miércoles, 15 de junio de 2016

POR EL CAMINO A CARMANIA II PARTE



 José Rosario Araujo y Sergio Tucci

CAPITULO II
Bolívar permanecía en la ciudad  de Mérida organizando su gente, sabía que no sería fácil enfrentarse a los españoles. Contaba con la gente de Campo Elías, que a pesar de ser europeo, tenía un gran odio en contra de sus paisanos y comentaba que una vez terminada esa raza, él se suicidaría para que no quedara en Venezuela vestigio de lo que llamaba raza maldita. Se suma el español  a su gente con una compañía de soldados, pero la mayoría no tenía ni armas y menos uniformes, pero valor si les sobraba.

De igual forma se les unió el Mayor Ponce con un piquete de caballería,  horrorizado por los desmanes de Monteverde y el cura Uzcátegui transformó su hacienda en taller de fundación y elaboraron 16 cañones montados en sus cureñas. Entre los hombres que se le unen había muchos jóvenes que eran casi niños, pero no les faltaba valor para el combate.
Mérida puso a las órdenes de Bolívar 500 hombres, 800 caballos, numerosos cañones y 30.000 pesos. Envió espías para que le informaran sobre la ubicación y cantidad de las tropas españolas que se encontraban en Barinas y Trujillo.

Recordaba cómo había sido recibido,  el pueblo merideño lo ovacionaba y le tiraban flores. Correa había abandonado la ciudad sin presentar combate. En  Mérida fue nombrado Libertador el caraqueño y desde ese momento llevaría ese título por toda la eternidad título glorioso, que lo lleno  de un gran orgullo.   Este nombramiento  es propuesto por Cristóbal Mendoza. El Ayuntamiento había organizado una solemne recepción en honor de los héroes que venían a liberar Venezuela de las garras del imperio español.

Las pasiones como las de Campo Elías o Antonio Nicolás Briceño  no gustaban a Bolívar,  a pesar  de su valentía y dotes militares no le gustaban los excesos que muchos de estos hombres cometían a pesar de los desmanes que cometían  los españoles contra los partidarios de la independencia.

Lo que si estaba seguro Simón,  era que había llegado el momento  de extremar la revolución ya que había que combatir y dar respuesta contundente a los enemigos de la libertad. Ya sentía la mirada de su gente que esperaba una proclama que definiera la lucha que apenas empezaba.
¿Qué se iba a hacer con los venezolanos que defendían las banderas del Rey. Había que fusilarlos por traidores? Se preguntaba Simón.

Bolívar frenaba el deseo de actuar, debía ser precavido, era demasiado lo que había en juego. Todos los días le llegaban noticias de los desmanes cometidos por los españoles de Monteverde. El sufría al ver lo que pasaban sus compatriotas.
 Recordaba las ejecuciones de Quito y La Paz, que le habían llegado las noticias; los asesinatos que se producían en México en defensa del rey de España, los prisioneros que se pudrían en Puerto Cabello y la Guaira.

-Ya nuestra clemencia se está acabando. Ellos nos fuerzan a una guerra sin cuartel y haremos que ellos desaparezcan de la faz de la tierra. Pensaba en voz alta Bolívar.
En Caracas Monteverde en persona cometía desmanes en contra de los partidarios de la libertad. Mujeres eran sometidas a cualquier clase de atropellos cuando se acercaban para pedirle clemencia al canario para sus familiares.

Los oficiales que acompañaban a Bolívar lo presionaban para que tomara una decisión clara vengándose de todas las atrocidades cometidas por el enemigo. Los venezolanos que acompañaban a Simón en la campaña habían dejado  a sus familiares en Venezuela y sabían que muchos de ellos se encontraban sufriendo en carne propia todo el peso de las injusticias, uno siendo asesinados y otros siendo prisioneros.

-Simón debemos  ser más duros, no debemos dar cuartel,  decía con ímpetu el del gorro frigio, su tío político José Félix Ribas.
-No somos débiles, José Félix, somos soldados, no asesinos, no podemos cometer crímenes y salvajadas, indicaba Simón al esposo de la hermana de su madre.
José Félix Ribas, pertenecía a una familia rica caraqueña igual que la de Simón Bolívar, comenzando su carrera como militar con el grado de coronel, siendo jefe del Batallón de Milicias Regladas de Blancos de Barlovento. Para este momento el tío de Bolívar ya se había enfrentado contra Monteverde.

