miércoles, 22 de junio de 2016

EL DIA QUE PELEAMOS EN CARABOBO I PARTE



 José Rosario Araujo

-Parece que fuera ayer. Pronunció José Delgado, moviéndose para acercarse a la fogata, ya que al transcurrir la noche el clima se iba poniendo más frío.
- Si, ya hace 20 años que estuvimos aquí, ripostó Gregorio Salvatierra; echándose un largo trago de la botella de aguardiente que recorría las manos de cada uno de los cuatro hombres que sentados en el suelo;  alrededor de un gran fuego; evocaban lo que había sucedido hace dos décadas en ese sitio.

Los cuatro hombres eran combatientes de los ejércitos de Bolívar que pelearon en la batalla de Carabobo. Los unía una amistad que al pasar los años se había fortalecido.
De la misma forma se conocía que todos los años el general O´Leary se reunía todos los días de San Juan con varios veteranos de esa batalla entre ellos los generales Piñerez, Briceño, Wuer y Acevedo, el capitán Calderón  y el sargento Smith.

A pesar de las promesas que les habían  hecho de entregarles tierras por los servicios prestados a la Patria no les habían cumplido,  con todo y el sabor amargo que les embargaba se sentían orgullosos por haber sido soldados del ejército libertador.
Los viejos soldados habían estado aquí en la famosa jornada del 24 de junio.  Junto a Delgado y  Salvatierra se encontraban Alberto González  y Martin Sellers, ambos combatientes; igual que sus dos amigos; habían peleado en esa jornada. González en la Segunda División, comandada por el General Manuel Cedeño y Sellers en el famoso batallón de Cazadores Británicos, dirigidos por el Coronel Tomás Ferriar.
Los otros dos hombres habían peleado; Delgado con los llaneros de Páez de la Primera División y Salvatierra en la División comandada por Plaza, que era la Tercera de las tres que llevó Bolívar a esa jornada memorable.

Los cuatro combatientes se habían  reunido   para recordar  lo que habían vivido en esa magna epopeya que fue la guerra de independencia venezolana, que tuvo  como clímax decisivo el combate de Carabobo, en donde un grupo de soldados de Bolívar derrotarían a un ejército mejor organizado y entrenado como lo eran los hombres comandados por el general La Torre, con los Batallones Basbastro, Hostalrich y Valencey, protagonistas de las guerras napoleónicas en la España de principios del siglo XIX.
Los hombres  se encontraban en el cerro Buenavista, desde ese cerro se domina casi toda la región y hacia el este  se ve la sabana despejada. 

El día de la batalla se sitúa allí  El Libertador junto a su Estado Mayor con su jefe; el Gral. Santiago Mariño, Sub Jefe  el Gral. Bartolomé Salón, Secretario  de Guerra; Coronel Pedro Briceño Méndez y los edecanes de Bolívar; capitanes Daniel O´Leary, Juan José Conde y  habían dirigido las fuerzas patriotas que derrotaron  al imperio español.

Los amigos; que se habían conocido; a pesar de ser de diferentes cuerpos del ejército libertador; al ser heridos en la batalla memorable; recorrían los diferentes sitios en donde se realizó la hazaña patriota.
Para ellos era un deber estar en el sitio hoy 24 de junio y recordar lo que había pasado; recorrer cada lugar en donde se registró la gran pelea;  que dio la libertad a nuestro pueblo. Con sus caballos atados cerca,  los cuatro soldados brindaban por los compañeros que cayeron en esa batalla.

Ellos mismos llevaban en sus cuerpos heridas que habían recibido en la conflagración, Delgado en las cargas que realizaron los llaneros  en contra del batallón “Valencey”, Salvatierra cayendo con la descarga que mató a Plaza; recibiendo los tiros en el pecho; pero  del lado derecho, González al finalizar la batalla al ser desbocada la gente de la Segunda y Tercera División Patriota enterrándose en contra del Batallón Barbastro que se retiraba en  formación de cuadros  protegiendo al Mariscal La Torre y Sellers siendo alcanzado por los disparos españoles  cuando rodilla en tierra se habían atravesado para defender la gente de Páez que caían combatiendo y estando a punto de ser derrotados. 

