José Rosario Araujo
En su paso por Mérida, por el páramo de Mucuchies en la Campaña
Admirable Simón Bolívar recibió como obsequio del señor Vicente Pino un hermoso
perro “mucuchies”.
Este hermosos animalito se llamaba “Nevado”, era negro como la noche
pero tenía las orejas, la cola y el lomo blanco, eso hizo que El
Libertador le recordara las montañas
andinas y razón por lo que le pusieron el nombre que ya conocemos.
El noble animal era cuidado por un indio de esa zona llamado Tinjacá
que conocía al perro desde que era un cachorro. Su cuidador tenía una forma de
llamarlo que era silbando y el perro corría hasta donde su cuidador lo
solicitaba.
Nevado acompaño a Bolívar en toda las campañas emprendidas hasta llegar a Caracas. Compartió con los
patriotas y el héroe caraqueño los azares de la épica campaña, en la pelea el
perrazo ladraba muy fuerte, sobresaliendo
sus aullidos al ruido de la pelea.
En la batalla de La Puerta Nevado y Tinjacá fueron apresados por
Boves, ya en las filas realistas se conocía del perro y el caudillo llanero
pensaba que el fino olfato del mucuchies
descubriría la presencia de Bolívar.
En la matanza de Valencia aprovecho Tinjacá para escapar con el
noble animal. Corto las correas con las cuales estaba atado y se retiró a
cierta distancia silbo y el perro escapo por los pasillos de la casa donde se
encontraba cautivo.
Los dos fugitivos caminaron
sin descanso hasta toparse con tropas patriotas con las cuales al tiempo
llegaron a Mucuchies y participaron en los combates en que fueron derrotados.
Desde ese momento desaparecen el perro y el indio, pero El
Libertador nunca perdió la esperanza de volverlos a ver. Él nunca quiso creer
que sus dos amigos hubieran muerto.
Seis años después al pasar por Mucuchies Bolívar que marchaba a
Trujillo paso por la casa del señor Pino, la casa estaba cerrada.
El patriota pregunta por su amigo pero le dicen que había emigrado a
La Nueva Granada y temeroso de recibir una mala noticia lo hace también por sus
dos amigos el perro y Tinjacá. Recibe por respuesta el total desconocimiento de
donde se encontraban.
Sigue su camino pero por donde pasaba preguntaba por el perro y su
fiel cuidador. Nadie le daba respuesta.
Al llegar a un sitio lleno de un silencio sepulcral, de niebla que
rodeaba a los viajeros casi impidiéndoles la visión se oye un grito dando vivas
al ejército libertador.
Cuál sería la sorpresa de Bolívar y su gente al ver al indio
Tinjacá, la alegría es grande de una vez el caraqueño pregunta por el fiel
animal.
Tinjaca silba y Nevado
aparece veloz como una flecha arrojándose en los brazos cariñosos de su dueño.
Desde ese tiempo el perro y Bolívar no se separan, el animal lo
sigue por todas partes con su fiel cuidador. Unas veces siguiendo a los
caballos y otras en un cesto en los lomos de una mula. Acompañan a Bolívar
hasta en la firma del armisticio de Trujillo convirtiéndose el perro otra vez
en la mascota del ejército patriota, todos lo querían y a pesar de su imponente
presencia siempre fue cariñoso con todos.
Pero el perro envejecía y ya no tenía la fuerza ni la agilidad de
antes y en la Batalla de Carabobo se lanzó enfurecido contra los caballos
realista y es muerto él y Tinjaca. Eso nubla el gran triunfo obtenido por
Bolívar en esa batalla, el General Presidente siempre guardo en su corazón el
amor que le tuvo a ese bello perrazo llamado Nevado y a su fiel amigo Tinjaca.
Hay muchas bella historia de ese gran hombre que dio su vida por
darnos la libertad al cual debemos venerar y querer. Indagar sobre su vida es
la forma mejor de honrar su memoria y pagar con amor el gran amor que nos tuvo.
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