 Se reunió con el héroe caraqueño en Ocaña y  con él prepara la invasión de Venezuela teniendo una actuación heroica en la batalla de Cúcuta contra Correa luciéndose con una carga a bayoneta.
Cuando calló Bolívar le llego a su mente las letras enviadas por el cura Rosario sobre la “Guerra a Muerte”.

- ¡Ah curita este, carajo! Se decía Simón.
Quien lo iba a decir que este cura masón sería tan duro con el enemigo. Ya llegaría el día en que se encontrarían. Quería conocerlo,  hasta él habían llegado las andanzas de este famoso cura trujillano. Ya se verían, presentía que desde ese momento comenzaría una gran amistad.
Varias cartas más recibiría del Padre Rosario.
-¡Antonio tiene razón! ¡Hay que declarar la guerra a muerte! ¡Tenemos que ser implacables!

Recordaba con rabia la humillación que recibió de Monteverde. Evocaba ese momento con coraje, el canario no le prestó atención.
¿Qué se creía  ese hijo de puta, cuando me dijo que me premiaría los servicios a España por entregar a Miranda por un pasaporte? Repetía una vez más llenándose de rabia.

Entregue a Miranda por traidor y por haber capitulado ante el enemigo. Dijo en voz alta Bolívar con rabia.
Las palabras de Monteverde siempre le resonarían en su oído. Con rabia le contestó que había detenido a Miranda por rendirse y no para prestarle un servicio a España.
Pero era inevitable recordar esa escena, odiaba al canario con todas las fuerzas de su alma como odiaba al traidor Vignoni, que entregó el bastión de Puerto Cabello  cuando estaba ausente.

Soñaba en una de esas batallas encontrarse frente a frente con Monteverde y matarlo. Para nadie era un secreto que Bolívar mataba a la primera estocada.
Buen peleador si era, engañaba su cuerpo delgado y pequeño. Eso lo venía probando desde Barracas.Tuvo como maestros  de esgrima a los mejores espadachines españoles de la época.

Hay que resaltar que Simón Bolívar era un hombre bastante duro en la pelea. Como mantuano era experto en el manejo de la espada, se destacaba en el uso de bastones como era preciso en un caballero.
Además Simón con su espíritu inquieto había aprendido el arte de combate de los negros y la pelea con machete y lanza. Siempre combatía en la primera línea, era un gran conductor de tropas. Desde Barracas transformó sesenta soldados pobres, indisciplinados y apáticos en entusiastas defensores de la libertad.Había organizado un selecto grupo de 200 combatientes y con ellos había partido en diez balsas a hacer la guerra a los españoles.

Bolívar era un hombre tenaz, muchas veces se sintió desvanecer, pero triunfó.
Tenía que mantener el equilibrio de sus tropas que se encontraban heridos en su  amor propio, querían vengarse de las vejaciones que recibían sus paisanos. Desobedeciendo órdenes atacó Tenerife y después de un combate reñido los españoles se retiraron.
Continuó a Mopox y desde ese momento sus sueños de libertad y gloria se empezaban a convertir en realidad. El francés Labatuf estaba molesto, pidiendo que lo acusaran de rebelión, pedimento que fracaso ya que el Congreso le dio la aprobación para seguir avanzando.

El combatiente caraqueño decía: “Yo he nacido en Caracas, pero mi fama nació en Mompós.”
Su fama de militar aumento quince días después de haber salido de Mompós cuando informo al Congreso de Nueva Granada que el río Magdalena estaba libre de enemigos.
Se dirigió a Pamplona en busca de Monteverde y atacó los españoles sin darles descanso hasta que huyeron a Venezuela. Bolívar se dirigió hacia allá había que conquistar Caracas, la mejor defensa era el ataque, si Venezuela seguía en manos de los españoles La Nueva Granada tendría un cuchillo en la garganta.

El militar caraqueño había preparado un plan para la campaña que consistía en el despliegue sobre Venezuela de un ataque en dos direcciones: una columna comandada por su tío que se dirigiría a San Cristóbal, la selva de San Camilo y Barinas: Al liberar esas provincias se reuniría con la tropa en Guanare, teniendo como misión igualmente conseguir ganado y dinero.