Los ingleses serían los que más bajas tendrían;  muerto su jefe al inicio del combate; siendo remplazado por su segundo Davy, que igualmente muere a los pocos  minutos, tomando el mando el Comandante Minchín; jefe  de la primera compañía.
Delgado, apoyándose en el codo y echándose un largo trago a la botella de aguardiente comentó:
-Parece que fue ayer, cuando salimos junto a mi general Páez de Achaguas, el día 10 de mayo. Íbamos  como 1.500 jinetes y 1.000 infantes, con 4.000 novillos y 2.000 caballos que sabíamos que no sería fácil transportar ya que muchas de esas bestias, estaban sin domar. 

-El Libertador había enviado al general, instrucciones para que la acción principal de la operación estaría a cargo de la Guardia y el Ejercito de Apure. Antes de pasar el rio Apure debíamos distraer a los españoles que teníamos al frente y para eso debíamos realizar movimientos y enviar informaciones falsas.
-La infantería pasaría por el Apurito y haría creer al enemigo  que tomaría una dirección distinta y la caballería por el San Fernando pero según ordenes de Bolívar no podíamos estar fatigados para prepararnos para el día señalado.

-Sabíamos que muchos no regresaríamos y a pesar de lo serio del momento, lo que hacíamos era echar bromas y muchos hasta cantaban, de todos ellos sobresalía la voz de mi general.
-¡Ahh carajo, el Taita si cantaba bonito! Otro que trataba de apagar la voz de nuestro jefe era el Negro ese llamado Pedro  Camejo. 

Era un hombre de gran valor, que había sido esclavo de  un tal Vicente Alfonso y  servido en el ejército realista, a las órdenes del español Yáñez, que le decían Ñaña.
-Cuando vino el Libertador a encontrarse con nosotros, Pedro tenía miedo que el jefe supremo supiera que había servido con el enemigo, pero como es de imaginarse, alguien se los sopló a Bolívar, evocó.
-El general se le acercó con cara de mamarle gallo al negro coño e madre ese; que lo veíamos todo confuso y apenado; causando risa en nosotros,  ya que muchos habíamos  sido blancos de las bromas de ese hijo de p….

-Le preguntó que le había movido a servir en las filas de Ñaña y el carajo ese todo cortado respondió con la cara baja y avergonzada que  lo que le  había  motivado era la codicia, ya que creía que a la guerra se podía llegar limpio y salir  con dinero en el bolsillo y un buen uniforme, pa´ que las mujeres lo vieran bonito, pero que al conocer al taita este le había enseñado lo del valor de tener una Patria y por eso se había unido a las filas patriotas.

-Ese hijo de puta era un mamador de gallo de nacimiento y profesión y con todos se metía. Ni siquiera mi general se salvaba, muchas veces hasta metiéndole la mano en el plato y llevándose un buen trozo de carne.
-Un día me voy a arrechar y voy a dejar sin cabeza a ese negro desgraciado, comentaba mi general cuando el negro lo hacía blanco de sus bromas pesadas.

-Pero todos sabíamos que el general hablaba en broma, ya que conocíamos el afecto que le tenía aquel que le decía “primero” por ser él que junto a mi general estaban en las cargas que tanto nos habían hecho famosos.
-Por eso cuando Morillo regreso a España y el Rey le reclama que perdió la guerra, un veterano de las guerras contra Napoleón. El Mariscal le contesta que con el taita y cien mil llaneros de Guárico, Apure y Barinas, le ponía a Europa a sus pies.

-El traslado nuestro no fue nada fácil, todas las noches se presentaban estampidas y debíamos perseguir al ganado; continuó;  muchas veces no bastábamos los que nos tocaba la guardia. Pero para eso teníamos al Taita que siempre nos dio su ejemplo, buen jinete si era el gran carajo.
-Unas horas antes de que partiéramos para San Carlos;  el Taita;  se acercó ante la imagen del Nazareno de Achaguas pidiendo protección divina ante el combate que se avecinaba. 

 El general Páez era un gran devoto; también;  de las ánimas del purgatorio y se decía que era protegido por ellas y no sería tanto exagerado ya que se aseguraba que un batallón de animas lo  habían liberado cuando estaba prisionero de los realista.
-Los que duermen cerca del fuego del campamento deben mantenerlo casi apagado ya que cualquier reflejo fuerte podría espantar al ganado. Al ocurrir eso los vigilantes de la manada deben perseguirla por muy accidentado que sea el terreno, avanzando para contener la estampida.

