Siempre Bolívar
acompañado por su fiel perro y su cuidador Tinjaca que no se aparta del perrote
Mucuchíes, también José Palacios que acomoda el cuarto donde el padre Rosario
ofreció para que pasara la noche. A lo lejos cientos de fogatas alumbran el
campamento de los patriotas que se dirigen a libertar Venezuela, en este
campamento los hombres murmullan, comentan, están prestos ya que saben que pronto un
acontecimiento se producirá.
Su jefe los llevara al
triunfo y está dispuesto para que el éxito corone sus esfuerzos. Pasan las
horas y Antonio Rosario lleva a su huésped a su alojamiento, al llegar a esa
bella habitación de sabrosa cama en donde El Libertador descansara cómodamente
después de mucho tiempo cobijado por las estrellas y durmiendo en el duro suelo,
el sacerdote le muestra un baúl de
madera, hermosamente pulido y con la voz cortada por la emoción le dice al jefe
de los ejércitos patriotas:
-Toma, Simón, este es
un humilde obsequio de mi parte para la causa. Sé que lo necesitaras, la
libertad debe triunfar y debes de ser duro como el acero. Necesitas recursos
para derrotar a esa bestia llamada Domingo Monteverde…….
-Gracias Antonio, se te
agradece, me da mucha pena, pero se tu manera de pensar y tu odio en contra de
la tiranía, esto es lo que se esperaba de ti. Tu amistad, tus consejos y ahora
esto, sinceramente no sé cómo agradecértelo.”
Le agradece el Libertador al Padre Rosario.
Rosario le cuenta a
Bolívar la detención de los hermanos de Briceño; Pedro Fermín, Francisco Javier y
Domingo; como son enviados a Puerto Rico. Lo que no sabía
el prelado trujillano que ya los duros combatientes trujillanos, dignos
hermanos del “Diablo” se fugarían de la prisión un día después, día en donde
también moriría fusilado su hermano.
-Te dejo para que
descanses y tengas la mente clara para tomar las más sabias decisiones en esta
dura campaña que se te acerca. Todavía te falta mucho para llegar a Caracas.
Termina de hablar el clérigo con el héroe.
El sacerdote sale y
deja a Bolívar en el cuarto, el caraqueño se sienta en la mecedora y sin sueño
piensa, recuerda todo lo vivido desde aquel día en que pronuncio aquel discurso
ante el congreso y dijo: “…es que trescientos años no bastan” cuando los
diputados conformistas abogaban por un separación de España poco a poco, a su
mente llegaban las discusiones con Miranda cuando este no le daba el mando que
el merecía.
Recordaba como si fuera
ayer los pormenores de su fracaso en Puerto Cabello, sentía todavía un dolor en
su pecho y una rabia sorda al recordar cómo fue esa traición y después aquel
mudo reproche de Miranda.
Le dolía acordarse de
cuando su amigo español Iturbe lo llevo ante Monteverde para pedir un
salvoconducto para salir del país, así viviera mil años nunca olvidaría la
humillación que le hizo el jefe realista. Evocaba su llegada a la Nueva
Granada, sus setenta hombres que fieles a él lo siguieron, convirtiéndolos en
aguerridos combatientes y muchos de ellos se encontraban durmiendo en las
afuera de la Hacienda dispuestos a seguirlo a donde fuera.
Ellos confiaban en él y
debía llevarlos al triunfo. Simón esa noche sabía que haría lo que estuviera en
sus manos para lograr la libertad de la Patria y no fracasaría.
Pero tenía la certeza
de que no se podía pelear con unos salvajes como Monteverde y sus hombres con
normas de caballerosidad y decencia. Esto mis amigos debieron de ser los
pensamientos de Bolívar aquella noche. No podía defraudar a Padre Rosario que
tan generosamente lo había ayudado. Los informes que le llegaban eran
aterradores, debía de fortalecer al ejército patriota con más hombres y
recursos.
Aquí en Trujillo los jóvenes huían para no ser
reclutados, los españoles habían planteado la lucha por la defensa del Rey y el
odio a los patriotas porque decían que eran ateos, rebeldes.
Esa noche Bolívar ideo
El Decreto de Guerra a Muerte, sabía que con esto haría estremecer el suelo
patrio, pero lograría hacer temblar al enemigo. La guerra a muerte que ya
practicaban los españoles debía de ser también declarada por los patriotas.
