José Rosario Araujo
He oído comentarios de personas
poco conocedoras de la Historia y de la
estrategia militar quienes niegan al Libertador Simón Bolívar su gran
capacidad, como estratega, militar y hasta como combatiente y adentrándose en
la historia de nuestra gesta independentista no podemos al encontrándonos con
la campaña militar en el año de 1820 que
culminó con la liberación de Nueva Granada negarle al caraqueño sus grandes dotes
como militar y combatiente.
El 27 de febrero de 1819 sale
Bolívar en dirección de los llanos, deja encargado en Angosturas en el Poder
Ejecutivo a Zea en calidad de Vicepresidente.
Al mes llega a las orillas de Arauca en donde
empieza una guerra de guerrillas en contra de las tropas de Morillo
Por informaciones recibidas sabía
que en Casanare se encontraba una fuerza patriota de importancia y eso lo hace
cambiar su estrategia de libertar primero Venezuela.
Viendo que el Coronel británico
Jaime Rooke tiene la camisa hecha pedazos el caraqueño le ordena a su criado
José Palacios le entregue una de las suyas y su fiel sirviente le contesta que
la rota la está lavando y la otra la carga El Libertador puesta.
Pero poco había de inquietar al
inglés su rota camisa y sostiene una disputa con el médico Foley sobre que
ciudad es más grande si Bogotá o
Caracas, la discusión se torna acalorada y los dos hombres amenazan con batirse
en un duelo. Sus compañeros los apaciguan y reconocen los dos hombres que
ninguno de los dos conocen las ciudades por las cuales discute.
Así eran los guerreros con
quienes Bolívar realizaría esta gran hazaña.
Se moviliza con sus hombres hacia
el pueblo de los Sesenta y en un consejo de sus oficiales, sentados en cráneos
de ganado, se preparan para asumir la
magna hazaña de atravesar los Andes.
El héroe carrasqueño les explica
a sus oficiales la necesidad de cambiar la táctica e invadir Nueva Granada.
Existían oficiales que no estaban
de acuerdo en los planes de El Libertador , pero la mayoría creía en el plan de Bolívar. Apoderarse de la Nueva
Granada que era una hazaña y si existía dudas entre esos valientes, de pronto
se oyó la voz del legionario británico Rooke en su mal hablado español que
dijo:
¡Señor, os seguiré con toda mi
voluntad aun hasta el Cabo de Hornos!
En esta reunión se encuentran Anzoátegui,
Soublette, Páez, Rooke, Cruz Carrillo,
Briceño Mendez, Plaza, Manrique.
Plaza, Soublette y Anzoátegui a viva voz expresan su
apoyo al plan de Bolívar.
Cuando le preguntan a Bolívar que
ruta seguirá El Libertador aduce que atravesaran la montaña ya que es la vía,
ya que no existe otra.
Uno de sus hombres expone las
dudas del clima intenso por las lluvias
y el héroe venezolano señala con gran seguridad, que el ser humano es el
único animal capaz de vivir en cualquier clima y de dominar todas las
circunstancias, ya que es el único que cuenta con un espíritu y una conciencia.
Las dudas se disiparon en estos
bravos combatientes y la fuerza expedicionaria que estaba compuesta por 2.500
hombres partieron a realizar una de las hazañas militares más destacadas de la
historia del mundo, comparada con el cruce de los Alpes por Anibal.
Contando con solamente 200 yeguas
flacas que había entregado Páez a quien se le había pedido 1600 caballos,
comienza la travesía.
Al llegar las huestes patriotas a
Guasdualito, el camino se les hace más duro, ya que la temporada de lluvias
inundaban las llanuras, sumado a las enfermedades por las miasmas de los
pantanos hacen que se produzcan algunas deserciones. Las tropas tienen que
atravesar esas llanuras con el agua a la cintura, muchas veces llevando las
armas en balsas de cuero.
La lluvia no ayudaba a la moral
de la tropa y en plena marcha divisan a lo lejos las montañas que lucen
imbatibles que sería doblegada al cruzarlas por este gran número de valientes.
A Simón le tocaría; con sus oficiales; escoger entre el boquerón de Peña Negra
por donde se llegaba al Valle de tensa, el Páramo de Totilla o el Páramo de
Pisba a cuatro mil metros de altura.
Para tomar esta decisión debían
tener en cuenta lo difícil de las condiciones del terreno y la localización de
las fuerzas enemigas que se encontraban al lado opuesto de la cordillera.
Los caminos eran grandes
barrancos con grandes masas de aguas y
esos torrentes eran atravesados por puentes angostos y colgantes, la infantería
cuando cruzaba los ríos debía formarse en dos filas, abrazados los hombres por el cuello para derrotar el
ímpetu de la corriente.