-Estábamos claro que si un hombre caía del caballo, era hombre muerto. A pesar de que muchas veces debíamos montar caballos a medio domar. Calmábamos la estampida  cantándoles a los animales y eso los aquietaba, pero en cualquier momento podían desembocarse de nuevo.

-El Taita era buen coleador y así servía para amansar el ganado que se ponía rebelde. Pero como el ganado había sido creado en potreros nos era fácil seguirlos por las huellas que dejaban en la tierra ya que estábamos en temporada de lluvias…….

-Ustedes estaban preparados para eso,  no hacen alardes a cada rato de tumbar un toro, interrumpió Sellers con su español chapuceado a pesar de haber llegado hace casi 23 años.
-Desde que se formaron los primeros hatos en nuestros llanos, se atrapaban por la cola a los toros que se escapaban de la manada y esa “suerte” es criticada por algunos tenientes de justicia de esas épocas, manifiesta el llanero.

-No solo era para agotar los toros rebeldes, lo usábamos de igual forma en forma de recreación, sino para entrenarnos en la lucha a caballo y entre nosotros teníamos excelentes coleadores;  al Taita, José Tadeo Monagas, Vicente Campo Elías y Boves; a pesar de ser los dos españoles.
-Sí; respondió Delgado; pero no dejaba de ser agotador eso de andar tras las reses toda la noche, porque por cualquier vaina se desbocaban y recuerden que para esas tierras era estación de lluvia, cualquier trueno los asustaba y se producía la estampida.

Páez nos apresuraba, él quería estar lo más rápido posible al lado de Bolívar, todos estábamos seguros que esta sería la batalla final. En los momentos de descanso afilábamos nuestras lanzas y puñales, como hombres machos que éramos sabíamos que nos tocaba en ese combate lucirnos.
-Le teníamos miedo al miedo, rompió el silencio Salvatierra. Queríamos lucirnos en esa pelea y creo que esa era la necesidad de todos lo que peleamos a las órdenes de Bolívar.

-Nuestros jefes eran hombres bragados y nosotros no nos podíamos quedar atrás de ellos, comentó González.
-Nos dirigimos a San Carlos; continuó Delgado; donde sabíamos que estaba Bolívar. El Taita tenía información que El Libertador tenía pocos caballos y dejó  a la infantería  con el Coronel Miguel Antonio Vásquez y con nosotros los de caballería avanzó a donde estaban las tropas nuestras.

-Estando ya reunidos con Bolívar se acercó un parlamento enviado por el Mariscal La Torre para proponer otro armisticio, pero las condiciones de los españoles pedían que perdiéramos un  territorio que ya habíamos obtenido. 

El parlamentario enviado por el jefe español según nos lo dijo El Taita era un español de apellido Churruca.
-El emisario fue invitado por El Libertador a su mesa y el español preguntó por el Taita y como ya nosotros estábamos en ese campamento; el jefe máximo; llamo a Páez.  Churruca manifestó que el objeto de su venida era enviado por La Torre para proponerle a Bolívar un nuevo armisticio.

-Proponía el soldado español, que nuestros ejércitos se retirarían al margen derecho  de la Portuguesa, cuyo río sería la línea divisoria entre los dos ejércitos enemigos pero se tuvo que retirar fracasando en sus gestiones ya que era inaceptable porque perderíamos terreno que habíamos ganado, pero obteniendo la información que la gente del llano se había unido a Bolívar y su tropa.

-El Libertador llega a Guanare el 22 de mayo, precedido por el Batallón Anzoátegui, el Batallón Boyacá se encuentra en Boconó de Barinas, Remigio Ramos se situaba entre Nutrias y Guanarito y había recibido órdenes para reunirse con el Ejercito de Apure y marchar a Tucupido a incorporarse a La Guardia, evocó González imponiendo sus recuerdos Delgado que como  buen llanero era dicharachero y hablador.
-¿Remigio Ramos no era el carajo ese que fue realista? Pregunto el británico con su español pintoresco.
Clarooo; comentó González; no solo él se unió.