Bolívar se levanta de la mecedora y camina alrededor del cuarto piensa, medita,
recuerda las palabras del padre Rosario:
-“Simón
no debemos de ser clementes con ellos, los españoles no lo serán con nosotros
recuerda lo que te paso en Puerto Cabello.
Combátelos con crueldad hazles pagar lo que hacen contra tu gente.
Briceño tenía razón; hay que hacer que nos teman”.
Después de unas horas y
ya bien entrada la noche El Libertador Simón Bolívar se acuesta para tener un
dormir inquieto ligero y levantándose al otro día con la mente clara y dando
forma a una proclama que piensa redactar a su llegada a la ciudad de Trujillo.
Las tropas ya listas
para seguir, impacientes en luchar por la libertad de sus tierras, dispuestas a
combatir sin cansancio en pos de un ideal parten junto a sus jefes que los
conducirá a la tan ansiada victoria. Al llegar a Trujillo la noche del 14 al 15
de junio no fue de descanso para el Brigadier Simón Bolívar.
Inquieto, preocupado,
nervioso igual que la noche anterior en la casa de su amigo el sacerdote
Rosario, camina por el cuarto, se sienta en una silla embutidos en los mismos
pensamientos que lo inquietaron la noche de ayer y todo el día de hoy.
-“Tenemos que definir
la lucha, de cobrar agravios, hay que vencer o morir, Antonio me lo repitió
ayer varias veces y al despedirnos me dijo: Simón hazle honor a ese apodo de
Libertador, haz que los realistas nos
teman y respeten.”
Las palabras del padre
Rosario no se le apartaban de su mente y anoche al meditar le llegó una
proclama que tenía que dictar a sus tropas y a los venezolanos.
Son las tres de la
mañana camina incansablemente por su habitación, sale de ella y llama a Briceño
Méndez:
-“¡Pedro, Pedro, ven
por favor!” Paseándose de un extremo a
otro de la sala empieza a dictar: Venezolanos: un ejército de hermanos…
ha venido a libertaros y ya lo tenéis entre vosotros”
Briceño Méndez escribe
ya está acostumbrado a ser levantado por las noches para escribir una carta o
una proclama pero ahora sabe que lo que escribe cambiara la guerra y esta
decisión será trascendente.
Bolívar continúa:
- “…No hemos podido con
ver indiferencia la aflicción que os hacían experimentar los bárbaros españoles
que os han aniquilado con la rapiña y os han destruido con la muerte.”
El Libertador habla con
voz pausada pero grave, sabe que esta decisión trae el triunfo o la derrota
para la causa de la libertad.
-“Que desaparezcan para
siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infectan…..Que su escarmiento
sea igual a la enormidad de su perfidia…”Bolívar hace una
pausa y mira a la puerta sorprendido al ver llegar a varios de sus oficiales
que al escuchar el ruido de la voz de su jefe se levantan y sospechando desde
ayer que ocurrirá un acontecimiento importantísimo no quieren perderse de
aquella proclama que dicta su Brigadier, a pesar del momento de tensión nadie
fuma, el General no lo permite en su presencia.
-“A pesar de nuestros
justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón
se digna aún brindarles por última vez una vía a la reconciliación y a la
amistad… todavía se les invita a vivir pacíficamente entre nosotros….”Se levanta
y con voz dura imponente y con un tono más fuerte exclama: “Españoles y
canarios: contad con la muerte aun siendo indiferentes. Americanos contad con
la vida aun cuando seáis culpables”
Los habitantes de
Venezuela han quedado divididos en
españoles y americanos y los primeros se dividirían en los que sigan con el rey
y los que ayuden a la independencia.
Después de lo fuerte de
su voz concluye cansadamente sentándose en el humilde catre:
-“Cuartel general de
Trujillo 15 de junio de 1813. Simón Bolívar.
Ya la decisión ha sido
tomada y los dos bandos serán irreconciliables, serán divididos por una mar de
cadáveres, esta guerra a muerte durará siete años.
Al cumplirse una semana
del famosos decreto Urdaneta informaba al Libertador que las tropas de realistas
que infestaban a Trujillo habían sido exterminadas. Los españoles tomados
presos por Girardot fueron fusilados.
