miércoles, 15 de junio de 2016

POR EL CAMINO A CARMANIA PARTE I

José Rosario Araujo y Sergio Tucci Monterrey





CAPITULO I

La noche caía silenciosamente en la ciudad de Mérida, Simón Bolívar caminaba nerviosamente por la casa que le servía de refugio, sus oficiales estaban  acostumbrados a ver a su jefe dictar órdenes y cartas siempre en movimiento.

Bolívar era conocido por su energía incansable, cuando firmaba un documento  lo hacía parado, al estar en una hamaca se mecía con un pie, cuando conversaba lo hacía caminando, cuando iba a una fiesta bailaba incansablemente. Eso sí a diez  de la noche se acostaba y a las cuatro de la mañana  se levantaba religiosamente.


Ya todos estaban habituados a esa energía nerviosa que siempre manifestaba el militar caraqueño.

-Debemos  enviar a Atanasio con 500 hombres a Trujillo como a Boconó,  comentó a sus hombres Bolívar tomando la decisión que llevaba varias horas pensando.

-Tengo fe en ti Atanasio, sé que no solo eres valiente, sino un militar experto, ya lo vienes demostrando desde Nueva Granada. Voy a poner sobre tus hombros esta responsabilidad de que nos abras el camino con tus hombres, dijo el héroe venezolano.


_Quiero reunirme con Antonio Rosario, ayer mismo me envió una misiva  donde nos ofrecía bastimento para la tropa y dice que quiere hablar con nosotros,  continuo conversando Bolívar con Ribas, Girardot, Urdaneta, D¨Elhuyar y varios oficiales que venían acompañándolo desde el Rio Magdalena.

Su Secretario Pedro Briceño Méndez como amanuense ha escrito cartas en donde Bolívar dice:  


“La repuesta la espero en Trujillo”. La cita se cumpliría.

En esta ciudad había recibido la noticia de una disposición de la Regencia Española la cual aceptaba el plan de Monteverde de pasar por las armas a cualquier persona que tomase las armas a favor de la independencia. 


Regresó a Venezuela después de 6 meses. Venía acompañado por un grupo de héroes, jóvenes paladines. Urdaneta  le dijo: “Brigadier, si con dos hombres basta para emancipar Venezuela, presto estoy a acompañar a usted”. Con hombres como él, triunfaría.

Con pocas provisiones y armas pobres, sus hombres eran de los mejores combatientes, se componían principalmente  de soldados  de la Nueva Granada. 


Simón utilizaría diversas tácticas para derrotar la superioridad de los españoles. Una de las tácticas consistió en atacar separadamente a las divisiones enemigas y para ello,   el elemento sorpresa y  la rapidez de la acción  eran principales.


El Coronel Castillo había enviado  al Congreso un ataque contra Bolívar, acusándolo de incapaz, despilfarrador y que arriesgaba las tropas en campañas fantásticas pero el Congreso premio sus triunfos dándole el título de ciudadano de La Nueva Granada y lo  nombró General Brigadier de los ejércitos de la unión.


Camilo Torres, presidente del Gobierno de la Unión en Nueva Granada, si cree en Bolívar;  le concede el grado de general y de ciudadano neogranadino y le envía pertrechos. Nariño, presidente de Cundinamarca le remite armas y soldados, pocos,  peros duros en la pelea.

Torres ha entregado al nuevo general un mensaje a los venezolanos que dice:
“Es tiempo de tomar venganza de esas fieras desencadenadas sobre vosotros ciudadanos. Corred a las armas, venezolanos, sacudid esas cadenas vergonzosas, volved al esplendor que habías adquirido, a la eminente política a que os habíais elevado y que solo un accidente de la naturaleza, del que se valieron vuestros opresores, os pudo hacer bajar”.

El superhombre caraqueño en ruta para Mérida le responde:
“Mi corazón se inunda de placer y gratitud, al contemplar las armas libertadoras de Nueva Granada marchando a redimir a mi querida patria… La libertad que vamos a obtener se halla colocada entre los dos más grandes escollos que pueda presentar la guerra: La carencia de dinero y la de las municiones.”

