No se puede dejar de conocer a un héroe medieval, si no se conoce su corcel y su espada y el
Cid Campeador no es una excepción de la regla.
Babieca y la Tizona fueron parte de la vida de este gran
combatiente español que hoy en día es descrita su vida por el excelente
escritor español Pérez Reverte con su novela “Sidi” que significa mi señor en
lenguaje árabe y de allí el apelativo Cid.
Este caballero hispano del siglo XI que su gesta inspiró “El
Cantar del Mío Cid” guerreó de forma independiente conquistando el territorio
del Levante, imponiendo su capital en Valencia.
Rodrigo Díaz de Vivar comenzó su gesta militar al servicio
del Infante Sancho de Castilla, que más tarde fue el Rey Sancho II de Castilla
y donde aprende a manejar las armas y fue nombrado Caballero.
El Cid nació; se cuenta; en Vivar, situado en el valle de río
Unierna, a diez kilometros al norte de Burgos y la fecha de su nacimiento no se
conoce, pero se propone desde 1041 a 1057, pero lo más seguro es que su
nacimiento se sitúa entre 1045 y 1049, su padre era Diego Laínez, que se había
alejado del núcleo familiar para buscar fortuna, destacándose en la guerra con
Navarra en 1054.
El padre del Cid adquirió las posesiones de Vivar en donde
nació Rodrigo quien fue acogido en la
corte, siendo criado como miembro del séquito del Infante Sancho, que era el
primogénito del Rey Fernando I.
El Infante lo nombra caballero y el futuro Cid participaría
en su primera acción guerrera en la batalla de Graus en 1063, en donde las
tropas castellanas habían acudido en ayuda del Rey Moro de Zaragoza que era
protegido por el rey castellano contra los ataques del Rey de Aragón Ramiro I,
quien fallece en esta batalla.
En sus inicios Rodrigo,
fue escudero del Rey Sancho y participó en la Guerra de los tres
Sanchos, en donde los tres hermanos Sancho II de Castilla, Alfonso VI de León y
García Rey de Galicia se enfrentaron para unificar el reino que dejo su padre.
En esa guerra nuestro héroe recibe el apodo “El Campeador”
por su valor en el combate en defensa de su señor Sancho II de León.
El Señor de Vivar participó como Campeón de su Rey en varios
combates para dirimir asuntos como cuando peleó con el campeón del Rey Sancho
de Pamplona, Nájera y la Rioja; Jimeno Garcés de Azagra, Alférez Real o cuando
combatió con un guerrero de al-Muqtádir llamado Fariz.
En la ciudad de Zamora,
defendiéndose de una rebelión que apoyaba la infanta Urraca que era
hermana de los Reyes en conflicto, muere el Rey Sancho II y “El Campeador” pasó
a apoyar al Rey Alfonso VI que mando en
el reino unificado.
Al pasar el tiempo “El Campeador” es premiado por sus
servicios concediéndole la mano de la que fue su esposa Doña Jimena, pero con
el tiempo comenzaron los roces contra el Rey Alfonso VI en un viaje que el
guerrero realizó a Sevilla que estaba bajo el mando de un rey llamado
Almutamid.
Rodrigo realizando su misión es sorprendido por la noticia de
que se había producido un ataque en donde participaba un guerrero castellano de
nombre García Ordoñez que el capturado por El Campeador cuando derrota al
ejército agresor.
El Señor de Vivar era un claro ejemplo para los hombres que combatían a su lado que eran
alentados por el valor de su jefe que trataban de estar a la altura de un jefe
tan valeroso.
Los juglares cantaron que El Campeador en un cruento
enfrentamiento contra 14 guerreros uno a uno y
libero a Don Sancho
Se dice que las desavenencias con el Rey se producen por que el guerrero Rodrigo saquea un reino que era conocido como Taifa de Toledo; en 1081; que se encontraba bajo la protección de Alfonso VI. Esa acción la había realizado sin permiso real y puso en peligro las negociaciones que se realizaban por el Rey y eso logró que Rodrigo fuese desterrado de Castilla y confiscadas todas sus posesiones.
Junto con sus hombres y personal de confianza termina
sirviéndole como Caballero al Rey de Zaragoza; Muqtadir; en el enfrentamiento
que tenía contra su hermano Al-Mundir, que como monarca de Lérida, Tortosa y
Denia; contaba con la amistad y colaboración de los Condes de Barcelona y del
Rey Sancho I.
Combatiendo con las huestes del Rey Muqtadir es que recibe
Rodrigo el apodo de Sid, vocablo árabe que significa “Señor”. En esos tiempos
vence a Berenguer Ramón II y a Al –Mundir.