¿Recuerdan al indio Reyes Vargas? Preguntó.
¿No fue aquel que cuando se acercó a Bolívar para unirse a nuestras tropas le dijo: “¡Yo fui su mayor enemigo y ahora seré su primer defensor. Viva Colombia. Morir por ella será mi gloria!”? Respondió con una pregunta Salvatierra.
-Pues sí, había sido condecorado con la Cruz de Carlos III por sus servicios a España. Abrazó la causa nuestra un año antes de la batalla y fue aceptado por El Libertador  con el mismo grado que tenía en las fuerzas españolas, terminó  González.

-Nuestra gente se dividía en la primera división, al mando de Páez, compuesta por el Batallón Británico; donde estaba Seller; comentó González y  del Bravo de Apure, comandado por Juan Torres y quince escuadrones  de lanceros, en donde se encontraban  Muñoz, Juan Gómez, Mellado, Laurencio Silva, Carvajal, Bravo y Camejo entre otros, sin olvidarme del brasileño que era ayudante del Estado Mayor de tu jefe que se llamaba Abreu de Lima , que fue herido de unos tiros en el pecho. Corrígeme si no es cierto Delgado. 

-Ustedes, a los de la Legión Británica, los llamaban los “zamuritos”, por tener el uniforme verde oscuro y de lejos parecían negros, ya que estas unidades usaban tácticas de combate  irregular o de guerrillas, desplegándose en zonas boscosas y utilizando accidentes del terreno para ocultarse  replicó el llanero.
-La segunda división, integrada por la brigada de  La Guardia, el batallón de Tiradores; dirigido por Heras, el escuadrón Sagrado, al mando de Aramendi, los batallones Boyacá; siendo sus jefes Flegel y Smith; que se había lucido en la batalla del mismo nombre  y Vargas; en honor de la batalla del Pantano de Vargas, toda esta gente comandada por el general Cedeño; el bravo de los bravos, como lo llamo Bolívar y el coronel Judas Tadeo Piñango;  de la cual tuve el honor de pelear junto a ellos, refirió González.

- Recuerdo; como si fuese ayer; los doscientos jinetes del Escuadrón Sagrado, dirigido por ese gran valiente que era el Coronel Aramendi, que montaban  todos caballos blancos  y el uniforme era encarnado desde la gorra hasta las botas. 

Este escuadrón era compuesto en su totalidad por jefes y oficiales sobrantes en el ejércitos, a quienes no podían darles mando de tropa pues había demasiados oficiales para tan pocos soldados, comenta González.
-La tercera comandadas por el general Plaza; Manrique su segundo y Woodberry; jefe de su Estado Mayor, compuesto por la primera brigada de La Guardia, con los batallones Rifles, dirigido por el coronel Arturo Sanders y Granaderos, liderizados por  el coronel Juan Uslar, Vencedores de Boyacá, Anzoátegui y un regimiento de caballería al mando de Rondón, dijo Salvatierra.

-Estábamos claros que los españoles no eran un hueso fácil de roer, venían veteranos que se habían destacado peleando contra las tropas de Bonaparte, siguió comentando Salvatierra.
Delgado se había levantado acercándose a su caballo y buscaba un cuatro, se fue acercando y manifestó:
-Claros estábamos que el combate no sería fácil y le recomendábamos los veteranos;  a los más novatos;  que no cometieran imprudencias, que pelearan con valor pero si realizar acciones a lo loco. Ya lo que había pasado en la Batalla de Semen nos había dado una enseñanza, donde después de tener la batalla ganada por desbocarnos  y perder la disciplina fuimos derrotados.

La lucha sería cruel y el enemigo no había dado  ni pidió  cuartel. Los amigos seguían comentando los pormenores de la batalla que hace 20 años se había escenificado  en esta llanura.
-La vida  es arrecha interrumpió Salvatierra, pareciese que nuestros jefes; amigo González, presintieran que morirían en esta jornada. Ellos desayunaban y el jefe de Delgado hablaba hasta por los codos, pero Cedeño y Plaza se encontraban en silencio.

-Claro; ahora recuerdo; Plaza  le dijo a Cedeño que si estaba arregladito, que haría un muerto muy bonito.
-Cedeño  le respondió a Plaza,  que con todas las loqueras que hacía,  lo más seguro fuese que lo matarán, finalizó Salvatierra. Quedándose callado como si lo embargarán los recuerdos.
Delgado como buen llanero que era tocó una de las melodías que cantaban los llaneros preludio de la gran batalla. Los otros tres  hombres enmudecieron y cada uno fue embargado por sus recuerdos de esa magna epopeya que nos dio la libertad en Venezuela. 

