José Rosario Araujo
CAPITULO I

Bolívar era conocido por su energía
incansable, cuando firmaba un documento
lo hacía parado, al estar en una hamaca se mecía con un pie, cuando
conversaba lo hacía caminando, cuando iba a una fiesta bailaba incansablemente.
Eso sí a diez de la noche se acostaba y
a las cuatro de la mañana se levantaba
religiosamente.
Ya todos estaban habituados a esa
energía nerviosa que siempre manifestaba el militar caraqueño.
-Debemos enviar a Atanasio con 500 hombres a Trujillo
como a Boconó, comentó a sus hombres
Bolívar tomando la decisión que llevaba varias horas pensando.
-Tengo
fe en ti Atanasio, sé que no solo eres valiente, sino un militar experto, ya lo
vienes demostrando desde Nueva Granada. Voy a poner sobre tus hombros esta responsabilidad
de que nos abras el camino con tus hombres, dijo el héroe venezolano.
_Quiero
reunirme con Antonio Rosario, ayer mismo me envió una misiva donde nos ofrecía bastimento para la tropa y
dice que quiere hablar con nosotros,
continuo conversando Bolívar con Ribas, Girardot, Urdaneta, D¨Elhuyar y
varios oficiales que venían acompañándolo desde el Rio Magdalena.
Su Secretario Pedro Briceño Méndez
como amanuense ha escrito cartas en donde Bolívar dice:
“La repuesta la espero en Trujillo”.
La cita se cumpliría.
En esta ciudad había recibido la
noticia de una disposición de la Regencia Española la cual aceptaba el plan de
Monteverde de pasar por las armas a cualquier persona que tomase las armas a
favor de la independencia.
Regresó a Venezuela después de 6
meses. Venía acompañado por un grupo de héroes, jóvenes paladines.
Urdaneta le dijo: “Brigadier, si con dos
hombres basta para emancipar Venezuela, presto estoy a acompañar a usted”. Con
hombres como él, triunfaría.
Con pocas provisiones y armas pobres,
sus hombres eran de los mejores combatientes, se componían principalmente de soldados
de la Nueva Granada.
Simón utilizaría diversas tácticas
para derrotar la superioridad de los españoles. Una de las tácticas consistió en
atacar separadamente a las divisiones enemigas y para ello, el elemento sorpresa y la rapidez de la acción eran principales.
El Coronel Castillo había enviado al Congreso un ataque contra Bolívar,
acusándolo de incapaz, despilfarrador y que arriesgaba las tropas en campañas
fantásticas pero el Congreso premio sus triunfos dándole el título de ciudadano
de La Nueva Granada y lo nombró General
Brigadier de los ejércitos de la unión.
Camilo Torres, presidente del Gobierno
de la Unión en Nueva Granada, si cree en Bolívar; le concede el grado de general y de ciudadano
neogranadino y le envía pertrechos. Nariño, presidente de Cundinamarca le
remite armas y soldados, pocos, peros
duros en la pelea.
Torres ha entregado al nuevo general
un mensaje a los venezolanos que dice:
“Es
tiempo de tomar venganza de esas fieras desencadenadas sobre vosotros
ciudadanos. Corred a las armas, venezolanos, sacudid esas cadenas vergonzosas,
volved al esplendor que habías adquirido, a la eminente política a que os
habíais elevado y que solo un accidente de la naturaleza, del que se valieron
vuestros opresores, os pudo hacer bajar”.
El superhombre caraqueño en ruta para
Mérida le responde:
“Mi
corazón se inunda de placer y gratitud, al contemplar las armas libertadoras de
Nueva Granada marchando a redimir a mi querida patria… La libertad que vamos a
obtener se halla colocada entre los dos más grandes escollos que pueda
presentar la guerra: La carencia de dinero y la de las municiones.”
Castillo renuncia y el caraqueño
triunfa, con su habilidad política.
El guerrero venezolano confiaba en sí
mismo, estaba seguro de poder llevar a
cabo esta proeza guiándolo el descontento del pueblo que estaba horrorizado por
el salvajismo de Monteverde. Sus planes eran dictados según se presentaran las
circunstancias.
