
José Rosario Araujo
Para la Francia
Libre era necesario un cumulo de triunfos para levantar la moral de los
franceses después de haber sida conquistada su Patria. El jefe de los franceses;
General Charles de Gaulle; un día
cualquiera en una reunión con el Coronel Leclerc, señalando un mapa y con su
firmeza de carácter le anunció que existían sitios en los cuales debían
realizar acciones para lograr subir la moral decaída de los combatientes de la
Francia Libre.
-Hay esto y eso. Dijo lacónicamente el líder francés.
El Vizconde De
Haute Cloque; mejor conocido como
Coronel Leclerc, seudónimo adoptado por medidas de protección de sus familiares
que se encontraban en la Francia ocupada para evitar represalias; entendió las órdenes
de De Gaulle perfectamente y con su sangre fría
manifestaría:
-Nunca recibí
ordenes tan directas y de la misma manera fueron ejecutadas con tanta seguridad
y precisión.
Leclerc era un
Oficial de Caballería que procedía de la Academia Militar de Saint Cyr, que la
guerra lo había sorprendido en el cargo de Capitán y que fue herido y tomado
prisionero en la batalla de Francia, luego se fugó, escapando en una bicicleta
hasta que por el Canal de la Mancha, cruza a Inglaterra, reuniéndose con De
Gaulle que lo envió a Camerún a enfrentar las fuerzas francesas del Vichy,
desde allí lo destinaron a la provincia del Chad.
El Coronel francés
para los primeros días de febrero de 1941, contaba con un grupo destacado de
oficiales y sub oficiales franceses, pero que lo asolaba era una gran falla en
los suministros como vehículos dañados, que ellos trataban de arreglar con los
montones de piezas de carros desarreglados que conseguían, de los cuales no se
encontraban muy contentos de ese hecho.
El egresado de Saint Cyr sabía que en el desierto de Libia el puesto
de El Auenat, situado a 280 kilómetros de Kufra era un gran objetivo de tomar
en cuenta, pero analizando mejor decide realizar la incursión en la misma
Kufra, en el fuerte Tag, que era considerado por los italianos como su símbolo
de poder africano.
Por sus informantes
Leclert consideraba un tremendo objetivo
Kufra a sabiendas que sería un rudo
golpe en contra de
la moral italiana.
Rodeado de espacios
vírgenes de 500 kilómetros de ancho, la región desértica más extensa del
Sahara, el fuerte Tag se encontraba situado sobre un acantilado, que se
extiende en una hondonada defendida por 300 soldados italianos, que apoyaba una
compañía móvil llamada Compañía Autotransportada Sahariana, que era el
equivalente a LRDG, integrada por duros combatientes.
Para el ataque
de Kufra los franceses contarían con 100
soldados europeos, 300 nativos meharistas; que fueron desmontados de sus
camellos; con un armamento pesadas, 26 ametralladoras Lewis, cuatro mortero, un
cañón de 75 mm, dos cañones de 37 mm, varias camionetas Bedford y camiones.
En la incursión
participarían las patrullas LRDG; Patrullas de Acción Lejana después conocidas
como Grupo Estratégico del Desierto;
T y G, que realizarían la protección y el
reconocimiento del ataque.
Los franceses
estaba ansiosos de la misión, su saludo era “Vers Kufra”, por los deseos de
participar en la futura incursión, pero ya los italianos al notar un aumento en
las trasmisiones del enemigo sospechaban el ataque que se les avecinaba.
El Coronel francés
había organizado una columna ligera de 99 vehículos, que aunque todos los
participantes saharianos del Chad pensaban que el raid estaba destinado al
fracaso, a pesar de que ellos eran combatientes muy duros, de primera calidad.
Aducirán que la
incursión era preparada por alguien que desconocía los terribles peligros del desierto, la sed, el hambre y las
terribles distancias del terreno, pero el egresado de Sant Cyr tenía por
costumbre dominar y moldear el destino a su gusto, domándolo por su espíritu
aventurero.
Ya para Leclerc
Kufra era una obsesión, debía obrar rápidamente ya que se aproximaba la primavera. Las fuerzas enemigas se encontraban alertas y los aviones
italianos patrullaban el desierto en la búsqueda de vehículos enemigos.
Transportaron
150.000 mil litros de gasolina y víveres
son transportados a 208 kilómetros más allá de Largeau a Unianga Kebir.
Debido a la
vigilancia de la aviación italiana se dispone un ataque al puesto de Tedjerhi,
pero la traición de un guía da el traste con la operación, por otro lado una
patrulla inglesa comandada por el Mayor Clayton ataca Murzuk logran
destruir tres aviones y una instalación
de radio.
El 24 de enero la
columna de ataque abandona Largeau, necesitando 24 horas para recorrer ese
terreno movedizo, a pesar de que delante de las ruedas de los vehículos
colocaron esteras de hojas de palma y viguetas deslizadas entre los neumáticos
de los camiones de doble ruedas.