Por varios minutos se escuchó solo el sonido del cuatro del llanero y los demás se intercambiaban de vez en cuando la botella que iba de mano en mano, siendo interrumpido el silencio por la agradable melodía que les traería tantos recuerdos.  

-Ese día pasaron cosas raras;  interrumpió el silencio Delgado; me refiero al ataque de epilepsia que le dio al Taita y como se salvó de chiripa, cuando el caballo desbocado lo llevo al territorio enemigo.
-Para nosotros no era un secreto que al general le daban ataques de epilepsia y lo sujetábamos fuertemente durante el combate, ya que si no el Taita hubiese muerto, ya que los ataques son demasiado violentos y cae del caballo, que está bien entrenado y no se mueve del sitio……
-¿Cómo es eso? Pregunta González.

- El taita le da el ataque y cae hasta que alguno de nosotros lo levantamos y lo llevamos a la retaguardia y le hacemos volver echándole agua fría en la cara, quedando muy débil. Replica Delgado.
- El general era tan “macho” que se sobreponía al ataque  y se mantenía sobre el caballo y con su gran lanza y la boca llena de espuma atacaba al enemigo……

-Muchos pensarían que era el mismo diablo que se les echaba encima, reconoció Sellers.
 -En el enfrentamiento de Chire un compañero pincha una tragavenado con su lanza  y se la muestra a Páez diciéndole: “Aquí esta; jefe; el primer enemigo muerto  en el campo de batalla”, indica  el soldado llanero.
-El Taita; continua; es víctima de la epilepsia, a escuchar la primera descarga se recupera y eso no es excusa para pelear y al terminar el combate, anda por la llanura sonámbulo, buscando enemigos con quien pelear.
- En el agua; el Taita; no sufre el ataque y en la batalla del Yagual le dan fuertes convulsiones y Urdaneta que solo cuenta con un barrilito para enfriar el cañón, tiene que utilizar un tricornio para rociar la cabeza de nuestro jefe. 

-En la batalla de Carabobo; el Taita; sufre otra vez los ataques y se salva de vaina ya que cae del caballo, rodeado de enemigos. En ese momento un realista; llamado el Comandante Antonio Martínez; lo salva  tomando las riendas del caballo y enviando a un prisionero patriota llamado Alejandro Salazar para sostenerlo en la silla hasta llevarlo hacia las filas patriotas.

-Nunca se supo la razón porque este hombre;  que era conocido como  la lanza más terrible de Morales; realizara este hecho, finalizó Delgado.
-Si amigo; señaló Sellers;  pero sigue contando como se la vieron ustedes los llaneros cuando llegaron a donde estaban la gente de Bolívar.  

-Si amigos, hicimos el recorrido en treinta días los 400 kilómetros que nos separaba de Achaguas a ese sitio donde nos reunimos con las tropas de Bolívar. Llegamos a San Carlos el 7 de junio, como ustedes lo saben. Habíamos cruzado el río Apure por el  paso Enriquero.
-Ese río es difícil, sobre todo lleno de caimanes como estaba. Las bestias se asustaban cuando se acercaban los caimanes, pero con nuestras lanzas los matábamos, sobre todo a los más audaces. Nadábamos por debajo del agua y los lazábamos por la panza. 

Había que moverse rápido para que estas fieras no te hirieran con los coletazos que tiraban.
-Muy satisfecho se encontró Bolívar al reunirnos a todos, después de nosotros llegó La Guardia.
-El general Bermúdez, destacó 500 soldados al mando de Agustín Armario; que era coronel para que hostilizase a Cumana  y salió con una fuerza de 1200 hombres de Cumaná. A los días cruza el río Unare y se interna en territorio enemigo.
-Mientras La Torre se dirige a Barinas para combatir a ustedes, pero mi general Bermúdez se lanza a invadir los valles de Barlovento;  interrumpe Salvatierra; derrota a los españoles en el sitio del Guapo y se apodera de la capital en donde se reorganiza y se repliega hacia Aragua y luego en el Consejo derrota al Brigadier  Correa.

