Del
historiador amigo Alexis Berrios
JOSÉ ROSARIO ARAUJO. Este
excelente libro del buen amigo el historiador Alexis Berrios, me hizo recorrer la Valera que se fue y que lamentablemente no
volverá. Me adentre, con esta muestra de
cariño a la tierra de Mercedes, en la nostalgia donde los tiempos ya pasados
son mejores que los que se viven.
Ese
reflejo de su amor de hijo a la madre de las siete colinas, nos conduce de
corazón por sus más claros recuerdos de aquella Valera, la afectuosa, la cálida,
la ciudad de los amigos. Nos lleva, con
la claridad del hijo amantísimo de la vieja urbe, por cada uno de los retazos de sus
evocaciones haciéndonos vivir con sus misma emoción, cada uno de los pasajes de
la Valera y sus personajes de los 60,70,80.
Los
que conocimos a la antigua urbe, a leer Otra Valera, recordamos cada trazo,
cada capítulo y cada momento descrito con la certeza de juglar de Berrios. Con
lenguaje poético nos acompaña en el triángulo de las Bermudas; fuentes de soda
de la época en donde colmamos nuestros sueños bañados por la amistad sincera y
el compañerismo que desbordo aquellos tiempos del recuerdo.
Nos
emocionó recordar aquella corrida de toros, momentos del cual fuimos testigos.
En sus páginas Alexis produjo la angustia de aquella tarde en la calle 7
esperando al asesino de la joven de los discos.
Paladeé con delicia la cerveza del Albastro en
aquellos 80, recordamos cada una de la conversaciones, vi a mi hermana Aura
Rosario, al poeta Javier Abreu, a los amigos; a
Wilmer Viloria y a Miguel Valero;
y a los conocidos que muchas
veces encontrábamos en la barra de la sabrosa cervecería.
Recordé
la Navidad valerana, la famosa misa de aguinaldo del MOP, al sacerdote del traje negro y del paraguas,
quien era muestra rígida de la misa
sabatina, evocando cuando acudía con mis tias-madres las Rosario, para
oír aquel sermón acompañado por
canciones en latín y su típica ironía
mordaz que siempre caracterizaba cada uno de sus comentarios.
Otra
Valera, interesante libros que nos hace querer lo que somos y fuimos, pero
también nos hace reflexionar hacia dónde vamos, trazando luces de cambio sobre el destino que
el desamor ha poblado la meseta.
No
dudo que el historiador amigo, quiso con sus letras que recuperáramos la Valera aquella, la otra, no esta; la del
zamuro, el caos y la basura; sino la de la amistad, la de la cordialidad, la de
la alegría, la de la sana cotidianidad ya tan perdida.
Como
él lo dijo en su Recordación Futura al abrir su mochila, nos dio la
responsabilidad de recuperar el sueño de sus fantasmas multicolores y asumir la
tarea de contar para resucitar aquella tierra en donde todavía merecemos vivir.
Aprendí
con mi amigo, que la historia pequeña, nuestra historia, se cuenta, se escribe, la historia bonita
fresca, la historia de todos, narrar lo vivido es parte de nuestro deber y
obligación con la valeranidad, que no es otra cosa que la querencia de nuestra
tierra.
Disfrute
este libro como nunca, me emocioné, evoque, creo en mí, interrogantes y no puedo menos que señalar
Otra Valera como lectura de rígida necesidad para conocer nuestra ciudad,
aquella tierra de las siete colinas.
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