Los vehículos
franceses comienzan a dañarse por las dificultades del terreno, pero lo más
grave es que a los dos días de partida se produce una tormenta de arena que
obliga a detenerse a los incursores, pero las patrullas del LRDG se adelantan
al ataque, dejando atrás a los soldados que se protegen de la tormenta de
arena.
El viento afecta a
los soldados ya que no les son suficientes los lentes de protección para que la
arena no se les meta en sus ojos, a
pesar de ser veteranos del desierto.
Los vehículos llegan
a una depresión protegida por un lago y al lado se encuentra el fuerte de
Unianya Kebir.
La patrulla de
Clayton con la patrulla G se adelantaron para reconocer Yebel Sherif a 100
kilómetros, con 44 hombres y 11 vehículos, poco tiempo después alcanza el
poblado de Bishara, descubriendo que había sido destruido, al descubrir huellas
de neumáticos deciden trasladarse al Norte y se esconden en una cadena baja de
montañas.
El inglés ordena a
sus combatientes que escondieran los
vehículos pero son localizados debido a las emisiones de radio y caen en una
emboscada por la compañía “Sahariana” italiana integrada por siete vehículos y
protegida por tres aviones.
Con cañones
Breda, arma muy eficaz del ejército
italiano, los atacan y antes que Clayton organizara la defensa, cuatro de sus
vehículos son quemados y el Mayor
inglés serenamente intenta replegarse
con el resto de sus fuerzas al Sur para
realizar un contraataque, pero es atacado por un avión que lo hiere y es
capturado.
El mando es asumido por el Capitán Ballantyne retrocede para unirse a la columna de Leclerc. El militar francés duda antes de tomar una decisión, pero al final en vía el grueso de sus tropas a Tekro y él se dirige dirigiendo 20 vehículos hacia Kufra.
Se decide que las patrullas del LRDG efectúen un
reconocimiento y Ballantyne en uno de
los vehículo de la patrulla K va
como guía con los franceses.
Leclerc llega a
Kufra el 7 de febrero avistando las palmeras del oasis al anochecer. Luego se
dirige a interrogar al jefe del poblado acompañado por un oficial inglés.
Una patrulla
destruye el material de las estaciones meteorológicas y tres coches dirigidos
por el Capitán Guillebon incendian el aeropuerto y la explosión despertó a la guarnición
italiana que comenzó a disparar y esta era la señal que esperaban los franceses
para atacar y doce Bedford se lanzaron contra el oasis, pero se vieron
atascados en la arena, sometidos al fuego de la guarnición dispara la mayor
cantidad de sus municiones.
Leclerc se
encuentra molesto ya que los aviones no han sido completamente destruidos y se
dirige con una patrulla y en medio del camino choca contra una roca, el resto
de los camiones continúan, llegan al hangar, queman un avión y se retiran.
A las 8 horas las
patrullas de reconocimiento son atacados por los aviones Saboya y los camiones
se dispersan por un macizo montañoso, la arena no ayuda y uno de los vehículos
se hunde.

¡No hay aviones!
Por fin pueden
liberar el vehículo y este reconocimiento sirvió a Leclerc para montar su
ataque principal y el día 17 ataca desde
Sarra, pero recibe la embestida de los vehículos del Sahara italiano que son respondidos su ataque por la valentía del Capitán De Guillebon;
oficial de la Plana Mayor de Leclerc; que terminaron retirándose hacía Tazerbo.
Ese día la compañía
Sahariana se había preparado para frenar la embestida del enemigo, un pelotón
de frente, otro grupo que intenta desbordarla no lo logra, el primer pelotón
realiza un movimiento envolvente y el grupo Sahariano se retira como ya se dijo
en las líneas anteriores,
Otro grupo de 45
hombres se enfrentan contra la “Sahariana”, que acompañada por aviones Saboya
no cesa los ataques.
Leclerc no quiere
dejar a la compañía italiana en paz y un pelotón bloquea la entrada del fuerte
con la intensión que no pueda salir a socorrer a los saharianos que huyen
perseguidos por 150 kilómetros.
Los aliados bombardean el fuerte con el cañón de 75 mm con disparos precisos a puntos sensibles en la posición italiana.
Desde el fuerte los
italianos pierden la moral por la retirada de su cuerpo de elite y estuvieron
dispuestos a rendirse y desde el 28 de
febrero buscan una capitulación
honrosa.
Dos días después
izan la bandera blanca de la rendición, envían unos parlamentarios para conocer
las proposiciones de rendición del militar francés.
La discusión será
larga hasta que Leclerc con su mal carácter de costumbre empuja a los
parlamentarios, sube con dos oficiales a un vehículo y le ordena al chofer que
se dirija al fuerte.
Los italianos hacen
abrir la puerta saliendo por ella un elegante Comandante que aduce que solo
quería discutir y que el francés no tiene derecho a entrar.
-Haga lo que le
ordenó. Dice Leclerc altivo.
Le ordena al
Comandante que reúna a sus oficiales y les convida que se rindan que han
luchado bien y que no tienen nada que reprochar si se rinden, que tienen el
deber de cuidar sus heridos que pueden contar con sus cirujanos.
El Comandante
Militar del Chad dicta los artículos de la rendición y los vencidos se rinden,
primero desfilan ante el vencedor y después reciben la sorpresa de que fueron
derrotados por 200 hombres barbudos con harapiento uniformes que han tomado el
fuerte.
Ninguna persona en
el Chad pensaba que esta operación tuviese éxito, pero solamente un hombre como
el Vizconde De Haute Coque personalidad proclive a las pruebas deportivas y a
las hazañas militares pudiese lograr la hazaña.

Cuando se rinden en
la guarnición se encuentran italianos y
352 libios con 53 ametralladoras, cuatro cañones Breda de 20 milímetros. Con
ese armamento pudieron haber resistido durante semanas, si hubiesen tenido el
deseo de luchar, también tenían un gran terror a las tropas indígenas que
acompañaban a los franceses y le pidieron a Leclerc que los mantuviese alejados
del fuerte, cómicamente el Vizconde De Haute Coque sitúa al Padre Bronner en la puerta del fuerte como
centinela.
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