José Rosario Araujo
No es un secreto que el famoso Doroteo Arango, Pancho Villa, fue bandido en las Sierras de La Sila y la de Gamón, pero aclaro que eso no hace desvanecer la grandeza de este gran revolucionario mexicano.
Debemos; cuando investigamos sobre la vida del Centauro del Norte; conocer que las circunstancias hicieron que Pancho Villa se convirtiese en una bandido de los muchos que poblaron las sierras mexicanas, muchos huyendo de las injusticias y violencias que eran sometidos por los terratenientes.
Basándome en una investigación que realice en los libros de mi biblioteca “Memorias de Pancho Villa. El Hombre y sus Armas” Tomo I de Martin Luis Guzmán, “Pancho Villa” de Ignacio Taibo II y “México Insurgente” de John Reed esto fue lo que obtuve.
Viviendo Doroteo Arango en la Hacienda de Gogojito, en el estado de Durango, municipalidad de Canatlán, como sembrador medianero de los señores López Negrete con su madre, sus dos hermanos Antonio e Hipólito y sus dos hermanas de 15 años y de 12, llamadas Martina y Mariana, al llegar de la faena encuentra a su madre abrazada de su hermana Martina, discutiendo con Agustín López Negrete que quería llevarse a la muchacha, para aplicar lo que en ese tiempo se llamaba el derecho de pernada; que no era otra cosa que el uso sexual de cualquier mujer que se encontrase en sus tierras.
Doroteo fue a casa de su primo
Romualdo Franco y busco un arma y le dio tres tiros al terrateniente, quien
quedo mal herido y es llevado a su otra hacienda llamada de Santa Isabel de
Berros.
Sin pensarlo mucho el futuro
Pancho Villa huye a la Sierra de la Silla que estaba enfrente de la Hacienda
Gorgojito, cuenta tan solo con 16 años.
Como es de imaginar los terratenientes envían hombres armados para capturar y matar al rebelde que no permitió que su hermana fuese usada sexualmente, como lo hacían los terratenientes con las campesinas de sus tierras.
Desde ese momento no cesaron la persecución de Arango para aprenderlo vivo o muerto, pero no pasaría mucho tiempo para que hombres de los rurales lo detuvieran llevándolo a San Juan del Río con la intención de fusilarlo.
En el libro de “Memorias de
Pancho Villa. El Hombre y sus Armas” Tomo I de Martín Luis Guzmán, el mismo
Doroteo Arango cuenta que los policías lo sacaron de la celda para que moliera
un barril de nixtamal, aprovechando este para huir matando a uno de los rurales
y se dirige al Cerro de Los Remedios.
En la noche se dirigió a casa de un primo quien los surte de un caballo, provisiones y armas y el futuro Villa bien apertrechado se dirige; como él dice en ese texto; a sus mismas habitaciones que fueron las sierras de La Silla y Gamón.
Al ser cada día las persecuciones
más inclementes este decide cambiarse el nombre de Doroteo Arango por Pancho
Villa. En el libro de Taibo II narra que
el nombre fue escogido por el recién estrenado “bandolero”, debido a un señor llamado Agustín Villa,
hombre de su pueblo que había ayudado a su madre cuando el joven comenzó esta vida de huidas y
persecuciones.
En el mismo libro otra de las versiones del nombre de Villa sugiere que es por un bandido de la Sierra que había muerto hacía poco.
Pasa Villa todo el año de 1895 entre las dos Sierras, hasta que es vuelto a apresar por siete hombres que lo sorprenden dormido, dirigidos por un Comandante de nombre Félix Sariñana, pero poco tiempo logran someter al futuro líder de la Revolución Mexicana, ya que este guarda un arma con las cual los somete y huye a la Sierra.
A los tres meses es vuelto a ser acosado, pero Villa mata a tres rurales, teniendo que huir a la Sierra de Gamón donde duro cinco meses comiendo carne seca para sobrevivir.
Cuando se traslada a la Sierra de La Silla en la casa de Jesús Alday conoce a Ignacio Parra y a Refugio Alvarado y se une a ellos, estos le advierten que son bandidos y debido a la persecución que es sometido Villa se pone a la orden de los dos hombres.
Villa junto a sus compañeros se dedican al robo de cabalgaduras, al tiempo se dirige a casa de su madre y le entrega dinero que había obtenido de la venta de un grupos de mulas. Su madre le reclama lo que hace, que no es otra cosa que robar y este le responde que seguirá el destino que le ha dado la vida y que prefiere ser el primer bandido del mundo, antes que el honor de la familia se marchite.