El Libertador a lomos de su
cabalgadura atravesaba los ríos ayudando a las tropas, dando ánimo, una y otra
vez. Muchas veces le tocó llevar en los lomos de su bestia a los más débiles.
Le genialidad de Simón lo había
hecho escoger el Páramo de Pisba ya que
era el camino que estaba menos defendido y más apartado de las guarniciones españolas.
Al entrar las tropas patriotas en
estas alturas ya no contaban casi con
víveres ya que el ganado no pudo acompañarlos por lo difícil del terreno. El
frío era inclemente sobre todo para los llaneros que no estaba acostumbrados a
esas temperaturas, esas alturas producían el mal de páramo y muchos de esos
hombres eran flagelados para recuperar el calor de sus cuerpos y no sucumbieran
a las heladas temperaturas.
Comienzan a morir muchos de estos
llaneros que no pueden superar el frío, les comienza un dolor de cabeza, se les
nubla la vista y fallecen. También el agua fría les descompone el estomago,
sumando esto a mermar las ya maltrechas tropas.
El genio caraqueño no cesaba en
su actividad, improvisaba hospitales para atender a los que sucumbían al
soroche, acopiaba víveres, los pocos que tenían; recogía armas y municiones,
ordenaba confeccionar trajes para cubrir la desnudez de las tropas.
Las mujeres que acompañaban las
tropas hacían prodigios ayudando, demostrando una vez más la templanza de un
pueblo que desea ser libre y que hace lo que sea para lograrlo. Existe un
relato que cuenta que en lo peor de la travesía una de estas mujeres da luz y
eso llena de esperanzas y de fe a los patriotas que continúan en la hazaña que
los llevó hasta la eternidad.
Bolívar encomendó a Santander con
la vanguardia apoderarse del puesto de Paya y el día 27 después de un aguerrido
combate hace huir a la guarnición
española quienes huyen a Labranzagrande.
Las tropas que realizan la
travesía al ser consultados por su jefe responden que prefieren morir a
regresar.
Al terminar la ascensión se
encuentran a cuatro mil metros sobre el nivel del mar, las piernas de las
cansadas tropas no pueden más, pero el descenso es menos fatigoso, pero existe
más riesgo. Bolívar marcha con la poca caballería van a la retaguardia para
ayudar a los rezagados.
El General Lara se encarga de
recoger las mulas y caballos que quedan atrás, de la misma manera recoge las
armas que están abandonadas en el camino.
Los españoles no entenderán como
han llegado hasta ellos estos combatientes atravesando esas intrincadas
montañas. La vanguardia cae sobre Socha
y a los tres días se da la batalla de Gámeza.
En ese encuentro existe una
anécdota en donde se hace notorio el valor de un teniente patriota y cuando El
Libertador le pregunta su nombre, este responde:
¡Soy Juan Reyes, señor!
¡Su nombre no debe honrar a los
reyes, sino a la Patria y será llamado por el ejército patriota Juan Patria!
Cuando Simón inspecciona las
tropas que bajan del páramo , se le presenta el General Rooke y le pregunta si había sufrido mucho en la
travesía.
La respuesta del legionario no se
hace esperar, respondiendo que la paso sin novedad, disfrutando de los hermosos
paisajes recorridos. Bolívar le pide que lo acompañe a desayunar y mientras lo
hacen llega el General Anzoátegui.
Al preguntarle Bolívar como le
fue en la travesía este responde con una pregunta:
¿General sabe lo de la Legión
Británica?
¿Han perecido dos oficiales y una
cuarta parte de la división! Contesta.
Rokke sin dejar de sorber su taza
de chocolate aduce con ironía:
¡Murieron los de peor conducta y
hemos ganado con eso! Continuando su desayuno con la flema británica que lo
caracteriza.
Al primer sitio que llegaron los
patriotas se llamaba Socha, eran bien recibidos por la población, los españoles
comenzaron a recuperarse de su sorpresa al saber la presencia insurgente en
Boyacá. El General español Barreiro observo con desprecio cuando las tropas libertadoras lo atacaba diciendo:
¡Estos mendigos nunca nos
quitaran Nueva Granada!
Que equivocado estaba el español,
esas mismas tropas acabaron con la presencia realista en la Nueva Granada, para
comenzar la liberación de Venezuela que se daría aquella jornada heroica del 24
de junio de 1821.
Esas mismas tropas darían la
libertad a cinco naciones en la América Española demostrando que aquellos
mendigos les quitarían un continente llenado nuestra historia de paginas de
heroísmo y de gloria.
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