Castillo renuncia y el caraqueño triunfa, con su habilidad política.
El guerrero venezolano confiaba en sí mismo, estaba seguro  de poder llevar a cabo esta proeza guiándolo el descontento del pueblo que estaba horrorizado por el salvajismo de Monteverde. Sus planes eran dictados según se presentaran las circunstancias. 

Al principio se decidió a rendir a la línea oeste del caudillo español y de esta manera se abrió paso hacía Mérida, y el jefe realista Correa abandono la posición casi sin luchar.
Le concedieron una autorización limitada para invadir Venezuela, pero hasta Mérida y Trujillo. Cuando inició  la campaña, los realistas estaban situados así: En Mérida Correa, en Trujillo el Capitán Cañas, en Barquisimeto Oviedo, en Guasdualito Yánez, en Barinas Tiscar y en San Cristóbal Izquierdo en San Carlos con numerosas tropas que cubría los llanos de Cojedes, Guárico y Portuguesa; en oriente Antoñanzas, Cerveriz, Martínez y Zuazola.

El militar caraqueño contaba con 700 soldados y los realistas con más de 10.000, pero a pesar de la diferencia a los patriotas les  sobraba voluntad, valor, convicción.
El Coronel Castillo casi es derrotado, pero Santander, en ese momento Sargento Mayor lleva a sus hombres a la victoria. Castillo renuncia y se va, regresa a su país. La tropa queda al mando de Francisco de Paula Santander. 

Ya había tenido el caraqueño un enfrentamiento con el granadino. Santander se niega a obedecer cuando a la hora de partir en la campaña hacia Venezuela, alega que recibió la orden de Castillo de quedarse en la Nueva Granada.
Bolívar con voz grave le dice:
-Si insiste usted en no obedecer, aquí mismo lo fusilo.
 


Los soldados siguieron el avance hacia Venezuela y Santander se quedó en Cúcuta.

Las tropas de Bolívar venían conformándose de la siguiente manera:

La vanguardia comandada por Girardot, contando con Luciano D´Elhuyar como segundo comandante; en la retaguardia mandada por José Félix Ribas, con José Tejada como jefe de artillería y Urdaneta como mayor general,  Pedro Briceño Méndez era secretario; contando como edecanes con Juan Pulido y José Lugo. 


Atanasio Girardot era hijo de un próspero comerciante francés que había obtenido el título de abogado y  se había unido a la lucha independentista desde muy temprana edad
Se incorporó a la lucha independentista en su región natal, formando parte de la expedición organizada por la Junta Suprema de Gobierno para apoyar a la Confederación de Ciudades y se distinguió en la liberación de Popayán al derrotar al realista Miguel Tacón y Rosique, en la Batalla del Bajo Palacé el 28 de marzo de 1811.

Girardot  era un hombre valiente y un gran estratega que se había enfrentado en esa batalla al español con 2000 soldados  con setenta hombres en el puente del rio Palacé.
Había desalojado a los defensores del puente con setenta combatientes  e increíblemente gano la batalla. En la Nueva Granada no se había ganado un combate de esta manera salvando a su patria de la reacción de los monárquicos.
Participó en combates contra los federalistas cuando el gobierno de Antonio Mariño y cambio de bando peleando a favor de las Provincias Unidas, enemigas del centralismo, uniéndose a Bolívar en la Campaña Admirable.
En Trujillo existía un grupo que conspiraba en contra del imperio español, una corriente de rebeldía recorría todas las comarcas trujillanas y uno de sus representantes era el Cura Francisco Antonio Rosario.
El cura Rosario era una figura leyendaria de esas tierras, que había nacido en una hacienda llamada “La Rosariera” en la parroquia Chiquinquirá de Trujillo el 13 de junio de 1761.
Se decía que era un hombre blanco, alto que hablaba francés, italiano, inglés, latín, alemán, árabe y español.