La columna dirigida por Bolívar se dirigiría a San Cristóbal, La Grita, Mérida y Trujillo. El 17 de mayo llega a La Grita, dos días después se dirige a Mérida
Bolívar aspiraba que sus tropas fueran libertadores no crueles  vengadores, nunca estuvo de acuerdo  crueldades ni salvajismos. Por eso nunca pudo estar de acuerdo con “El Diablo Briceño”.

Los salvajismos de Monteverde y los crímenes que cometieron algunos jefes realistas exaltaron la fibra patriótica del “Diablo” siendo uno de los primeros que llegaron a Cartagena y el 16 de enero de 1813 publicó unas proposiciones del pueblo venezolano para emprender una expedición por tierra para liberar el país.

Montó una expedición con 143 hombres que el comandaba actuando por su propia cuenta
Ya anteriormente había tenido serias dificultades  con el caraqueño  por sus terrenos en sus fincas. “El Diablo era propietario de un lote de tierra que colindaba con una finca de Bolívar y por delimitaciones tuvo en el año de 1807 un altercado con el futuro libertador y al no hacerle caso por sus reclamos se acerca cuando el guerrero venezolano con sus peones realizan labores agrícolas y Briceño lleno de rabia saca un arma de fuego  y los apunta, pero teniendo un gesto rápido el amenazado logra arrebatarle el arma y se produce una pelea entre los dos hombres. Llegó a San Cristóbalcon el fin de unirse a la expedición libertadora y publicó el trujillano un bando declarando la “guerra a muerte” ofreciendo la libertad a los esclavos que mataran a sus amos españoles y canarios. 

En aquel momento Briceño asume una línea que parece ser muy cruel al ofrecer recompensar con tierras, propiedades y ascensos militares a todo aquel que marchará con él en su propósito independentista y diera muerte a cada español que se opusiera a tal misión, aquello implicaba que todo combatiente suyo que le trajera cabezas de españoles recibiría su premio; y mientras mayor el número de cabezas mayor sería la recompensa.

Briceño asesino a dos isleños, cortándoles las cabezas, no le cayó en gracia a Bolívar  tampoco cuando le envió una cabeza de un español a él y otra a Castillo con una carta en donde la primera línea había sido escrita con sangre.
-Estas cosas del Diablo, exclamo Bolívar cuando recibió el macabro obsequio, lleno de rabia.

Ordenó al oficial Pedro Briceño Pumar para que remplazase al Diablo y lo detuviese para ser juzgado en Consejo de Guerra.
El Diablo al saber lo ordenado por El Libertador se escapa por las montañas de San Camilo hacia Barinas. Desde ese momento Briceño se siente con la capacidad de obrar sin plan  y sin tener que seguir las órdenes del jefe del ejército.

Se sentía fuera del alcance de Bolívar y estaba dispuesto a obrar por su cuenta en esa “guerra sin cuartel” que había emprendido,  ofreciendo a los esclavos la libertad   si mataban a sus dueños, españoles y canarios.

El abogado Briceño fue derrotado por el español José Yáñez, que con 500 hombres los destruye casi sin pelear al no poder conservar el orden y la formación entre los suyos. Anteriormente se le habían unido dos heroicos soldados que se destacaron en la guerra de la independencia: Francisco Olmedilla y Jacinto Lara.

Briceño fue conducido a Barinas, juzgado por Tizcar y fusilado junto a ocho compañeros, ya había al llegar al sitio de su reclusión ser fusilado.
El 3 de junio recibe Bolívar  una carta que le dice que D´Elhuyar y Maza dispersaron una partida de 50 realistas cerca de Escuque; en el Colorado y después derrotaron en Ponemesa a Correa.

Gran  alegría produjo en el caraqueño la noticia. Como era su costumbre se subió de un salto a la mesa y empezó a bailar una danza marinera que aprendió en su  primer viaje a España. Al pasarle la euforia bajo y se puso a planificar la estrategia para seguir invadiendo.
En Ponemesa el combate duro tres horas siendo derrotado el español Coronel Ramón Correa que contaba con 600 soldados que huye hacia el Puerto de Moporo y luego a Maracaibo. Los patriotas contaban con 300 combatientes. 

Girardot organiza un gobierno provisional en Betijoque que cuenta con 150 hombres para defender la zona.
Era necesario triunfar, la lucha por la libertad apenas comienza.

CONTINUARA.........

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