era muy arrecho comenta Delgado.
-El Libertador del Libertador;
como lo llamaban……
-Sí, pero se dice que hasta un
duelo iba a tener con Bolívar, replica Salvatierra.
-Claro eso es conocido por todos,
pero después se convierte en su más dedicado colaborador, aclara seriamente
Salvatierra que no pierde el hilo de la conversación.
-El general Bolívar era muy
arrecho y sobre ese duelo, se comenta que si no es por Mariño, Bermúdez fuera historia……..dice Delgado.
-¿Cómo es eso? Preguntan los
tres hombres al mismo tiempo.
Claro cuando los dos hombres se
enfrentaron, se metió Mariño y le recordó a Bermúdez que Bolívar mataba a la
primera estocada, respondió el llanero.
- ¿Epa y con todo y que Bermúdez
media como dos metros y era muy corpulento? Interrogó el inglés.
-Arrecho si era Bolívar, además
había sido entrenado en esgrima cuando vivió en España; replicó Salvatierra.
-Bueno para imponerse a todos
esos hombres arrechos que tuvo la revolución, no debió haber sido precisamente
un mangas miadas, aseguró González.
-Como dos meses antes el general
Urdaneta empieza a mover tropas desde los Puertos de Altagracia, junto con los
coroneles Escalona, Justo Briceño y Rangel en Ancón, se reúnen con los
batallones Maracaibo y Tiradores y el escuadrón Cazadores Montados para cumplir
con lo encomendado por Bolívar que no era otra cosa que unirse a la Guardia y
llamar la atención al enemigo, aclara Salvatierra continuando el tema de los preparativos
de la batalla.
-Recibe las buenas nuevas de que
había sido evacuada Coro y el alzamiento de Josefa Camejo en Paraguaná y el 11
de mayo llega a Coro y otro soldado de los realistas se une a nuestro
movimiento como lo es el teniente coronel Pedro Luis Ichauspe, convencido por
el indio Reyes.
-Llega Urdaneta con su gente a
Barquisimeto habiéndosele unido el batallón Rifles; que se encuentra maltrecho
por los ataques que había recibido entre Rio Hacha y Maracaibo, realizado
por unos guerrilleros comandados por el
coronel Miguel José Gómez.
-Entran en Carora y Urdaneta se
enferma por antiguas dolencias……
-El general Urdaneta sufría de un
cálculo que le producía dolores muy fuertes.
-En ese momento; comenta González; el mando es asumido por el coronel Antonio
Rangel quien junto a Reyes Vargas se une a Cruz Carrillo para con una columna
marcha por Nirgua a san Felipe para amenazar Valencia. Habiendo recorrido 590
kilómetros y venían vestidos desde Maracaibo con casacas de lienzo azul y
pantalón blanco.
-Estas tropas harán creer al
enemigo que son más numerosas y que son una vanguardia de Urdaneta, termina.
Nosotros sabíamos que entre los españoles había disputas, fuertes
rivalidades entre La Torre y Morales comenta Salvatierra.
-Ese Morales era un hijo de puta,
expresa el llanero que siempre interrumpe a sus amigos.
-Te quedas corto. ¿Bueno, no era
el segundo de Boves? Pregunta cándidamente
el inglés.
-Jodio bastante después de
Carabobo. Respondió con sorna Salvatierra.
CONTINUARA
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