sábado, 2 de enero de 2021

EL PASO DE LOS ANDES







José Rosario Araujo

He oído comentarios de personas poco conocedoras de la Historia y  de la estrategia militar quienes niegan al Libertador Simón Bolívar su gran capacidad, como estratega, militar y hasta como combatiente y adentrándose en la historia de nuestra gesta independentista no podemos al encontrándonos con la campaña militar en el año de 1820  que culminó con la liberación de Nueva Granada negarle al caraqueño sus grandes dotes como militar y combatiente.

El 27 de febrero de 1819 sale Bolívar en dirección de los llanos, deja encargado en Angosturas en el Poder Ejecutivo a Zea en calidad de Vicepresidente.

Al mes  llega a las orillas de Arauca en donde empieza una guerra de guerrillas en contra de las tropas de Morillo

Por informaciones recibidas sabía que en Casanare se encontraba una fuerza patriota de importancia y eso lo hace cambiar su estrategia de libertar primero Venezuela.

Viendo que el Coronel británico Jaime Rooke tiene la camisa hecha pedazos el caraqueño le ordena a su criado José Palacios le entregue una de las suyas y su fiel sirviente le contesta que la rota la está lavando y la otra la carga El Libertador puesta.

Pero poco había de inquietar al inglés su rota camisa y sostiene una disputa con el médico Foley sobre que ciudad es más grande si Bogotá  o Caracas, la discusión se torna acalorada y los dos hombres amenazan con batirse en un duelo. Sus compañeros los apaciguan y reconocen los dos hombres que ninguno de los dos conocen las ciudades por las cuales discute.

Así eran los guerreros con quienes Bolívar realizaría esta gran hazaña.

Se moviliza con sus hombres hacia el pueblo de los Sesenta y en un consejo de sus oficiales, sentados en cráneos de ganado,  se preparan para asumir la magna hazaña de atravesar los Andes.

El héroe carrasqueño les explica a sus oficiales la necesidad de cambiar la táctica e  invadir Nueva Granada.

Existían oficiales que no estaban de acuerdo en los planes de El Libertador , pero la mayoría creía  en el plan de Bolívar. Apoderarse de la Nueva Granada que era una hazaña y si existía dudas entre esos valientes, de pronto se oyó la voz del legionario británico Rooke en su mal hablado español que dijo:

¡Señor, os seguiré con toda mi voluntad aun hasta el Cabo de Hornos!

En esta reunión se encuentran Anzoátegui, Soublette, Páez,  Rooke, Cruz Carrillo, Briceño Mendez, Plaza, Manrique.

Plaza,  Soublette y Anzoátegui a viva voz expresan su apoyo al plan de Bolívar.

Cuando le preguntan a Bolívar que ruta seguirá El Libertador aduce que atravesaran la montaña ya que es la vía, ya que no existe otra.

Uno de sus hombres expone las dudas del clima intenso por las lluvias  y el héroe venezolano señala con gran seguridad, que el ser humano es el único animal capaz de vivir en cualquier clima y de dominar todas las circunstancias, ya que es el único que cuenta con un espíritu y una conciencia.

Las dudas se disiparon en estos bravos combatientes y la fuerza expedicionaria que estaba compuesta por 2.500 hombres partieron a realizar una de las hazañas militares más destacadas de la historia del mundo, comparada con el cruce de los Alpes por Anibal.

Contando con solamente 200 yeguas flacas que había entregado Páez a quien se le había pedido 1600 caballos, comienza la travesía.

Al llegar las huestes patriotas a Guasdualito, el camino se les hace más duro, ya que la temporada de lluvias inundaban las llanuras, sumado a las enfermedades por las miasmas de los pantanos hacen que se produzcan algunas deserciones. Las tropas tienen que atravesar esas llanuras con el agua a la cintura, muchas veces llevando las armas en balsas de cuero.

La lluvia no ayudaba a la moral de la tropa y en plena marcha divisan a lo lejos las montañas que lucen imbatibles que sería doblegada al cruzarlas por este gran número de valientes. A Simón le tocaría; con sus oficiales; escoger entre el boquerón de Peña Negra por donde se llegaba al Valle de tensa, el Páramo de Totilla o el Páramo de Pisba a cuatro mil metros de altura.

Para tomar esta decisión debían tener en cuenta lo difícil de las condiciones del terreno y la localización de las fuerzas enemigas que se encontraban al lado opuesto de la cordillera.