Rosario era un hombre dedicado a la agricultura, dueño de haciendas, gran fanático de los objetos de lujo y de la buena vida.
Junto  a Juan Llavaneras, Bartolomé Monzant y Miguel Ignacio Briceño;  el 2 de Septiembre de 1811;  elaboraron  la Proclama de La Libertad, este manifiesto subversivo, osado, brillante y completo, planteaba la libertad plena sin ninguna condición ni concesión.
 Lo unía una gran amistad con el Dr. Antonio Nicolás Briceño, perteneciendo junto a este a una Sociedad Secreta llamada “Los Hermanos”, siendo conocido como El Halcón  y era en ese tiempo jefe de la Junta de  Guerra.

Se encontraba esperando la llegada de Bolívar en su casa del Cucharito en donde día antes recibió a Atanasio Girardot  acompañándolo a la ciudad de Trujillo.
Contaban igualmente de él,  que un año antes se había reunido con el “Diablo Briceño” y el Dr. Cristóbal Mendoza  en su casa natal en la “Rosariera”, realizando una brindis por el triunfo de la independencia.

-Brindemos tocayo y usted Dr. Mendoza por los dos años desde que empezamos a quitarnos el yugo español, dijo Rosario levantando su copa.
-Ya llegara el día en que esta esclavitud que nos han sometido los españoles sea solo un recuerdo. Continuó el prelado trujillano.
-Hay que reconocer el trabajo,  Antonio, el trabajo que han realizado nuestra Sociedad en aras de la libertad. Recalcó el “Diablo Briceño”.
-Dr. Briceño hay que reconocer también al Padre Rosario ya que de su peculio ha salido lo necesario para sufragar los gastos de los miembros de “Los Hermanos”  y que no basta solamente con el oficio que se leyó de la Junta Revolucionaria de Trujillo, explicó el Dr. Mendoza.

-No importa amigos, no he hecho nada que ustedes no han realizado por amor a la libertad, pero les aconsejó que debemos seguir reunidos como lo hacían  los antiguos Carboneros en Italia para evitar que la represión de los esbirros del rey nos detenga. Debemos promover las reuniones en las casas, con tertulias en las calles, en las haciendas, en las iglesias, además es necesario que los jóvenes participen y que se sientan identificados con los cambios que promovemos, enfatiza Rosario.
Si los más jóvenes no nos apoyan, esta revolución no tendrá razón continúa el prelado.

Había sido muy difícil la llegada de los doctores Briceño y Mendoza quienes tenían que devolverse a la Nueva Granada por vía desde Trujillo, Mérida, Villa de San Cristóbal, Villa del Rosario de Cúcuta, Tunja, Cartagena de Indias  y Santa Fe de Bogotá.
Habían huido para poder enfrentarse  de una manera más sencilla y  continuar con la lucha por la liberación de la Patria.

-¿Tocayo, cómo está tu familia? Le preguntó Rosario a Briceño.
-Tuve que huir con María Dolores, preñada de cinco meses y con Ignacia que sabes que es muy pequeña,  para evitar que los españoles me detuvieran. Respondió el “Diablo”.

-Carajo, tu no pierdes el tiempo, hace poco no había nacido tu hija Ignacia y ya María Dolores   está preñada, comentó echando bromas el padre Rosario.
-Menos tú hermano, ya sabemos de tus hazañas y de las tres Marías riposta Briceño escudándose en la gran amistad  y confianza que tiene con el presbítero.
Para nadie era un secreto  que el sacerdote trujillano sentía predilección por el bello sexo y que contaba con un número bastante elevado de hijos que no eran ni ocultados ni disimulados. Se sabía que vivía con Roxana Giacopini y tenía a las Marías, María Lobo, María González y María García.

Cuando alguno de sus amigos íntimos  le echaba bromas el sacerdote decía:
-“Quien peca y  reza, la empata”.



CONTINUARA..........

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