Al principio se decidió a rendir a la
línea oeste del caudillo español y de esta manera se abrió paso hacía Mérida, y
el jefe realista Correa abandono la posición casi sin luchar.

El militar caraqueño contaba con 700
soldados y los realistas con más de 10.000, pero a pesar de la diferencia a los
patriotas les sobraba voluntad, valor,
convicción.
El Coronel Castillo casi es derrotado,
pero Santander, en ese momento Sargento Mayor lleva a sus hombres a la
victoria. Castillo renuncia y se va, regresa a su país. La tropa queda al mando
de Francisco de Paula Santander.
Ya había tenido el caraqueño un
enfrentamiento con el granadino. Santander se niega a obedecer cuando a la hora
de partir en la campaña hacia Venezuela, alega que recibió la orden de Castillo
de quedarse en la Nueva Granada.
Bolívar con voz grave le dice:
-Si
insiste usted en no obedecer, aquí mismo lo fusilo.
Los soldados siguieron el avance hacia
Venezuela y Santander se quedó en Cúcuta.
Las tropas de Bolívar venían
conformándose de la siguiente manera:
La vanguardia comandada por Girardot,
contando con Luciano D´Elhuyar como segundo comandante; en la retaguardia
mandada por José Félix Ribas, con José Tejada como jefe de artillería y
Urdaneta como mayor general, Pedro
Briceño Méndez era secretario; contando como edecanes con Juan Pulido y José
Lugo.
Atanasio Girardot era hijo de un
próspero comerciante francés que había obtenido el título de abogado y se había unido a la lucha independentista
desde muy temprana edad.
Se incorporó a la lucha independentista
en su región natal, formando parte de la expedición organizada por la Junta
Suprema de Gobierno para apoyar a la Confederación de Ciudades y se distinguió
en la liberación de Popayán al derrotar al realista Miguel Tacón y Rosique, en
la Batalla del Bajo Palacé el 28 de marzo de 1811.
Girardot era un hombre valiente y un gran estratega
que se había enfrentado en esa batalla al español con 2000 soldados con setenta hombres en el puente del rio
Palacé.
Había desalojado a los defensores del
puente con setenta combatientes e
increíblemente gano la batalla. En la Nueva Granada no se había ganado un
combate de esta manera salvando a su patria de la reacción de los monárquicos.
Participó en combates contra los
federalistas cuando el gobierno de Antonio Mariño y cambio de bando peleando a
favor de las Provincias Unidas, enemigas del centralismo, uniéndose a Bolívar
en la Campaña Admirable
En Trujillo existía un grupo que
conspiraba en contra del imperio español, una corriente de rebeldía recorría
todas las comarcas trujillanas y uno de sus representantes era el Cura
Francisco Antonio Rosario.
El cura Rosario era una figura
leyendaria de esas tierras, que había nacido en una hacienda llamada “La
Rosariera” en la parroquia Chiquinquirá de Trujillo el 13 de junio de 1761.
Se decía que era un hombre blanco,
alto que hablaba francés, italiano, inglés, latín, alemán, árabe y español.
Rosario era un hombre dedicado a la
agricultura, dueño de haciendas, gran fanático de los objetos de lujo y de la
buena vida.
Junto
a Juan Llavaneras, Bartolomé Monzant y Miguel Ignacio Briceño; el 2 de Septiembre de 1811; elaboraron
la Proclama de La Libertad, este manifiesto subversivo, osado, brillante
y completo, planteaba la libertad plena sin ninguna condición ni concesión.
Lo unía una gran amistad con el Dr. Antonio
Nicolás Briceño, perteneciendo junto a este a una Sociedad Secreta llamada “Los
Hermanos”, siendo conocido como El Halcón
y era en ese tiempo jefe de la Junta de
Guerra.
Se encontraba esperando la llegada de
Bolívar en su casa del Cucharito en donde día antes recibió a Atanasio
Girardot acompañándolo a la ciudad de
Trujillo.