Era duro para esos hombres poder aceptar que las mujeres de su familia fueran vejadas por los terratenientes y aclaro que ese derecho de pernada incluía las casadas y el marido debía guardar silencio, sino se arriesgaba que lo mataran.
Junto a los hombres que lo acompañan llega a cañada de Cantinamáis a casa de la familia de Parra en donde son bien recibidos, pero de Canatlan se dirigen 200 hombres de los rurales para apresarlos. Se produce un tiroteo y los “bandidos” se pierden por los Cerros de las Cocinas.
De año en año Villa visitaba a su madre llevándole dinero de sus robos, una de esas veces se produciría un enfrentamiento en su antigua casa y el rebelde mataría en la pelea al jefe de los rurales, Félix Sariñana, pudiendo huir, pero a los pocos días son atacados por otro grupo de rurales en la entrada del cañón del Infierno, de donde sale Villa herido con un tiro debajo de la tetilla, de allí se cambian a la Sierra de La Silla en donde permanecieron recuperándose de las heridas.
Los bandidos se dedican a capturar reses y matarlas para salar la carne y de esa manera se mantiene Villa por cierto tiempo. Pero debemos recordar que la vida en esas Sierras no era nada fácil, siempre huyendo de la tenaz persecución de los rurales y enfrentándose también a los mismos compañeros que eran hombres bastante broncos como Don Refugio con quien se enfrenta a tiros y le mata el caballo cayendo por un barranco.
En San Juan del Río se mantiene oculto en la casa de un amigo llamado Antonio Retama que era sastre y de allí pasa a la hacienda Santa Isabel de Berros en donde habla con dos conocidos para que mientras se encuentran en la Sierra se dedique a la matanza de reses para vender la carne.
En el rancho de Eulogio Veloz tiene un duelo a pistola con un hombre y lo mata, continua su viaje a la Hacienda de Menores en donde se une a otro bandolero llamado Manuel Torres que termina robándolo, lo captura y cuando le va a cobrar el robo sufrido y la traición fusilándolo, Torres le pide que no lo mate y Villa lo perdona sin quedar como enemigos.
En Hidalgo del Parral se une a un albañil de nombre Santos Vega, a pesar de una herida que tiene en el pie que termina curándose con una yerba conocida como yerbamora, a pesar de que la gangrena iba a ser presa del miembro herido.
Al poco tiempo recibe la noticia por uno de sus hermanos que su madre se encuentra muy enferma y antes de llegar recibe la noticia de la muerte de ella.
Villa continua su vida como cuatrero robándole dos caballos a Gregorio Pineida, juez de acordada, policía de ese tiempo, siendo perseguido por los rurales dirigidos por Pineida con quien tiene una pelea a tiros haciéndolos huir.
Perseguido Villa se decide dirigirse a la Sierra de Matalote en donde continúa como cuatrero haciendo una matanza de trescientas reses y termina colocando un negocio de carnicería, con la esperanza de no ser descubierto.
Un año trabaja Pancho Villa en el negocio, pero la política de los terratenientes de someter al que menos tendía dinero prosigue y un tal Juan Osollo quien le obliga a comprar solamente la carne de los terratenientes y si no tenía que cerrar su establecimiento.
El futuro Centauro del Norte tiene que huir al mineral de Santa Eulalia y se dedica a trabajar como minero, pero era un trabajo muy duro y mal pagado, debe huir por la persecución de las autoridades terminando errante por las montañas.
En Chihuahua se establece y allí conoce a Abraham González quien lo invita a participar en la Revolución que apenas comienza, oye el nombre de Francisco Madero y aprende a admirar y querer al líder de los rebeldes en contra de Porfirio Díaz, dictador de México.
González era el hombre fuerte del Maderismo en esa zona y Villa desde la Sierra Azul comienza a reclutar hombres para la Revolución, logrando un numero de quince combatientes y se los lleva a González para un alzamiento, estaban muy bien montados y armados quien le anuncia que ha llegado el momento de emprender la campaña y que se una a Cástulo Herrera y aquella noche del 17 de noviembre de 1910 dejan las calles de Chihuahua para unirse a la Revolución.
Así comienza la vida de Pancho
Villa el Revolucionario, el Centauro del Norte, dejando atrás una vida de
bandidaje a las cual llego víctima de las circunstancias, empujado por las
depredaciones de los terratenientes.
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