Tertuliando con la Pulga y Benigno IV
JOSÉ ROSARIO ARAUJO. Hacía tiempo Luis la “Pulga” Peña me había dicho que me
narraría sobre el Restaurant Tequendama, sitio emblemático de la ciudad,
bastión del buen comer, que por más de cuarenta años sentó catedra con lo
sabroso de su picante, conocido como Ají el Betijoqueño y su cochino frito.
Quien mejor que él para narrarme
sobre el lugar de tan gratos recuerdos, su padre Don Manuel Peña, fue su
propietario.
Día viernes, era de imaginarme donde
podía encontrar a Luis, junto a Benigno, además hacía mucho calor y no caía mal unas frías vestidas de novia.
Seguramente estaban en un conocido restaurant almorzando mis dos amigos.
Al llegar allí me los encontré
brindando, recordé que Luis celebraba el cumpleaños de un amor que tuvo y lo
haría hasta el domingo que era el día central
del nacimiento de la dama.
Los salude y me senté en la mesa.
Luis de una vez llamó al mesonero y pidió la fría más fría que hubiese en ese
destacado negocio.
Ni corto ni perezoso el mesonero me
trajo una botella de rica cerveza; vestida de novia; néctar de los dioses que
combatiría el calor que me ahogaba.
¡Brindemos por ……! Dijo Luis.
Benigno y yo levantamos nuestras
bebidas y brindamos.
El alma volvió a mi sudoroso cuerpo.
Ya había agarrado mínimo y ya podría decirles a mis amigos el motivo de mi
visita.
Al comentárselo, Luis me explicó con
su alegría de siempre, que estaba en plena celebración y que después
tertuliábamos del Tequendama, que hoy recordaría cosas lindas que vivió con ese
amor, que otro día hablaría sobre el tema.
Volvimos a brindar, la alegría de la
Pulga era contagiosa y eso me estaba haciendo perder la verdadera razón de mi
llegada.
¡Llama a Jackelin! Me dijo Luis.
Me sentí tentado llamar a mi esposa
para que se uniera al grupo, pero no debía desviar a lo que había venido y si
llegaba Jackelin, seguramente me dedicaría a celebrar y no escribiría sobre el
Tequendama.
Trate de insistir en el tema y Luis
me dijo:
¡El Cronista del Tequendama te podrá
contar, él tiene todo eso registrado!
Lo llamó por teléfono y me dijo:
¡Ya viene, salió para acá!
Mi curiosidad no tuvo límites. Muchos
querían conocer al famoso cronista y yo no era una excepción.
Luis y Benigno no habían querido
decir la verdadera identidad del misterioso cronista, ni mostraban una foto de
él. Solamente existía un dibujo que medio lo describía.
Pasarían varios minutos. ¿Cuántos…no
se?
Me había contagiado de la alegría que
reinaba en la mesa. ¿O quizás lo fría de la bebida espirituosa?
¡Por ambas dos! Diría un buen amigo.
La celebración fue interrumpida por
la llegada de una persona. Se acercó un hombre pequeño, con una gran nariz y
unos lentes tipo John Lennon.
Una destacada barriga que lo
describía como amante del oso o del águila maracucha.
Saludó a mis amigos y mientras
Benigno le pedía una helada bebida, la “Pulga” me lo presento.
¡Te presento al Cronista del
Tequendama!
Me levante y le tendí la mano. Era
igualito al dibujo que había visto. La caricaturista lo había retratado exacto,
la misma nariz y la expresión picaresca, sus pequeños lentes casi no cubrían
sus ojos.
¡Por fin conocía al Cronista del
Tequendama!
El hombre amablemente me llevó a una
mesa al lado, descubriendo yo que el cronista
no quería interrumpir la celebración de la Pulga.
¿Qué quieres saber del Tequendama?
¡Cuéntame todo! ¡Cuéntame!
Don Manuel Peña nació en Betijoque y
se había casado con Emérita Fernández, que también era betijoqueña. Comenzó a narrar el Cronista.
Para
mejorar su condición de vida, se fue a trabajar en las petroleras en el
Zulia y laboró en un pozo petrolero.
Contaba la Pulga que él les narraba
sobre la huelga petrolera en 1936, en el gobierno de López Contreras, que fue
liderizados por Jesús Farías, líder del PCV. Es huelga era por razones
reinvicativas.
Don Manuel tuvo con su esposa cuatro
hijos en Lagunillas; Cesar, Tere, Beto y
Manuel; en Valera nacieron la Pulga y Alba. De los seis hermanos quedan tres.
Continuó contando el Cronista.
La Pulga me contó que tiene una
hermana que vive en los Estados Unidos, que ojala algún día se vuelvan a ver.
Interrumpí al Cronista.
