martes, 23 de abril de 2019

EL PADRE JOSÉ HUMBERTO CONTRERAS SEMBRADOR DE AMOR POR LA CIUDAD


Conociendo sus personajes

José Rosario Araujo
He sido un gran enamorado de la historia. Creo que todos debemos saber de dónde venimos para entender hacia dónde vamos, siendo esa la mejor lección de esa ciencia que siempre me ha apasionado.

He tenido la suerte de escuchar la historia local narrada por personas muy versadas en ese tema, gente que vivió parte de esa historia y fueron testigos de los acontecimientos y personajes que poblaron la ciudad de las siete colinas en toda la etapa del siglo xx.

Pude ser oyente fiel de la ocurrido en la tierra de Mercedes Díaz por parte de personas como Esther Rosario, el Poeta Pérez Carmona, el recordado Hugo Dubuc, mi compadre Diego Hidalgo, el Bachiller Carrizo, el Cronista del Mercedes Díaz Arnoldo Bolívar, el Cronista de Valera Luis González, mi buena amiga Rosalba Hernández y Alfredo Matheus quienes cada vez que hable o conversó con ellos voy nutriendo mi amor por mi terruño.

Creo que una de las cosas más importante que debemos tratar de lograr para la antigua Hacienda de Mercedes Díaz rumbo al Bicentenario es despertar el amor hacia su tierra de los más jóvenes, para que ese amor transforme el rostro que muchas veces tiene la ciudad de las siete colinas.

Hoy quiero referirme a un hombre santo quien derrochó cariño por Valera, ese hijo adoptivo de la ciudad fue el Padre José Humberto Contreras, del cual no conocí pero tuve como su más fiel juglar al gran cultor y atleta, recientemente fallecido Arnoldo Bolívar, que cuando tuvo la columna de Valera en el Periódico Gente me narró muchas de las vivencias que tuvo con este gran valerano de adopción.
Ayudado por estos recuerdos, por un interesante artículo de Alfredo Matheus titulado “Padre Contreras, el Humanista a 29 Años de su Muerte”, publicado en el Diario de Los Andes, el 27 de diciembre de 1991 y por las narraciones de la amiga Rosalba Hernández tan sabrosas, vamos a adentrarnos en aquella figura que otro hijo adoptivo de la ciudad como lo fue aquel hombre de Dios, Juan de Dios Andrade, que lo describió como un luchador y combatiente de ideales.
Este sacerdote humanista fue oriundo del estado Mérida, de la población de Tovar, naciendo a los tres años del siglo XX en el último mes del año.

Evocó a Arnoldo Bolívar y a Esther Rosario con sus narraciones en donde José Humberto Contreras se erige como el iniciador de las cooperativas de ahorro para la adquisición de vivienda, mi mamá Esther comentaba el gran trabajo del prelado para la construcción de la Urbanización Lasso de La Vega junto a otra gran valerana como lo fue Aura Salas Pizani.

Con su recio carácter el Padre Contreras recogiendo dinero aquí y allá con apoyo de los valeranos terminó de construir el Templo de San Juan Bautista. Había llegado el 23 de julio de 1934 por mandato del Dr. Guillermo Parra asumiendo la Parroquia San Juan Bautista. Concluye la obra con el revestimiento de la obra, tanto en su interior y exterior.

Compra la vidriera de la cúpula del presbiterio y las naves laterales que son encargadas a Alemania en 1939.
El sacerdote merideño levantó la Iglesia San Pedro, dirigida después por el Padre Juárez y con aportes de la comunidad y de los habitantes de la ciudad compró el terreno de la Iglesia El Carmen quien fue su párroco otro hombre santo como lo fue el Padre Javier Sarrasqueta.

No solamente el Padre Contreras se dedicó a buscar recursos para las iglesias, ni únicamente trabajo como cooperativista, tuvo otra gran función como fundador del primer centro de salud para tuberculosos en Valera en el año de 1942, como lo dice Alfredo Matheus en su ameno artículo.

Además el sacerdote no solo prestó servicios a los enfermos de esa terrible enfermedad que era la tuberculosis, sino que un año después Contreras funda una Casa Hogar que servirá para dar educación a obreros en la noche y como actividad extra durante las horas del día les daba de comer a cuanto niño de escasos recursos se acercaran a esas dependencias, que también recibían atención médica y educación.

En una amena charla con la señora Rosangela Hernández me refirió que conoció al Padre Contreras de toda una vida y que cuando fue alumna del Colegio Monseñor Lasso de La Vega pudo tratar con más detenimiento a este hombre santo que tanto bien le hizo a la ciudad y al estado Trujillo.
Me narró que ella entró como alumna en ese colegio por el año de 1957 que era regentado por unas monjas españolas, pero al corto tiempo fue nombrado este sacerdote merideño como director de la institución.

El Padre Contreras; según mi amiga; le dio clases de Ingles y de Religión y era muy amable. En ese plantel educativo recuerda como docentes a las señoritas Álvarez de Lugo, a María Chapón de Paris y a mi tía Esther Rosario

Entre sus recuerdos la señora Rosangela me narró que el Padre Contreras tenía una venadita a quien trataba como una mascota llamada Campanita, que era la delicia de las niñas del colegio que él dirigía.
Compartía frutas con las niñas y evoca mi amiga que era de un carácter muy cariñoso con todas las alumnas de ese plantel educativo.

Refirió la señora Rosangela que el Padre Contreras vivía en La Hoyada al frente de una profesora del Lasso de La Vega, llamada Lola de Molina.
Contreras mantuvo una gran amistad con el Padre Andrade. Los dos eran merideños y las sobrinas de Andrade estudiaron en el colegio, recuerda mi amiga.

También recuerda el “Curruchete” que el sacerdote amablemente les obsequiaba a las alumnas el Día de San Juan.

Según me cuenta esta dama; que es una narradora muy interesante sobre la historia de Valera; que el Padre Contreras se agravó en Caracas y murió, dejando a la ciudad huérfana de uno de sus más dedicados hijos adoptivos que desde que llegó a la ciudad de las Siete Colinas sembró amor por cada rincón que transitó.

Contreras tenía muchos deseos de regresar a la ciudad por las fiestas navideñas y un pesebre viviente que hacían en el colegio, pero fue sorprendido por la muerte.

Hoy recordemos con cariño este hombre de Dios que tantas bendiciones obsequio a la ciudad de las Siete Colinas.

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