-Sí; replica González; alarmado La Torre por el ataque de Bermúdez y al encontrarse entre dos amenazas deja en  Araure la tercera y la quinta división,  para cubrir sus movimientos y observar los del Libertador, retrocediendo a Valencia.
-La Torre envía a Morales sobre Aragua junto al segundo batallón del “Valencey”; junto a 2.500 soldados pretende  ataca a nuestra gente  en La Victoria, pero mi general Bermúdez; que no era nada tonto al ver la superioridad de los españoles  retrocede……..

-Bermúdez lo espera en la cuesta de Las Cocuizas pero el parque se le agota en el combate y se ve forzado a retirarse, contesta Salvatierra……
-Claro imagino que le costó un mundo la retirada ya que Bermúdez, era muy arrecho comenta Delgado.
-El Libertador del Libertador; como lo llamaban……
-Sí, pero se dice que hasta un duelo iba a tener con Bolívar, replica Salvatierra.
-Claro eso es conocido por todos, pero después se convierte en su más dedicado colaborador, aclara seriamente Salvatierra que no pierde el hilo de la conversación.

-El general Bolívar era muy arrecho y sobre ese duelo, se comenta que si no es por Mariño, Bermúdez  fuera historia……..dice Delgado.
-¿Cómo es eso? Preguntan los tres  hombres al mismo tiempo.

Claro cuando los dos hombres se enfrentaron, se metió Mariño y le recordó a Bermúdez que Bolívar mataba a la primera estocada, respondió  el llanero.
- ¿Epa y con todo y que Bermúdez media como dos metros y era muy corpulento? Interrogó el inglés.
-Arrecho si era Bolívar, además había sido entrenado en esgrima cuando vivió en España; replicó Salvatierra.

-Bueno para imponerse a todos esos hombres arrechos que tuvo la revolución, no debió haber sido precisamente un mangas miadas, aseguró González.  

-Como dos meses antes el general Urdaneta empieza a mover tropas desde los Puertos de Altagracia, junto con los coroneles Escalona, Justo Briceño y Rangel en Ancón, se reúnen con los batallones Maracaibo y Tiradores y el escuadrón Cazadores Montados para cumplir con lo encomendado por Bolívar que no era otra cosa que unirse a la Guardia y llamar la atención al enemigo, aclara Salvatierra continuando el tema de los preparativos de la batalla.

-Recibe las buenas nuevas de que había sido evacuada Coro y el alzamiento de Josefa Camejo en Paraguaná y el 11 de mayo llega a Coro y otro soldado de los realistas se une a nuestro movimiento como lo es el teniente coronel Pedro Luis Ichauspe, convencido por el indio Reyes.
-Llega Urdaneta con su gente a Barquisimeto habiéndosele unido el batallón Rifles; que se encuentra maltrecho por los ataques que había recibido entre Rio Hacha y Maracaibo, realizado por  unos guerrilleros comandados por el coronel Miguel José Gómez.

-Entran en Carora y Urdaneta se enferma por antiguas dolencias……
-El general Urdaneta sufría de un cálculo que le producía dolores muy fuertes.
-En ese momento;  comenta González;  el mando es asumido por el coronel Antonio Rangel quien junto a Reyes Vargas se une a Cruz Carrillo para con una columna marcha por Nirgua a san Felipe para amenazar Valencia. Habiendo recorrido 590 kilómetros y venían vestidos desde Maracaibo con casacas de lienzo azul y pantalón blanco.

-Estas tropas harán creer al enemigo que son más numerosas y que son una vanguardia de Urdaneta, termina.
Nosotros sabíamos que  entre los españoles había disputas, fuertes rivalidades entre La Torre y Morales comenta Salvatierra.
-Ese Morales era un hijo de puta, expresa el llanero que siempre interrumpe a sus amigos.

-Te quedas corto. ¿Bueno, no era el segundo de Boves? Pregunta cándidamente  el inglés.
-Jodio bastante después de Carabobo. Respondió con sorna Salvatierra.

CONTINUARA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LOS OTROS BRICEÑO

  Una Mirada a Nuestra Historia José Rosario Araujo No solamente Antonio Nicolás Briceño, el hijo del Doctor Briceño, el Abogado, fue el...