La Otra Historia
José Rosario Araujo
Un gran orgullo para los que sentimos en nuestra sangre la historia de nuestra Patria Grande llena nuestro corazón, cuando oímos uno de los tantos corridos mexicanos de la Revolución Mexicana.
Cuando escuchamos el corrido del Siete Leguas, el caballo que Villa tanto estimaba, como dice la canción nos adentramos en ese amor tan profundo entre caballo y jinete, de esos momentos cruciales de la historia de nuestra América India, en donde México derrocho valentía, arrojo y sacrificio.
El Centauro del Norte del León del Norte como conocieron al General Francisco Villa figura heroica de la Revolución Mexicana, ha brillado siempre con luz propia y para los estudiosos de su vida es imposible no dejar de nombrar su caballo el Siete Leguas.
Recordemos que Villa fue un hombre que desde muy temprana edad tuvo que poner su vida en el lomo de un caballo y si este gran soldado revolucionario reconocía al Siete Leguas era porque este animal era fuera de serie.
La historia de la vida de Villa dice que el Siete Leguas pudo ser una yegua alazana de hermosa estampa de raza Criollo Mexicana.
Este valioso animal tenía importantes cualidades como ser fuerte, cariñosa y valiente, dignos atributos que la hizo inmortalizarse en la historia de México.
Su nombre debe tener relación a la distancia de recorrido del animal y recordando que en ese tiempo la distancia entre pueblos era de un día a caballo y era posible que la productividad de un caballo fuera de 30 kilómetros diarios. Una legua equivale a seis kilómetros diarios.
El nombre del caballo era seguramente un seudónimo por su gran capacidad en las largas distancias recorridas por el Centauro del Norte, que seguramente eran de 42 kilómetros.
Adentrándonos en la historia de Pancho Villa aparece que cuando el León del Norte estaba en campaña a través de la frontera de Los Estados Unidos era necesaria aumentar la distancia que se tenía planeada, muchas veces con pocas provisiones, tratando de evitar acampar en pleno desierto y por eso era necesario retornar al pueblo más cercano que quedaba a siete leguas de distancia.
El Siete Leguas de Villa mostró una gran capacidad de aguante que pocos caballos de las fuerzas de la División del Norte tenían.
Dicen los historiadores que defienden la teoría de que el Siete Leguas era una yegua que también la conocían como La Muñeca por su gran belleza, dotada de una resistencia admirable que no es común en las yeguas. Bueno eso lo podrá aclarar Héctor Vetancourt como gran conocedor de los equinos que es.
Se dice que las yeguas no logran reunir esta capacidad que es propia de los machos. Los que si nos dice la historia del o la Siete Leguas es que tenía una gran capacidad de aguante y de resistencia para trasladar al líder revolucionario perseguido por los carrancistas y por los mismos gringos que terminaron persiguiéndolo invadiendo a México.
Otra de las razones del nombre de
Siete Leguas es que un día que Villa tiene que huir apresuradamente de la
persecución de una patrulla de caballería el noble animal es herido de un tiro
en la paleta derecha y recorre siete
leguas para poner a salvo al Centauro del Norte.
Conociendo como fueron los combates en la Revolución Mexicana de la División del Norte las cargas de caballería fueron muy comunes y Pancho Villa nunca se caracterizó por esperar los resultados de los combates, él dirigía las cargas de sus famosos soldados y junto a Siete Leguas puso su pecho a los cañones enemigos derrotándolos.
En el libro “Pancho Villa, una Biografía Narrativa” de Paco Ignacio Taibo II cuenta que el Siete Leguas vivió en las caballerizas del Palacio Nacional y como no la montaban se puso muy arisca o arisco, eso ocurrió al final de gobierno interino de Huerta, a quien Villa se la había regalado; quien a su vez se lo regalo a Lázaro Cárdenas y el caballo sobrevivió a Francisco Villa.
Plena es nuestra historia de la relación cariñosa entre un jinete y su caballo, relación en donde se destacó la valentía de ambos en la lucha de los pueblos.
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