Los caminos eran grandes barrancos con grandes masas de aguas  y esos torrentes eran atravesados por puentes angostos y colgantes, la infantería cuando cruzaba los ríos debía formarse en dos filas, abrazados  los hombres por el cuello para derrotar el ímpetu de la corriente.

El Libertador a lomos de su cabalgadura atravesaba los ríos ayudando a las tropas, dando ánimo, una y otra vez. Muchas veces le tocó llevar en los lomos de su bestia a los más débiles.

Le genialidad de Simón lo había hecho escoger el Páramo de Pisba  ya que era el camino que estaba menos defendido y más apartado de las guarniciones españolas.

Al entrar las tropas patriotas en estas alturas ya no contaban casi  con víveres ya que el ganado no pudo acompañarlos por lo difícil del terreno. El frío era inclemente sobre todo para los llaneros que no estaba acostumbrados a esas temperaturas, esas alturas producían el mal de páramo y muchos de esos hombres eran flagelados para recuperar el calor de sus cuerpos y no sucumbieran a las heladas temperaturas.

Comienzan a morir muchos de estos llaneros que no pueden superar el frío, les comienza un dolor de cabeza, se les nubla la vista y fallecen. También el agua fría les descompone el estomago, sumando esto a mermar las ya maltrechas tropas.

El genio caraqueño no cesaba en su actividad, improvisaba hospitales para atender a los que sucumbían al soroche, acopiaba víveres, los pocos que tenían; recogía armas y municiones, ordenaba confeccionar trajes para cubrir la desnudez de las tropas.

Las mujeres que acompañaban las tropas hacían prodigios ayudando, demostrando una vez más la templanza de un pueblo que desea ser libre y que hace lo que sea para lograrlo. Existe un relato que cuenta que en lo peor de la travesía una de estas mujeres da luz y eso llena de esperanzas y de fe a los patriotas que continúan en la hazaña que los llevó hasta la eternidad.

Bolívar encomendó a Santander con la vanguardia apoderarse del puesto de Paya y el día 27 después de un aguerrido combate  hace huir a la guarnición española quienes huyen a Labranzagrande.

Las tropas que realizan la travesía al ser consultados por su jefe responden que prefieren morir a regresar.

Al terminar la ascensión se encuentran a cuatro mil metros sobre el nivel del mar, las piernas de las cansadas tropas no pueden más, pero el descenso es menos fatigoso, pero existe más riesgo. Bolívar marcha con la poca caballería van a la retaguardia para ayudar a los rezagados.

El General Lara se encarga de recoger las mulas y caballos que quedan atrás, de la misma manera recoge las armas que están abandonadas en el camino.

Los españoles no entenderán como han llegado hasta ellos estos combatientes atravesando esas intrincadas montañas. La vanguardia cae sobre Socha  y a los tres días se da la batalla de Gámeza.

En ese encuentro existe una anécdota en donde se hace notorio el valor de un teniente patriota y cuando El Libertador le pregunta su nombre, este responde:

¡Soy Juan Reyes, señor!

¡Su nombre no debe honrar a los reyes, sino a la Patria y será llamado por el ejército patriota Juan Patria!

Cuando Simón inspecciona las tropas que bajan del páramo , se le presenta el General Rooke  y le pregunta si había sufrido mucho en la travesía.

La respuesta del legionario no se hace esperar, respondiendo que la paso sin novedad, disfrutando de los hermosos paisajes recorridos. Bolívar le pide que lo acompañe a desayunar y mientras lo hacen llega el General Anzoátegui.

Al preguntarle Bolívar como le fue en la travesía este responde con una pregunta:

¿General sabe lo de la Legión Británica?

¿Han perecido dos oficiales y una cuarta parte de la división! Contesta.

Rokke sin dejar de sorber su taza de chocolate  aduce con ironía:

¡Murieron los de peor conducta y hemos ganado con eso! Continuando su desayuno con la flema británica que lo caracteriza.

Al primer sitio que llegaron los patriotas se llamaba Socha, eran bien recibidos por la población, los españoles comenzaron a recuperarse de su sorpresa al saber la presencia insurgente en Boyacá. El General español Barreiro observo con desprecio  cuando las tropas libertadoras lo atacaba diciendo:

¡Estos mendigos nunca nos quitaran Nueva Granada!

Que equivocado estaba el español, esas mismas tropas acabaron con la presencia realista en la Nueva Granada, para comenzar la liberación de Venezuela que se daría aquella jornada heroica del 24 de junio de 1821.

Esas mismas tropas darían la libertad a cinco naciones en la América Española demostrando que aquellos mendigos les quitarían un continente llenado nuestra historia de paginas de heroísmo y de gloria.

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