Contaban igualmente de él, que un año antes se había reunido con el
“Diablo Briceño” y el Dr. Cristóbal Mendoza
en su casa natal en la “Rosariera”, realizando una brindis por el
triunfo de la independencia.

-Ya
llegara el día en que esta esclavitud que nos han sometido los españoles sea
solo un recuerdo. Continuó el prelado trujillano.
-Hay
que reconocer el trabajo, Antonio, el
trabajo que han realizado nuestra Sociedad en aras de la libertad. Recalcó
el “Diablo Briceño”.
-Dr.
Briceño hay que reconocer también al Padre Rosario ya que de su peculio ha
salido lo necesario para sufragar los gastos de los miembros de “Los
Hermanos” y que no basta solamente con
el oficio que se leyó de la Junta Revolucionaria de Trujillo, explicó
el Dr. Mendoza.
-No
importa amigos, no he hecho nada que ustedes no han realizado por amor a la
libertad, pero les aconsejó que debemos seguir reunidos como lo hacían los antiguos Carboneros en Italia para evitar
que la represión de los esbirros del rey nos detenga. Debemos promover las reuniones
en las casas, con tertulias en las calles, en las haciendas, en las iglesias,
además es necesario que los jóvenes participen y que se sientan identificados
con los cambios que promovemos, enfatiza Rosario.
Si los más jóvenes no nos apoyan, esta
revolución no tendrá razón continúa el prelado.
Había sido muy difícil la llegada de
los doctores Briceño y Mendoza quienes tenían que devolverse a la Nueva Granada
por vía desde Trujillo, Mérida, Villa de San Cristóbal, Villa del Rosario de
Cúcuta, Tunja, Cartagena de Indias y
Santa Fe de Bogotá.
Habían huido para poder
enfrentarse de una manera más sencilla
y continuar con la lucha por la
liberación de la Patria.
-¿Tocayo,
cómo está tu familia? Le preguntó Rosario a Briceño.
-Tuve
que huir con María Dolores, preñada de cinco meses y con Ignacia que sabes que
es muy pequeña, para evitar que los
españoles me detuvieran. Respondió el “Diablo”.
-Carajo,
tu no pierdes el tiempo, hace poco no había nacido tu hija Ignacia y ya María
Dolores está preñada, comentó
echando bromas el padre Rosario.
-Menos
tú hermano, ya sabemos de tus hazañas y de las tres Marías riposta
Briceño escudándose en la gran amistad y
confianza que tiene con el presbítero.
Para nadie era un secreto que el sacerdote trujillano sentía predilección
por el bello sexo y que contaba con un número bastante elevado de hijos que no
eran ni ocultados ni disimulados. Se sabía que vivía con Roxana Giacopini y
tenía a las Marías, María Lobo, María González y María García.
Cuando alguno de sus amigos
íntimos le echaba bromas el sacerdote
decía:
-“Quien
peca y reza, la empata”.
CAPITULO II

De igual forma se les unió el Mayor
Ponce con un piquete de caballería,
horrorizado por los desmanes de Monteverde y el cura Uzcátegui
transformó su hacienda en taller de fundación y elaboraron 16 cañones montados
en sus cureñas. Entre los hombres que se le unen había muchos jóvenes que eran
casi niños, pero no les faltaba valor para el combate.
Mérida puso a las órdenes de Bolívar
500 hombres, 800 caballos, numerosos cañones y 30.000 pesos. Envió espías para
que le informaran sobre la ubicación y cantidad de las tropas españolas que se
encontraban en Barinas y Trujillo.
Recordaba cómo había sido
recibido, el pueblo merideño lo
ovacionaba y le tiraban flores. Correa había abandonado la ciudad sin presentar
combate. En Mérida fue nombrado
Libertador el caraqueño y desde ese momento llevaría ese título por toda la
eternidad título glorioso, que lo lleno
de un gran orgullo. Este
nombramiento es propuesto por Cristóbal
Mendoza. El Ayuntamiento había organizado una solemne recepción en honor de los
héroes que venían a liberar Venezuela de las garras del imperio español.
CONTINUARA.......
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