La guerra seria feroz y
mucho camino quedaría por recorrer en la lucha por la libertad.
A partir de este
momento esto no sería una guerra internacional, sería una guerra civil que se
daría entre hermanos. Serían los españoles lo que suscitaron esta decisión tan
dura.
De esta manera Bolívar
estaba restableciendo la unidad americana que sería tan necesaria en los
próximos años en la lucha por la liberación en contra del imperio español.
Si El Libertador no
toma la decisión de la “Guerra a Muerte” la guerra se hubiera prolongado y las
fuerzas patriotas hubieran sido derrotadas.
Simón Bolívar un día
diría:
“Para ganar cuatro
insurgentes, que nos ayudaran a liberarnos, fue necesario declarar esta guerra
a muerte”.
El guerrero americano
también manifestaba: “Yo he decidido emprender esta guerra a muerte para quitar
a los tiranos la incomparable ventaja que su sistema de destrucción les ha
otorgado”.
Quizás esta guerra a
muerte fue necesaria y de ella dependía la independencia americana para
demostrar que si los españoles querían exterminar a los españoles, el deber de
los libertadores era salvarlos.
Si la fuerza del
imperio español no hubiera sido quebrada por la violencia de la lucha
liberación, la lucha por la independencia hubiera sido más larga y no menos
cruel. Por esto el decreto tiene bastante justificativo.
Con la liberación de
las provincias fronterizas de Trujillo y Mérida, la misión del Libertador
estaba terminada, pero el entendía que si obedecía al Congreso que le había
otorgado el permiso de liberar solo esa dos provincias, él y sus tropas
estarían perdidos y Venezuela no alcanzaría su libertad.
-Debo dirigir una carta
al Congreso pensó Bolívar.
Escribió lo siguiente:
“Más que nunca, debemos
actuar con rapidez y fuerza. Si permanecemos pasivos o retrocedemos, todo
estará perdido y yo no seré responsable de nada. Por favor comprendan que todas
las tropas de Nueva Granada, no importa bajo qué mando, han sufrido muchos
reveses, y que sólo el ejercito que tengo el honor de mandar no ha sufrido
daños. La fortuna ha querido coronar nuestros esfuerzos y ha decidido
protegernos. No agotemos su benevolencia”.
El caraqueño tomó la
decisión de no obedecer las órdenes del Congreso y siguió avanzando arrollando
a los realistas. Se dirige a Barinas y
Monteverde ordena atacarlo y en Niquitao se enfrentan los dos ejércitos.
Al amanecer del día 2
de julio los patriotas avanzan hacia los españoles, a las 9 de la mañana
observa José Félix Ribas el dispositivo
de defensa de las tropas enemigas.
Al estar a los 100
metros el jefe patriota ordena a sus soldados del el centro que eran comandados
por Urdaneta que abrieran fuego contra las posiciones enemigas.

El enemigo abandona su
posición por la embestida de los patriotas para así obtener mejor posición en
una altura más importante.
El ataque patriota
sigue por tres horas más pero sin ningún resultado aparente sino la toma de
algunas posiciones sin importancia.
De pronto Ribas ordena
a su caballería que marche por el camino real y toca a “degüello” es decir a la
carga para que embistan la retaguardia enemiga.
Los españoles son
derrotados y se fugan desordenadamente. Los patriotas obtienen con esta derrota
realista 445 prisioneros, 450 fusiles, 60 sables, 160 tiros de cañón, gran
cantidad de municiones. La derrota española fue tan grande que Martí escapo con
solo seis compañeros.
Esta fue la primera de
la batallas ganadas por el Coronel; en ese tiempo; José Félix Ribas acompañado
por otros bravos patriotas como el Mayor Rafael Urdaneta, los Capitanes Campo
Elías y José María Ortega.
Las fuerzas patriotas
en esta acción realizaron dos hechos relevantes y fueron la marcha realizada
por esta tropas y la maniobra para derrotar a los españoles en sus posiciones.
Después de esta acción
los patriotas siguen en marcha para conquistar la capital de Venezuela, pero
por desgracia todavía está lejos la completa libertad de Venezuela. Mucha
sangre será derramada y la caída de la II República será una de las etapas más
negras de la historia venezolana.
FIN
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