Seis años después “El Campeador” se reconcilia con Alfonso
VI, prestando importante servicios al monarca, pero tres años después se vuelve
a enemistar con ese Rey y es desterrado a Castilla, acusado de traición.
Alfonso VI realiza un cerco contra Zaragoza y se reconcilia
con “El Campeador”, indultándolo por la necesidad de contar con nobles que
defendiesen su reino.
Esto hace que se dirija a oriente, convirtiéndose en
protector de Al-Qadir volviendo a derrotar a Berenguer II.
Conquista Valencia, pero sus servicios no son reconocidos ya
que es desterrado por desavenencias con Alfonso VI, que le había ordenado que atacase a los
ejércitos que sitiaban la ciudad de
Aledo en Murcia y no obedeció.
Este castigo hace que “El Cid” se dedique a defender sus
propios intereses y no sirviéndole a ningún monarca y se centra en el Levante
español, después de mucho batallar se nombra Príncipe al Campeador.
Rodrigo fallece para el año de 1099 y cuenta su gesta que
ganó una batalla después de muerto cuando su esposa Jimena y su yerno Ramón
Berenguer III lo colocan al lomo de su
famoso caballo Babieca que lo conduce hacia la leyenda y la gloria que serían
cantada por sus juglares e historiadores hasta en la época actual.
Jimena fue gobernadora de Valencia hasta el año 1102 y se
llevo el cadaver del Cid al monasterio de San Pedro de Cardeña y actualmente
los restos del guerrero y de su esposa se encuentra en la Catedral de Burgos.
La historia y la leyenda se unen para narrar que dos años
después de la muerte del famoso guerrero,
Valencia es sometida a un asedio realizado por un poderoso ejército
árabe, dirigido por el Emir Al-Muslimin Yusuf y comandado por un famoso
combatiente árabe llamado Latuna Mazdalí.
Jimena se defendió y uno de sus recursos fue sacar el cuerpo
del “Campeador” junto a Babieca y no parece tan irracional ya que las sillas de
los caballos de combate tenían un respaldo posterior y las nalgas del jinete
quedaban ajustadas.
El caballo del Cid
estaba adiestrado como caballo de
combate y junto a la fama de guerrero del Cid derroto a los ejércitos árabes,
que no eran cualquier cosa y que tenían la táctica de usar elefantes y
caballería ligera.
Babieca era un caballo alazán que tenía en la frente una
estrella blanca, una interesante mezcla berberisco, teutón-ibérico. Los
musulmanes habían enseñado a los españoles la cría de caballos que se
destacaron como caballos de pelea. Esa
raza fue denominada andaluza.
Era de contextura recia, un Percheron, de cabeza
fina, cuello musculoso, ancho pecho, de gran peso, con patas muy resistente
para poder llevar el peso del caballero con su armadura.
No solamente eran animales muy
fuertes, sino veloces y resistentes y como lo canta el Cantar de Mío Cid, estos
caballos eran el mejor botín que un cristiano pudiese obtener de un árabe o el
mejor regalo.
Babieca fue regalado al Cid como
recompensa por sus servicios por el Rey Alfonso VI y fue llamado así, debido a la crítica que le hizo su tío al
escoger Rodrigo el ejemplar que no
precisamente brillaba por su hermosura.
El Campeador había visto en el
equino que sería un buen caballo y lo entrenaría para que cabalgase raudo como
el viento cuando atacaba a los moros. Otra de las hipótesis dice que ese nombre
deriva del nombre del caballo de Guillermo de Orange llamado Baucan y en el
castellano medieval “bausan” significa necio o tonto, aunque el nombre no concuerda con la actuación del
equino de guerra.
También se comenta que el nombre
podría proceder de la palabra “babueca” que significa “Buho”.
La espada del Cid Campeador paso igualmente a la leyenda del
formidable guerrero español, poco podemos agregar a la gesta del insigne
combatiente que no aparezca en el Cantar del Mío Cid en donde aparece que se llamó la espada Tizón
que significa en lengua castellana proveniente del latín titio “brasa, leño
ardiente”.
El mismo Cantar dice que la
espada tiene personalidad propia ya que la fuerza varía según el brazo que la
maneja y que aterroriza a los adversarios que no son dignos.
La Tizona era una espada de 1,153 kg, de una hoja de 933 mm de longitud y 43 mm de ancho máximo. En este canal grabaron la leyenda: “Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040”.
Su guarnición tiene un pomo
plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro.
Así fue la vida de Rodrigo Diaz
del Vivar nuestro Cid Campeador, el famoso guerrero español.
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