El papá de la Pulga compró la
Refresquería El Tequendama en 20.000 bs; que en ese tiempo era mucha plata, con
el tiempo empezó a evolucionar desde el punto de vista comercial y junto a su
esposa, le cambiaron el nombre a Bar Restaurant El Tequendama. Prosiguió.
Ese negocio le dio a Don Manuel para
alimentar a sus hijos y darles educación.
Acuérdate; me dijo el Cronista del
Tequendama; que ese negocio quedaba en la calle doce; entre avenidas 9 y 8.
Cercano a un negocio muy conocido de la época que se llamaba Muchacho Hermanos;
que vendían carros; y a media cuadra del antiguo Mercado Municipal.
La Pulga Peña y sus hermanos se
criaron en ese ambiente colorido y anecdótico de ese sector valerano, lleno de
personajes pintorescos como Pedro Urquiola, que era un señor que tenía un
negocio donde se encontraba todo tipo de mercancía.
El señor Manuel quedo viudo y vivió
con sus hijos en varias casas alquiladas en Valera. La Pulga me contó una vez
que habían vivido frente al Cinelandia, por la Av. 6 por donde Doña Rosa; donde
vendían los famosos pasteles; pero el sitio que más recordaba nuestro amigo fue
en la Av. 5.
Imagino que la Pulga te ha contado
que esa casa era de la familia Pinto, su hermano Beto después se casó con
Victoria una de las nietas de Doña Rafaela Pinto; la propietaria.
Allí ya viviendo en el año 53 conoció
a una persona con quien hasta el día de
hoy mantiene una gran amistad, que es Jorge Valero.
El padre de Jorge, Martin Valero,
además de su esposa Constanza; a quien la Pulga describe con gran cariño y
respeto, como una gran dama; vivieron prácticamente al lado de su casa.
Me había dicho la Pulga que Jorge
tenía dos hermanos que se llamaban Fidias, conocido cariñosamente como “Frasco”
y Fredy que fue Coronel de la G.N.
Con cariño recordaba que la mamá de
Jorge, siempre lo llamó Luisito. La familia Valero posteriormente se mudó a la
Av. 4 y luego a Bella Vista donde se establecieron definitivamente.
¿Epa Cronista y donde conoció La
Pulga a Benigno? Le pregunte con curiosidad, mirando la mesa donde animadamente
conversaban los dos amigos.
Ellos se conocieron en los años
60-61, la mamá de Benigno tenía un restaurant de comida criolla que se llamaba
Restaurant Popular, que era atendido por su hermano Carlos; además de la mamá
de Benigno; por su tío Pepe Pancho y por un gran amigo que le decían el Seche….
De pronto la Pulga Peña desde la otra
mesa interrumpe la narración del Cronista diciendo:
¿Ustedes sabían que Benigno iba ser
cura?
Benigno estudio en el Seminario.
Lástima que no te puedo mostrar una foto de él con sotana. Es capaz que hoy
sería el Obispo de Trujillo.
El Cronista del Tequendama bajando la
voz para fijar mi atención me comenta:
La Pulga Peña y Benigno nos conocimos
cuando ingresaron al liceo….
¿Cuándo conocieron a Nelson Pineda?
Pregunte.
Cuando Nelson llegó al liceo ya ellos
estaban en quinto año.
¿Cuándo comienzan a reunirse ellos en
el Tequendama, Cronista? Interrogue.
Ya cuando estaban en el sector
universitario……
¿No, me refiero cuando eran chamos de
18 años? Indague.
Cuando iban al negocio de Don Manuel,
este que apreciaba a Benigno le decía:
¡Pasa pa´aca Benigno para que te
tomes una!
Los hermanos de la Pulga se ponían bravos porque Benigno se
echaba palos con Don Manuel.
¿Qué personajes pasaron por el
Tequendama?
Muchos, de los personajes de aquella
Valera, de los peleadores tenemos a Mogollón, Marcial Pacheco, si te nombro a
todos te va faltar papel para anotar…..
Don Manuel era muy amigo de Luis
Augusto Dubuc; presidente del Congreso; además de candidato a la Presidencia de
la Republica por AD. También Mario Dubuc, hermano de Luis Augusto, por el Tequendama
pasaba mucha gente. Políticos como Pompeyo Márquez, José Vicente Rangel,
Gonzalo Barrios, el Coronel Godoy, entre otros para mencionar algunos…..
Una vez oí a Don Manuel contándoles a
papá y a mis tías que había organizado una comida para Pérez Jiménez ¿Que sabes
tú de eso? Pregunte.
Mira amigo José dile a la Pulga y a
Benigno que te cuenten sobre esos tiempo lo conocen mejor.
Yo dirigí mi mirada hacia Benigno y a la Pulga que seguían animadamente
celebrando. Le dije al Cronista:
¡Unámonos a ellos a brindar por la dama cumpleañera!
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